Primeras impresiones de Kane & Lynch 2: Dog Days

El primer Kane & Lynch se llevó tantos palos a nivel de crítica que a muchos nos extrañó que IO Interactive anunciara una secuela. Sin embargo, también es cierto que sus problemas eran fácilmente localizables y quizá con unos meses más de desarrollo lo habría pulido hasta conseguir algo más disfrutable que el desastre en que terminó desembocando. Las decisiones de diseño más que discutibles, los gráficos simplones, la inteligencia artificial nula y un sistema de control que harían enloquecer de rabia a cualquiera fueron demasiado, pero todo tenía arreglo y es posible que con este Kane & Lynch 2: Dog Days, el estudio danés quiera redimirse y ofrecernos lo que pudo ser y al final no fue. Trabajo han tenido, sin duda. Lo primero que llama la atención en esta secuela es el tratamiento visual que se le ha dado y del que ya fuimos testigos en algunos de sus tráilers. Como si viéramos la acción filmada desde una cámara al hombro, con sus movimientos erráticos y sus encuadres poco ortodoxos, sus creadores han intentado acercarnos a la acción, dando origen a un realismo sucio, sórdido, como de falso documental al que sin duda contribuyen otros detalles como los parpadeos en el sonido o los errores en la imagen cuando algo explota cerca de nosotros. La sensación que han intentado transmitirnos es la de estar siendo testigos de algo real, lejos del preciosismo en alta definición o la brillantez de otros títulos, algo que podríamos estar viendo en un telediario especial durante algún conflicto armado. Y eso es un arma de doble filo. Uno puede pensar que tanto grano en la imagen lo que pretende es disimular la calidad de algunas texturas, o que al esprintar la cámara se agita de una forma tan brutal y mareante que más de uno debería jugar con cubo bien cerca, o el hecho de que, al reventarle la cabeza de un escopetazo a un rehén inocente amordazado, en lugar de ver su cerebro esparcido por el suelo, aparezca una nubecilla de píxeles censurando esa zona, como posiblemente ocurriría en un telediario que no fuese el de Telecinco ((Allí no sólo veríamos al detalle las interioridades de la víctima, si no que entrevistarían a su madre y le mostrarían una foto de la escabechina.)), no sea más que una estrategia para no tener problemas con los organismos reguladores. Son decisiones artísticas algo arriesgadas, pero sin duda consecuentes con su propia propuesta. A nivel gráfico, o al menos lo que el continuo bamboleo y el ruido en la imagen nos dejan ver, se come con patatas a su antecesor. Tampoco era difícil, todo hay que decirlo, pero el detalle de los escenarios (el de las calles de Shanghái, por ejemplo, recuerda amorosamente a las primeras fases de Stranglehold) y el modelado de los protagonistas parece infinitamente más digno de esta generación, aunque será mejor esperar a la versión completa del juego para ver cómo se maneja en otro tipo de entornos. La cosa pinta magnífica, eso sí. Con respecto a otro de los grandes problemas del primer juego, el control, tengo buenas y malas noticias. Las buenas son que han acertado plenamente al eliminar el sistema de coberturas automático que tantos sinsentidos originaba en el primer K&L; ahora nuestro personaje no hará lo que le dé la gana como pertrecharse tras una reja de alambres donde tus enemigos te ven perfectamente o no permitirte usar como cobertura, por algún oscuro motivo, un espléndido muro de piedra. Ahora te acerca, pulsas la A (la X en PS3), y ya estás bien agazapadito, como un buen criminal. Sí, el sistema es una copia directa del de ese juego en el que todos estáis pensando, con marines calvos y monstruos intraterrestres, pero esta vez al menos funciona. Ésas eran las buenas noticias, las malas son que el sistema de apuntado sigue en ocasiones cojeando un poco y que el hecho de acertarle a un enemigo lejano en la zona exacta a la que apuntamos parece más fruto del azar que de la balística. El retroceso de las armas, eso sí, parece menos acusado que en K&L, en el que si te descuidabas casi podías sentir como la culata de tu fusil te dislocaba el hombro. Es probable que en la versión final se haya ajustado mejor la precisión. El multijugador en esta ocasión parece que se ha potenciado considerablemente. Seguimos con el modo Alianza Frágil en el que debemos llevarnos un cargamento de pasta escoltado por la policía y seguimos teniendo la posibilidad de cargarnos a otros compañeros y quedarnos con su parte del botín, aunque seremos marcados como traidores y el resto podrá aniquilarnos sin sufrir consecuencias. El factor venganza también se agradece, ya que si algún amigo nos la mete doblada cuando menos lo esperemos, volveremos al juego en el bando de los policías, pudiendo devolverle el plomo a nuestro viejo compañero con todas las de la ley, nunca mejor dicho. A éste se suman otros dos modos multijugador: por un lado tenemos Poli Infiltrado, en el que uno de los criminales será en realidad un topo de la pasma que deberá evitar la escapada del resto de atracadores a partir del momento en que cometan un delito (p.e., matar a un madero). Lo mejor es que el infiltrado en cuestión no será marcado como traidor cuando elimine a un caco, de forma que si alguno queda rezagado y fuera de la visión del resto, es un buen momento para mandarle al otro barrio. Quien mate al topo, por otro lado, no sólo no será etiquetado como traidor sino que además recibirá una recompensa. Y por otro lado está el clásico Policías y Ladrones, que es exactamente lo que parece. Lo más llamativo de estos tres modos multijugador es el hecho de que los sucesos se contextualicen antes de empezar, se les dé, casi a vuelapluma, una pequeña historia. Quizá no una historia muy compleja con personajes trabajados y giros argumentales, pero sí una historia al fin y al cabo. Mención especial para el gran —e inexplicable— ausente en el primer juego, el cooperativo online, que aunque en esta beta aún no se puede experimentar me consta que estará ahí. Evidentemente, juzgar Kane & Lynch 2: Dog Days por una beta sería injusto y erróneo, así que habrá que esperar a explorar todo el modo historia y todas las posibilidades del online, además del modo arcade —que viene a ser lo mismo que el online pero con bots y un sistema de compra de armamento entre rondas— pero no cabe duda de que en IO Interactive se han aplicado y no sólo están atajando los problemas del primer juego, sino que le están dotando de una fuerte personalidad. Veremos si esta vez la narrativa acompaña y no volvemos a quedar decepcionados con dos personajes que siempre nos han encantado pese a lo muy poco que han demostrado. Potencial, desde luego, no les falta.