Primeras impresiones de SimCity

Campamento

El tutorial de SimCity es premonitorio: llegas a una ciudad de la que han echado al anterior alcalde por la terrible gestión que estaba llevando a cabo, y poco a poco tu consejera te va explicando cómo se hace todo. Decía Jason Haber, el productor del juego, que «SimCity está construido a base de reglas sobre reglas sobre reglas»; el tutorial nos intenta enseñar una a una las reglas principales, o algunas de las formas que esas reglas pueden adoptar, o algunas de las causas y efectos que esas reglas pueden tener como consecuencia dentro del juego. El juego de capas que lleva a cabo SimCity tarda bastante en enseñarse del todo, y, aunque yo no lo sabía cuando empecé mi primera partida, hacen falta muchas más horas que las seis que pude probar el simular de Maxis para poder decir que has exprimido del todo el juego, si es que tal cosa es posible.

En cualquier caso, merece la pena repasar el tutorial para saber dónde está todo y empezar a dilucidar cómo vamos a usarlo para nuestro beneficio y el de la población de nuestra ciudad; poco después de empezar a intuir las especializaciones, esas que nos llevan a tener una ciudad extraordinariamente dedicada a algo en concreto, una lluvia de meteoritos pone punto y final a este lógico primer contacto con SimCity. Después de esos somos nosotros con el mundo, para el mundo y contra el mundo.

Aldea

Se nota que en Maxis se han esforzado mucho por hacer que el juego sea más sencillo que nunca; una sencillez que poco tiene que ver con la falta de complejidad, sino por no complicar más de la cuenta tareas que no deberían ser farragosas. Los primeros pasos que debemos tomar para crear una ciudad ya lo dejan claro: nada y menos tardamos en colocar las primeras calles y determinar las zonas residenciales, comerciales e industriales de nuestra ciudad. La misma filosofía se aplica a los edificios: cuando necesitas colocar un colegio, por ejemplo, los edificios de su alrededor se modifican dinámicamente en función del espacio que tengan; SimCity intenta ser más juego de gestión que de puzzles, y por eso parecen haber puesto bastante hincapié en que pensemos más en gestionar la ciudad que en hacer que los edificios encajen.

Dice Jason Haber, el productor del juego, que «la mayor influencia que ha tenido Spore en SimCity tiene que ver con la edición de edificios, el hecho de que sea muy sencillo construir. Hemos llevado eso a SimCity; ya no hace falta poner muchos cuarteles de policía para mejorar tu sistema policial: puedes abrir un cuartel y añadir módulos adicionales con el editor que añaden nuevas funcionalidades. Queremos asegurarnos de que esos módulos tengan sentido, y signifiquen algo para el jugador, de modo que si añades nuevos parkings tendrás más coches de policía, y mejorará la cobertura policial».

Estas palabras cobraron sentido pleno cuando el propio Haber nos propuso un pequeño reto: intentar superar uno de los desafíos, de los que hablaré más adelante, que consistía en tener un número determinado (y desproporcionado, y coherente) de autobuses circulando en nuestra ciudad. A base de ofrecer facilidades al usuario, colocando paradas en muchos puntos de la ciudad, y de mejorar las estaciones para que la flota de buses fuera suficientemente amplia, llegó un punto en el que no había ni un coche en las calles: todo el mundo usaba el transporte público. Este impacto de nuestras acciones en la ciudad es generalmente más sutil que en este caso, pero el desafío me sirvió para comprobar que, efectivamente, lo que hacemos tiene consecuencias.

Pueblo

No es hasta que la ciudad ha crecido un poco cuando nos damos cuenta de que las cosas se pueden ir de madre si no lo tenemos todo bajo control. La catástrofe va cerrando el círculo alrededor de las poblaciones a medida que los edificios se hacen más grandes, a medida que progresa el ayuntamiento, aumenta la población y mejoran los servicios; es más o menos sencillo ver cómo una ciudad se va al garete por un par de malos pasos demasiado juntos en el tiempo: por ejemplo, deja que el agua esté contaminada un poco más de la cuenta y la gente empezará a irse de la ciudad, algo que bien puede desestabilizar de forma fatal la economía local.

La posibilidad de gestionar más de una ciudad en nuestra región ayuda, no obstante, a no liarla intentando hacer ciudades que abarquen mucho y aprieten demasiado poco. Una ciudad muy industrial, erigida en terreno rico en recursos, puede servir para abastecer de energía y materias primas a otras que decidamos dedicar a la cultura o el ocio; el rato que jugué me sirvió para comprobar que aunque es posible crear una ciudad donde convivan con más o menos éxito los tres aspectos básicos del juego (residencia, comercio e industria) no es tan sencillo llevar uno de ellos hasta sus últimas consecuencias sin que la cosa se desequilibre y acabe yéndose al garete. También es posible compartir servicios: una ciudad con un cuerpo de policía muy desarrollado, por ejemplo, puede evitar desaprovechar efectivos enviando ayuda a otras ciudades cuando sea necesaria.

Todo esto, y aquí viene una de las novedades más potentes, puede hacerse también con otras personas encargándose de las otras ciudades de la región. Las opciones de interacción son las mismas, pero con la gracia de poder negociar y colaborar con otros seres humanos en lugar de llevar el foreveralonismo hasta sus límites más extremos.

Ciudad

Visualmente, SimCity es el juego que más me ha impresionado de los últimos años. Punto: quizá no sea Star Wars 1313 ni tenga un pie y medio puesto en el futuro de los gráficos, pero la inteligencia que destila cada efecto, cada opción, pocas veces se ve tan directa e impepinablemente. Hace mucho ese efecto tilt-shift que hermana al juego directamente con el placer y el deleite de las maquetas en miniatura, y también lo hipnótico que es ver cómo una ciudad ocurre frente a tus ojos a toda velocidad. Juguetes que viven: ya sabemos que la fórmula es atractiva, y aquí está llevada a un nuevo nivel.

La estética de SimCity también hace suyos los filtros de Instagram, permitiendo al usuario modificar el aspecto de la ciudad para crear cierto peso narrativo: se pueden intensificar los colores o aplicar un filtro de negro y rojo o darle un baño vintage a la imagen, por puro gusto o comodidad al jugar o con intenciones más ambiciosas. «Tenemos una serie de herramientas básicas de creación de vídeos», explica Haber, «así que creo que mucha gente se montará sus historias sobre las ciudades, tendrán ganas de enseñar a los demás sus creaciones… De hecho, estoy bastante emocionado con las cosas que la gente hará en sus regiones, porque creo que llegarán a combinaciones en las que nunca hemos pensado y que ellos mismos encontrarán.»

Metrópolis

Jugué seis horas a SimCity y me da la sensación de que no hice ni un pequeño porcentaje de lo que el juego puede dar de sí; me familiaricé con la interfaz, aprendí unas pocas bases y vi algunas de las maneras en que las reglas del juego interactuaban entre ellas: sabe a nada, parece la punta del iceberg. No es momento ni estoy en condiciones de dar un veredicto, pero sí puedo decir que a los que tenéis ganas de que el juego salga no os faltan motivos; los reticentes bien harían en bajar la guardia y dejarse encandilar. Esto es SimCity igual que siempre, y quizá mejor que nunca.

SimCity saldrá para PC el 8 de marzo; una versión para Mac saldrá más adelante. Una beta está disponible para usuarios seleccionados desde hoy hasta el día 28.