Primeras impresiones de Sonic Generations

Cada mañana cuando llego a la oficina, Pep viene a mi lado y me susurra al oído: «Sonic Generations va a ser el mejor juego del año», y luego se marcha y se pone a hacer otras cosas. Cuando le hablo de esto no parece recordar nada, es como si no me hubiera dicho nada o como si lo hubiera hecho sonámbulo. Tan fuerte es lo que siente Pep por el juego, tan profundo ha echado raíces en él. Así que, como comprenderéis, en cuanto tuve la oportunidad de echarle el guante al juego en el E3, me abalancé de una forma tan fuerte que todo el mundo quedó asustado de mis ansias. Había dos niveles para probar, ambos ambientados en esa Green Hill que para muchos es capital del mundo y cuyos prados verdes y cielos azules nos han hecho disfrutar tantas buenas horas. En esta pequeña muestra se podía ver el doble estilo de juego: por un lado, el más tradicional y 2D en donde a veces se introducen secciones donde la cámara se mueve un poco para añadir un poco de espectacularidad; por otro, el estilo 3D que parece seña de identidad de Sonic en los últimos años. El segundo, empecemos por él, tiene aquí el gran añadido del efecto 3D si tenemos la tele y las gafotas necesarias. El estilo de juego es el que todos conocemos: ir hacia delante esquivando y eliminando obstáculos y enemigos, de una forma veloz y relativamente asistida, con sus lock-ons en los enemigos, sus fases de raíles, etc. Hay también secciones donde la cámara se pone en un lateral, metiendo pequeños fragmentos de jugabilidad semi 2D; por variedad no era, porque en lo que duraba el nivel pasaban mil cosas y se hacían mil cosas diferentes. Pero el que todos queríamos probar, lógicamente, era el nivel que representa el juego que todos hemos estado pidiendo desde hace años: el Green Hill de jugabilidad bidimensional y gráficos a la altura de lo que requiere este siglo. Las sensaciones son muy positivas: el ritmo es muy similar al de los primeros y se ha respetado, por fin, punto a punto casi todas aquellas cosas que son munición de gran calibre para la metralleta de nostalgia que pretende ser Sonic Generations: están los colores vivos, los cangrejos, las avispas, los bumpers, los loopings, los rizos… 
Visualmente es muy, muy bonito, y funcionan muy bien los movimientos de cámara que, como en el otro nivel, unen ambos estilos y dan cierto hilo de continuidad. Hacer un rizo o un looping y que mientras tanto la cámara se mueva, siempre de una forma sutil, tomando como punto de referencia a Sonic, es una experiencia muy hermosa, quizá de lo más nostálgico y encantador que vi en todo el E3 (estuve jugando a una máquina de Asteroids en el stand de Atari, que fue la hostia, pero eso me pilla un poco joven). En lo que se refiere al juego, al control, al cara a cara con el pad, hay que reconocer que el chute de nostalgia alcanza aquí la sobredosis: el sueño de jugar a un Sonic 2D con gráficos de hoy se cumple a la perfección, excepto en un par de cositas muy mínimas; por ejemplo la animación que salta cuando chocamos contra un enemigo no es la clásica y eso cambia el ritmo ligerísimamente, lo cual no sería problema de no ser por el ligero hecho de que llevamos décadas jugando a los primeros Sonic y ya tenemos su modo de ser perfectamente interiorizado; aparte de eso, de matrícula de honor. El diseño de los niveles es otro de los puntos clave de este Sonic Generations. Más parecidos a los de Sonic CD que a los del primero, por decirlo de algún modo, aquí hay multitud de caminos alternativos que hicieron que en mis dos partidas y en otro par que espié mientras no había consolas libres viera casi siempre cosas diferentes; algunos segmentos son de paso obligatorio, pero en muchos momentos la amplitud de espacios y la variedad de caminos es predominante. Habrá que ver si la nostalgia puede tirar para arriba Sonic Generations, pero la intención desde luego la tiene; si el resto del juego mantiene el nivel, los diseños de mapeados cumplen, los dos estilos de juego conviven sin chirriar y se tiene en todo momento en mente el objetivo del juego (servir de banquete para los fans de Sonic que llevan siglos esperando que salga otra entrega de la franquicia que puedan defender sin sentirse ridículos), Sonic Generations puede ser una de las sorpresas más fantásticas del año. Quizá no el juego del año, porque tenemos una segunda mitad llenísima de pepinos, pero sí uno de los más disfrutables y de los pocos que serán, sí o sí, una carta de amor al medio y a uno de los iconos que lo ha hecho grande.