Primeras impresiones - Stranglehold

El destino existe. Tras el maratón de Cine oriental by chiconuclear que nos pegamos en el piso de Xavi, llega la demo del juego de John Woo. Eso sí, el destino es cruel: los dos hypeadores oficiales de Stranglehold suman seis luces rojas, así que me toca a mí comentar qué se siente al meterse en la piel y los mofletes de Chow Yun Fat. Si no queréis leer (podéis decirlo, ¿eh? Yo no tengo ganas de escribir), puede que os interese saber que la demo en cuestión es esta fase. La historia empieza con un agente asesinado a manos de pandilocos orientales. La policía se plantea solucionar las cosas con un equipo de asalto y… ¡Meeec! ¿Tu sabes lo que cobran esos tipos? Quita, quita. Mejor manda al inspector Tequilla, que es más barato y más molón. Y se llama Tequilla. Y joder, es Chow Yun Fat. A nivel jugable, Stranglehold es una mezcla de Max Payne y Dead to Rights y no se molesta en disimularlo. Aún así, también tiene sus novedades, que le sientan realmente bien. Lo más destacable es la destrucción que llena la pantalla en cada fotograma: cajas, mesas, piezas de fruta, farolillos, columnas, fuentes… todo se rompe en pedacitos por el impacto de nuestras balas, y de una forma bastante convincente. Pero lo mejor es que, lejos de resultar un simple adorno, podemos sacar partido de esto. Un poste de electricidad derribado puede servir de improvisada pasarela y un cartel luminoso nos es más útil en la cabeza de un enemigo que colgado de la pared. Buscar formas originales y elegantes de matar es uno de los alicientes del juego, pues estas «muertes con estilo» se traducen en valiosos puntos que nos permiten ejecutar determinados movimientos especiales (aka dispara a todos los enemigos en pantalla mientras das vueltas y varias palomas blancas levantan el vuelo). El control puede resultar algo tosco al principio, pero adaptarse es cuestión de unos pocos minutos. Lleva más tiempo acostumbrarse al hecho de que nuestro héroe se desliza sobre tal vez demasiadas superfícies de forma automática, sin que tengamos que pulsar ningún botón, pero no deja de ser un mal menor. Tras dedicarle cerca de 45 minutos, he de decir que Stranglehold se deja jugar realmente bien. Gráficamente no es ninguna maravilla, pero tampoco es para ponerse a llorar. Los modelados no están mal y las texturas van de lo correcto a lo «moderadamente next-gen», aunque las animaciones flojean. De todos modos, lo importante aquí es que las físicas cumplan y que no existan relentizaciones importantes aunque desatemos un jodido auténtico caos. Podéis apostar vuestros ahorros a que Unreal Engine 3 y Havok se encargan de ello. Eso sí, el doblaje al castellano es espantoso. Hazte un favor: configura la consola en inglés y disfruta de la voz del amigo Chow. En definitiva, Stranglehold parece ser lo que chiconuclear, Xavi y John Woo esperaban. Se trata de un título sin demasiadas pretensiones que ni de coña aspirará a GOTY, pero sí es realmente divertido y su puesta en escena es de notable alto. Si logra evitar caer en la monotonía y la repetición, habrá que tenerlo muy en cuenta… y eso que aún no hemos podido catar el modo multijugador.