Diez horas en Star Wars: Battlefront

El otro día, mientras se instalaba Star Wars: Battlefront en mi Xbox One (una operación más larga de lo que esperaba; quiero pensar que tiene que ver con la mayor demanda de aquel día, por eso de que pusieron la prueba de 10 horas para suscriptores de EA Access), aproveché para jugar a Perfect Dark. Me lo terminé en unas tres horas; lo juego bastante a menudo, pero siempre me sorprende de alguna forma. Esta vez me fijé en lo divertido que era disparar sin apuntar; esto es: sin pasar por el trámite, ya estándar en los juegos de tiros en primera persona, de apuntar con un gatillo y disparar con el otro. En Nintendo 64 siempre me fascinó lo de disparar con el botón Z, que venía a replicar el gatillo de una pistola; puede que GoldenEye y Perfect Dark se quedaran tan grabados en mi memoria por, entre otras cosas, ese detalle icónico del mando de la consola. En los shooters de Rare no suelo apuntar con precisión ni utilizar armas pesadas: mi Perfect Dark es uno de Falcon 2, CMP-150 y Mauler.

Lo menciono porque el salto de Perfect Dark a Battlefront me pareció más suave de lo que habría sido si, pongamos, me hubiera puesto a jugar al último Call of Duty o a Battlefield, el otro shooter multijugador de DICE; también porque me gustó ver que en Eurogamer habían llegado a una conclusión similar. «El disparo se ha simplificado a un nivel brutal, hasta el punto de dejarnos con un shooter que parece venir de un tiempo más sencillo, antes de las miserables precuelas de Star Wars», escribe Martin Robinson. «Eso no es malo, para nada: después de la escalada de exigencia en tiempo y destreza que han llevado a cabo los shooters modernos, qué refrescante es jugar a algo que tiene más en común con GoldenEye que con Call of Duty».

Por la parte que le concierne, en gran parte, a EA, hacer que disfrutar de un juego de tiros en 2015 sea tan fácil como coger el mando, apuntar a cualquier cosa y pulsar un botón es provechoso: la levedad de Battlefront juega a su favor si tenemos en cuenta la posibilidad (muy real) de que muchos de sus jugadores potenciales ni sean veteranos de Battlefield ni tengan la necesidad de una complejidad que sí necesita la comunidad más veterana y hardcore de otros shooters. Por la parte de DICE, es una oportunidad para experimentar un poco: sin la solemnidad de la guerra real de por medio, lo de representar el battlefront, el frente de batalla, de una serie de películas de ciencia ficción de finales de los setenta y principios de los ochenta da pie a una serie de propuestas interesantes, más y menos cercanas a lo que uno esperaría de ellos.

Por nuestra parte, lo que tenemos es un multijugador divertido de una manera muy inocente, más preocupado por el minuto a minuto que por el metajuego a gran escala.

Preguntadme a mí y os diré que es una buena noticia. Soy más fan de Star Wars que de Battlefield, si tengo que elegir bando; imagino que habrá unos cuantos como yo que tengan interés en Battlefront. En una de mis primeras partidas, se avisó por radio de que Darth Vader había llegado al campo de batalla. Seguro que suena naíf, pero me emocioné un poco: yo estaba en el otro bando, el de los Rebeldes, y la perspectiva de enfrentarme al puto Darth Vader me hizo ilusión. Cuando buena parte de mi equipo se puso de acuerdo para atacar al jugador que hacía de Vader en ese momento desde distintos flancos, hasta que conseguimos derrotarle, viví uno de esos momentos de alegría pura y blanca que de vez en cuando le ofrecen a uno los videojuegos. Uno más parecido a los que ofrece el nuevo Doom que a un tipo de multijugador más moderno, más de modo Espectador y competiciones profesionales. 

Imagen: Videogamer

Battlefront se apoya mucho en esa ilusión del fan. En las ráfagas de colores que se ven detrás de una colina, en el sonido inconfundible de los blásters, en las cortinillas que nos llevan del campo de batalla al menú y del menú al campo de batalla. Está también la ilusión de ser Darth Vader (o Luke Skywalker, o los otros cuatro héroes que se pueden elegir cuando nos llega el momento); un momento de desequilibrio que se perdona, además de por que el otro equipo tenga también a su héroe para que las cosas no se salgan de madre, porque es Darth Vader, nada menos. Creo que la lógica del fan tiene bastante peso en el equilibrio del juego: hay decisiones que alejan a Battlefront del olimpo del shooter competitivo actual, pero que lo acercan al espacio en el que opera el aficionado hardcore de Star Wars. Son los dos territorios en los que se mueve DICE esta vez, y que quizá dan lugar a algunos conflictos que los más técnicos del shooter no verán con buenos ojos.

Yo estoy más en la parte del fan de Star Wars, ya digo. Quizá por eso este acceso anticipado a Battlefront me ha dejado tan buen sabor de boca: me ha hecho pensar más en aquel fin de semana en el que alquilé El imperio contraataca, el juego de Super Nintendo, no la película, o a un verano que pasé jugando todas las tardes al primer Battlefront en PlayStation 2, que en las partidas más calculadas y técnicas que me obligo a hacer en los shooters multijugador de hoy en día. La ausencia de un modo campaña (o de cualquier alternativa para un jugador que esté a la altura de los modos para varios, en realidad), me molesta menos de lo que esperaba, aunque puede acabar jugando en su contra: a juzgar por las horas de EA Access a las que he podido jugar, quizá la distancia entre el peor jugador y el mejor, por así decirlo (algo importante en un juego sin clases: aquí todos somos la carne de cañón que puebla el frente de batalla), no sea tanta como para dar pie a la inversión de horas que uno puede esperar de este tipo de juegos. O como puede dar a entender el season pass, similar al de Battlefield; me preocupa menos cómo funcionará el juego a medio plazo a nivel mecánico que los mapas o modos de juego, porque de eso ya hay bastante en la versión estándar.

Algunos funcionan mejor que otros. Jugué a Estallido, un team deathmatch de toda la vida, más de lo que me habría gustado porque, por algún motivo, el juego me lo recomendó muy efusivamente; me habría gustado más empezar por Supremacía o Asalto de los caminantes, de escala más épica, más parecidos al tipo de juego por el que DICE es conocida. En Supremacía tenemos que ir capturando bases, de forma parecida a Battlefield, solo que aquí hay dos activas y el resto se van fijando; es una forma más compacta de Conquista, más centrada, menos difícil de seguir. Le va bien al tipo de juego ágil que quiere ser Battlefront: uno de morir y matar más o menos con la misma frecuencia, de no calentarse mucho la cabeza entre respawns. Al menos al principio, cuando no conocemos muy bien las armas y cartas (objetos o potenciadores que podemos elegir como acompañantes para nuestra única arma; pueden ser granadas, armas secundarias o poderes temporales) que se pueden elegir.

Por eso no me atrevo a ser demasiado tajante con las diez horas de EA Access. Quiero jugar más a Star Wars: Battlefront; es una buena señal, desde luego, porque la beta me gustó pero me costaba un poco ver la imagen completa, el gran juego de Star Wars que tendría que acompañar al estreno de la nueva película. Este fin de semana, con más movimiento y ya en todas las plataformas, tocará comprobar cómo se maneja Battlefront en la gran escala que le es natural. Nos vemos en Hoth.