Tales of Arise entra por los ojos y se queda por las manos

Hoy se publica la demo de Tales of Arise, la esperada nueva entrega de la veterana serie de Bandai Namco. Es una muestra breve pero con bastante chicha de lo que se puede esperar del juego, a poco menos de un mes de su lanzamiento; una buena oportunidad de comprobar, principalmente, cómo funciona el combate y qué aspecto tiene el juego, el primer Tales nuevo que se publica desde hace un tiempo.

Lo más interesante seguramente sea lo primero, el combate, aunque vaya por delante que Arise no es un juego que tenga dificultades para entrar por los ojos. Antes de empezar la demo, se nos deja elegir entre seis personajes; la decisión tiene su relevancia (de ella depende el vídeo de avance con el que se cierra la demo), pero es posible cambiar el personaje jugable a mitad de demo, tanto para el movimiento por el mundo como para controlarlo durante las batallas. En estos seis personajes hay una buena representación de las posibilidades del combate: está Alphen, equilibrado y con suficientes herramientas como para hacer daño y subir combos con bastante competencia; está Law, artista marcial con grandes cadenas de golpes y buenas posibilidades de llevar la situación al aire; Kisara puede bloquear los ataques con un gran escudo, Rinwell se especializa en magia, Shionne usa armas de fuego y tiene habilidades de apoyo para echar una mano a su equipo desde una distancia prudencial,

Ahí están, ya digo, los ingredientes principales de un combate en el que encadenar golpes y aprender a hacer combos largos es crucial, y muy satisfactorio. A base de enlazar ataques, combinando la secuencia de golpes estándar con las distintas Artes disponibles (mapeadas a tres de los botones frontales, quizá un poco escasas al principio aunque poco a poco se aprende a sacarles partido), vas llenando una barra de los enemigos que, al completarse, permite desencadenar un fuerte ataque combinado que, además de ser muy espectacular, hace mucho daño. Así, los enemigos se pueden permitir el lujo de tener barras de vida muy abultadas que cuesta vaciar a base de golpes normales, pero que cae rápido si consigues enlazar combos correctamente, desencadenando ataques combinados con cierta frecuencia.

Cómo llegar a estos ataques combinados es otro tema. Cada personaje tiene sus ritmos y sus estrategias, y cada enemigo necesita una aproximación para explotar sus puntos débiles; los primeros encuentros con algunos enemigos son más torpes y lentos de la cuenta, pero no deberían pasar más de dos o tres combates antes de poder hacer malabarismos con ellos mientras los preparas para darles una buena tunda a pachas. Alphen, por ejemplo, tiene un buen ritmo intermedio que permite hacer bastante daño con secuencias de golpes a menudo largas y vistosas, aunque cerrar la barra del ataque conjunto no siempre es fácil: las Artes tienen un coste, y hay que saber cómo y cuándo usarlas para no agotar sus usos antes de tiempo. Es un sistema de combate suficientemente ágil y satisfactorio, con mucho énfasis en la esquiva (hacerla en el momento adecuado la convierte en perfecta, y te permite contraatacar con una pequeña ventana de invencibilidad muy provechosa) y que por ello parece funcionar mejor con los personajes que se centran en el cuerpo a cuerpo y que tienen más herramientas para elevar a los enemigos. En la demo, posiblemente por su alcance más limitado, me ha resultado mucho más divertido aprender a hacer largos combos inhabilitando a los enemigos en el aire, encadenando golpes y Artes hasta rematar con un gran ataque especial que adaptarme al ritmo mucho más lento y calculado de Rinwell, por ejemplo, que sin duda parece tener posibilidades pero cuyo manejo es mucho menos inmediato que el de los personajes que usan espadas o los puños.

Es un gran reclamo, de todos modos, que viene acompañado por un apartado audiovisual muy atractivo; hay algo casi redundante en esas montañas retorcidas que se erigen hasta el horizonte, o en la luna que deja ver su gigantesca forma en el cielo, que recuerda a otros juegos que buscan explotar la fascinación de los espacios abiertos (pienso en Xenoblade Chronicles 2, por poner un ejemplo sobre el que Tales of Arise puede llevar ventaja), pero jugando en PS5 ha sido un gustazo ver estos paisajes moviéndose de una manera tan fluida. Hay dos modos de rendimiento, uno que prioriza los frames por segundo y otro que hace lo propio con los «gráficos», sea lo que sea eso, a cambio de cercenar por la mitad el framerate. La diferencia bruta entre ambos modos es tan pequeña que no tener los frames por segundo como prioridad me parece barbarie pura.

Por lo demás, esta demo de Tales of Arise es un aperitivo que no intenta hacer mucho más que predicar a quienes ya tengan dentro la fe en una serie que lleva un cuarto de siglo en activo; quiero decir que tiene suficiente tracción como para no necesitar defensas o presentaciones. La misión principal no es nada del otro mundo (derrotar a un monstruo gigante para que te dejen entrar a un pueblo al que, de hecho, al final ni entras; te dejan con la miel en los labios, como se suele decir), pero los fragmentos del mapa que puedes explorar se llevan bien con la sensación de aprender el nuevo sistema de combate, que va abriéndose a la vez que descubres nuevas combinaciones de enemigos, nuevos materiales con los que crear accesorios para tus personajes; guiños a sistemas y dinámicas mucho mayores y que se escapan de los límites de esta demo, claro. Faltan todavía unas semanas hasta el 10 de septiembre, pero esta prueba es de las que me dejan con ganas de saber qué más tiene que ofrecer el nuevo Tales of.