El año que ahora termina será para siempre, también, el año en el que nos despedimos del E3.
Dos veces.
El 30 de marzo, cuando faltaban un par de meses para la vuelta al Convention Center de Los Angeles, la ESA anunciaba que no habría E3 2023. Ni presencial, ni digital, ni hostias; tampoco ReedPop, que había recibido el encargo de organizar esa edición, supo recuperar el interés de las principales compañías del sector. Microsoft, Nintendo y Sony ya habían dejado claro que no tenían intención de participar en la feria y el cambio de opinión de Ubisoft –Yves Guillemot, su CEO, dijo primero digo y después Diego– no invitaba al optimismo; con la tercera cancelación en cuatro años, con encuentros para olvidar en 2019 y 2021, la cosa pintaba realmente mal.
No muy lejos, en San Francisco, la Game Developers Conference venía de recuperar cifras de asistencia prepandemia la semana anterior. No se nos olvida que los desarrolladores, la industria, lleva años juntándose distintos sitios y momentos –iba a escribir «por suerte», pero acabo de leer otra vez sobre las denuncias por acoso y abuso que salieron también de ahí…
Con todo, y a falta de pan, el no-E3 se presentaba moderadamente interesante; si los tres fabricantes de consolas habían decidido preparar algo parecido a una conferencia, si teníamos una presentación azul, otra verde y también la roja, quizás podríamos ignorar el Summer Game Fest. Pero boy, oh, boy, como dicen aquellos, duró poco la ilusión. A finales de mayo, 622 días después de su último gran evento, Sony sorprendía con la emisión de un PlayStation Showcase terrible, apocalíptico, hasta arriba de extraction shooters para ejemplificar de un cambio de rumbo que nadie parece tener muy claro. Unas pocas horas después de que se anunciaran Fairgame$, Concord y Marathon, de hecho, llegaba el mensaje de Naughty Dog para explicar la ausencia de su propuesta multijugador –durante los siete meses que pasaron hasta la cancelación de The Last of Us Online no dejamos de debatir sobre la apuesta de PlayStation Studios por los juegos como servicio. Bastante mejor entraron en directo el Xbox Games Showcase y el Starfield Direct, por esas ganas y esa puesta en escena que sí recuerdan un poco más a las de las grandes ocasiones. Sin embargo, y aunque no me atrevo a decir que las presentaciones ya ha envejecido mal –eso dependerá de lo que acabe haciendo Fable, de si Avowed y Hellblade II llegan finalmente en 2024–, sí es evidente que a la odisea espacial de Bethesda le ha quedado un poco grande lo del punto de inflexión y lo del «este año sí». Ganó Nintendo, claro: con las expectativas bajo mínimos, porque a The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom le pega lo del canto de cisne, el Direct de junio coló el chispeante Super Mario Bros. Wonder y una nueva aventura de Peach entre los habituales refritos.
Y con Geoff Keighley, la historia (interminable) de siempre. Las hipnóticas burbujas del Summer Game Fest escondían solo un tráiler de Final Fantasy VII: Rebirth y la alineación del Opening Night Live, con más suplentes que titulares, es perfecta para una gamescom paradójica: desde casa parece un sarao cada vez más irrelevante, pero en agosto, ojo, pasaron 320.000 personas por el Koelnmesse de Colonia. Algo similar, por la disparidad entre el número de entradas vendidas y la cantidad de anuncios relevantes, pasa con el Tokyo Game Show.
Todo se arregló, por suerte, la mágica noche del 8 de diciembre. The Game Awards –ya nadie puede, por la cantidad de actores, arrancarle la etiqueta de «los Oscar de los videojuegos»– supo celebrar la diversidad dentro de Tencent mientras reivindicaba el arte del vídeo CGI. Queda para la historia el momento en el que Timothée Chalamet, director creativo de Elden Ring, pasaba el relevo a Swen Vincke al ser elegido Baldur’s Gate III mejor juego del año.
El lunes siguiente, casualidad o no, nuevo comunicado de la ESA: se acabó el E3 para siempre.
Más allá de los propios juegos –por suerte, ahora sí que sí–, a una parte importante de la industria le cuesta mostrar su mejor cara. Por aquí seguiremos contando los días que faltan para el siguiente Nintendo Direct (¡el de febrero es el bueno!) y será divertido ver a Phil Spencer paseando por más de treinta estudios en próximos Developer_Direct, pero uno tiene la sensación de que los megatones o los world premiere hay que buscarlos últimamente en informes financieros, juicios y filtraciones de todo tipo. Me pregunto ahora si, con el tiempo, el recuerdo del E3 acabará siendo un símbolo de nuestra ignorancia como jóvenes jugadores. Y es que el enésimo fracaso de la Entertainment Software Association, una entidad formada por las principales desarrolladoras y editoras, se produce cuando sus problemas son más evidentes y públicos que nunca. El plan de llevarse los estands al metaverso suena hoy a broma, pero me preocupa más otro meme: aquel del muñecote llorando de pura rabia tras la máscara sonriente.
¿Cuáles son los mejores juegos de 2023? ¿Qué temas han dominado la actualidad durante el año? ¿Qué nos conviene repasar antes de arrancar 2024? Durante los últimos días de 2023, el equipo de AnaitGames y sus olaboradoras y colaboradores exploran los temas, juegos y noticias más relevantes del año.
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Uf, el párrafo de TGA tiene la dosis justa de mala uva, sublime 🙂