A Nintendo le costó cierto tiempo encajar todos los juegos de la serie The Legend of Zelda en una única (aunque ramificada) línea temporal. La cronología oficial pone en fila las aventuras que tanto hemos disfrutado y les da un sentido mayor, una suerte de objetivo último que nos ayuda, a los que en el fondo no nos importa tanto que Zelda tenga un sentido mayor o un objetivo último, a dormir mejor por las noches, sabiendo que en el fondo existe el orden y que el universo sigue funcionando según el Gran Plan Cósmico. Hay quien duda de la validez de esta línea temporal oficial. «Si pudiera cambiar el mundo», escribía Ron Gilbert en 1989, en uno de esos raros textos sobre videojuegos que contienen una verdad esencial, «hay unas cuantas cosas que haría, y siendo sincero ninguna de ellas tendría nada que ver con ordenadores o juegos». La cronología de Zelda no importa.
Sin embargo, de repente llega The Legend of Zelda: Tri Force Heroes y todo cambia. Llevo varios días sin dormir por culpa de este juego. Link, el Héroe del Tiempo, siempre presenta una serie de peculiaridades; su gesta es única, y solo él, elegido por los dioses, puede llevar a cabo la heroicidad que termine salvando el mundo; Zelda, la princesa de la que habla la leyenda, a menudo deja de lado su papel de miembro de la realeza y pasa a la acción, porque tanto ella como Link son piezas esenciales dentro de una historia predefinida siglos atrás por fuerzas sobre las que el común de los mortales no tienen control, apenas conocimiento. Son personas importantes que participan en eventos cruciales y determinantes.
En Tri Force Heroes somos una especie de Link que, en un mundo en el que la superficialidad más grotesca se hunde como un navajazo trapero en todos los estamentos de la sociedad, desde la alta nobleza hasta las clases populares, lucha contra una bruja vanidosa que ha cambiado las elegantes ropas de la princesa Cursilinda por un atuendo hechizado. El rey Rizor (otro personaje tocado por la mala suerte de tener por nombre un juego de palabras, amén de ser más feo que un pecado) ordena buscar a un héroe que viaje a Harapia, donde se encuentra la bruja, y libere a su hija de la condena de ser cosplayer eterna del emoji de la caca con ojos. Los únicos atributos que debe cumplir el héroe son estilísticos: orejas puntiagudas, raya a un lado y abundantes patillas.
Es el segundo juego reciente de Nintendo, junto con Splatoon, que lega este poder absoluto a la moda, en lugar de los atributos cuasi divinos del héroe elegido por fuerzas superiores; quizá es la forma velada que tiene la compañía japonesa (centenaria y tradicional) de conquistar Occidente: adoptando las formas superficiales y efímeras y vanidosas del capitalismo individualista, en el que somos lo que compramos y vestimos.
Así comienza nuestra aventura: como el diseñador de moda que encuentra de súbito en un bar de la gran ciudad a su maniquí definitivo y lo eleva por encima del resto de los mortales, el Rey encuentra en nosotros la trifuerza de características estéticas que quiere para su héroe, y nos embarcamos en una aventura a tres mandos por Harapia, para detener a la bruja y devolver la harmonía a la moda de su reino. Aquí no hay un mapa interconectado en el que vamos encontrando mazmorras y puzzles a medida que encontramos nuevas maneras de interactuar con el mundo: en su lugar, y no pasa nada, tenemos una serie de menús sencillos y bien organizados que nos sirven para acceder a los distintos niveles y a las varias formas de jugar, solo o con dos personas, amigas o desconocidas.
La gracia, claro, está en esta cooperación. Tri Force Heroes podría no ser un Zelda y aun así funcionar muy bien, porque es un juego bien diseñado y con algunas ideas bastante inteligentes. Los que hayan jugado a Four Swords sabrán un poco de qué va el asunto: cada nivel está compuesto por una serie de zonas que presentan un desafío particular y nos piden que lo resolvamos con las herramientas que tenemos a nuestra disposición. A veces tenemos tres arcos, uno por jugador, otras dos arcos y un saco de bombas, y así con todas las combinaciones que se os ocurran; alrededor de esos ítems y de las distintas formas en que podemos combinarlos con la posibilidad de hacer una torre de Links (para alcanzar con nuestras flechas un nivel superior, por ejemplo, o para que un jugador acceda a un interruptor siendo lanzado por otro a una plataforma lejana) se estructuran los niveles.
El primer mundo es como me esperaba: un diseño de niveles sólido, con desafíos interesantes y un ritmo ágil acentuado por dos jefes finales, el primero algo simple y el segundo más complejo pero reciclado de A Link Between Worlds. Quizá no es el Zelda épico que querríamos, pero Tri Force Heroes tiene a su favor que el juego en el que se basa, el otro Zelda de 3DS, es una delicia que se ve y se juega de maravilla; es fácil olvidar que estamos luchando contra un jefe final al que ya conocíamos cuando colaboramos para eliminarlo, cogiendo y lanzando a los otros Links y utilizando los ítems y el escenario de formas interesantes para alcanzar sus puntos débiles.
Lo que he podido jugar de Tri Force Heroes me hace pensar en que está pensado para ser disfrutado entre amigos que compartan espacio físico, por cómo algunos objetos solo se consiguen jugando en local (las señales de héroe) y por las facilidades que da para que tres personas jueguen con un solo cartucho. Ahí tiene menos sentido el sistema de comunicación por iconos, crucial en el juego online, donde necesitamos tirar de herramientas externas si queremos comunicarnos por voz; nada de hablar por el micrófono de la consola; la otra forma de jugar es solos, y ahí no tenemos por qué comunicarnos con nadie: controlamos al Link principal y a dos clones de madera, y el tipo de desafío que se nos propone cambia mucho, porque ya no solo tenemos que coordinarnos con los otros sino también descifrar la forma óptima de cambiar de un Link a otro, la secuencia de acciones correcta, digamos, para llegar hasta la meta del nivel o derrotar a los jefes. Jugar solo no es lo más divertido ni lo más recomendable, pero sí ayuda a ver mejor la estructura de los puzzles, al tener que encajar nosotros mismos todas las piezas para superarlos.
Me falta mucho Tri Force Heroes por jugar, pero no creo que tenga muchas sorpresas por delante. Esto es triste y a la vez es una pequeña alegría: es un aperitivo agridulce de cara al esperado nuevo Zelda de sobremesa, sobre todo para los que no llegamos a disfrutar del todo Four Swords y su deconstrucción arcade de las aventuras de Link, pero me cuesta enfadarme con un juego que está bien diseñado, que ofrece retos inteligentes, que se divierte divirtiendo. Me cuesta enfangarme en diatribas sobre el punto de la cronología de Zelda en el que encaja bien Tri Force Heroes, porque aquí ni a Nintendo le importa. Y no pasa nada.
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Tiene muy buena pinta. Ojalá tuviera dos amigos gamer con los que jugar…
Le tengo muchas ganas, mas desde que se que dos compañeros van a pillarselo para jugar los 3 juntos.
No pinta mal.
@marcos_g
Nintenderías.
—-
La verdad es que el juego pinta espectacular. No imaginaba que Nintendo apostaría por la moda como contexto en algún Zelda. Es decir, en Splaaton obviamente combina, lo veria valido también en un Mario, con sus trajes y demás, pero en un Zelda es completamente inesperado.
Se puede jugar a dos en local?
@shikanda Creo que no, cosa que me parece un error :l
Yo le voy a dar bien fuerte con los de la oficina y con otros amigos nintenderos.
@borjazz
Si te quieres unir algun dia, estas invitado.
Pues yo ni le tengo ganas, ni me dice nada, ni me lo voy a comprar por la simple desgana con la que parece que trate Nintendo este producto.
Lo veo como un trámite, un juego sin mimo y sin cariño. Un juego para salir del paso en esta época de sequía de la consola.
De nuevo, amor puro y duro.
@savagesteak Muchas gracias SavageSteak, lo tendré en cuenta 😉
La verdad es que estoy sorprendido. No esperaba nada de este Zelda y, por lo visto, al final resultará un título muy a tener en cuenta.
Como siempre excelente texto.
Gracias.
es que con nintendo la cosa es básica, se inventan una mecánica nueva por cada juego, la entienden y luego la complementan hasta mejorarla en el final. Es que es la diversión pura.
@chiconuclear
He empezado a jugarlo hace nada y me esta encantando, pero la cosa pierde bastante cuando la conexion es regulera y sufres cierto LAG.