Bethesda ofrece una recompensa de 500 átomos a los compradores de la Power Armour Edition de Fallout 76

Mezclando arte y mucha mala baba, muchos jugadores han empezado a llamar bag-gate (bolsagate) al chasco que han sufrido los compradores de la Power Armour Edition de Fallout 76 con la calidad del merchandising que acompaña al juego. La edición, que se vendía como la más completa y exclusiva de todas, incluía, además de la versión física del juego con una caja metálica, un casco de servoarmadura T-51 a escala real, un mapa del mundo a color y fluorescente de 53×53 cm, 24 figuras coleccionables y varios objetos in-game, además de, y aquí viene la polémica, una bolsa de lona de West Tek. La sorpresa para los compradores, que habían desembolsado 200 euros o dólares dependiendo de la región, ha sido encontrar que esta bolsa de tela había sido reemplazada ,sin aviso previo, por una de nylon barata, muy similar a las azules, popularizadas por Ikea.

Muchos fans no se limitaban a señalar este cambio inesperado en la calidad del producto sino la modificación en la descripción de la edición en la web que la compañía había realizado previendo el chaparrón que les venía encima. Una acción desconsiderada y muy fea, que para los usuarios convertía lo que podía haberse percibido como un fallo en la comunicación en una «total mentira» y una manera cutre de «cubrirse el culo». Pero este no sería el único movimiento reprobable por parte de la Bethesda. Al contactar con atención al cliente para poner una reclamación, los usuarios comenzaron a recibir respuestas automatizadas en las que se dejaba claro que Bethesda se lavaba las manos en el asunto: «la bolsa mostrada en la campaña era un prototipo muy caro de producir. No estamos planeando tomar ninguna acción al respecto».

Por supuesto, y dada la antelación con la que se presentó la edición, no podíamos esperar que la imagen fuera una foto auténtica del producto. Sin embargo, y dado que el coste de fabricación de la bolsa es algo que deberían haber conocido semanas antes de enviar el paquete, es llamativa la falta de comunicación con sus compradores, que ven detrás de esta maniobra un intento de evitar las cancelaciones de última hora. Es importante señalar que lo ha hecho Bethesda entra dentro del ámbito de la publicidad engañosa ya que, no es que el producto se haya embellecido digitalmente, es que los materiales de fabricación son diferentes a los prometidos específicamente en la descripción.

A raíz de las preguntas de los medios, Bethesda ha admitido su mala actuación pero ha acabado por reincidir en las conductas cuestionables cuando ha decidido culpar a los encargados de atención al cliente por las respuestas, argumentando que son una subcontrata y el texto enviado no había sido aprobado por ellos, algo que para cualquiera que haya trabajado en comunicación es difícil de creer. Bethesda seguirá sin entregar la bolsa prometida a los compradores y, en un intento de resolver la situación, entregará a los afectados 500 átomos, lo equivalente a 5 euros en moneda in-game. Una compensación irrisoria.

Se suman los motivos de descontento para los fans de Fallout. Más allá de los materiales de la bolsa, el juego tampoco parece que cumpla con las expectativas formadas. Mi compañero Pinjed ha tenido la oportunidad de sufrirlo y señala en su texto que es un estropicio a todos los niveles:

Creo que recaer es una palabra que aparece a menudo en el inconsciente de quien juega a Fallout 76; hay muchas cosas recayendo. Recae en la exploración emergente la capacidad de sorprender narrativamente (una tendencia que ya percibíamos en Sea of Thieves) y sobre todo recaer en los jugadores la responsabilidad o el deber o la misión de hacer de Appalachia un lugar interesante. Quizá ese sea el mayor de todos sus problemas: el juego confía, con una ingenuidad diría que impropia, en que sean los jugadores quienes entiendan que deben aceptar un rol en ese mundo, convertirse en comerciantes o en constructores o en políticos, formar comunidades y asentamientos; gente que viva en un mismo lugar y lo haga expandirse y desarrollarse, que contribuya y que conviva.

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