Desde Los Angeles: Forza 5 gana el E3 con el primer juego realmente next-gen

No quería centrarme en los gráficos en este E3, por mucho que sea lo más tangible con que podemos empezar a valorar los juegos con que estrenaremos nuestras nuevas consolas. Es complicado, sin embargo: en un show diseñado para que todo entre por los ojos, no es fácil no estimular la vista constantemente. Forza Motorsport 5 tiene mucho de eso; no lo considero el primer juego de próxima generación sólo por eso, por suerte: el talento de Turn 10 va bastante más allá, y lo han demostrado presentando algo que realmente justifica ese «poder de la nube» con el que Microsoft nos va a bombardear, id preparando los cascos, durante un buen tiempo. Hablo de los Drivatars, esas inteligencias artificiales dinámicas que aprenden de los jugadores para mejorar y cambiar a medida que conducimos.

Este sí es un motivo de peso para estar conectado constantemente. Ni actualizaciones, ni biblioteca de juegos en la nube, ni nada: el Drivatar es el primer uso realmente interesante y con peso en los juegos que hemos visto. La idea es más o menos simple: nuestro Drivatar es un «perfil» en el que el juego almacena, vía la nube, datos sobre nuestra forma de conducir. Así, aun cuando nuestros amigos no están conectados y jugando activamente podemos competir contra sus Drivatars, reproducciones, se supone, más o menos exactas de sus formas de jugar.

A la nueva generación algunos le pedíamos formas más interesantes de interactuar contra otros jugadores humanos, y otros mejoras en la inteligencia artificial. Drivatar avanza en ambas direcciones.

Curiosamente, el avance gráfico no es tan grande. Que no se malinterpreten estas palabras: Forza 5 es un juego absolutamente despampante, un prodigio visual, un serio candidato a asesino en masa por stendhalazo puro. Sin embargo, Forza 4 ya era algo así: como decía al escribir sobre Need for Speed Rivals, una vez alcanzada la reproducción casi perfecta del mundo real sólo queda empezar a hilar más fino, atacar el detalle y la imperfección. De eso saben mucho en Turn 10: en los momentos previos a la carrera, cuando la cámara se para en todos los detalles del coche (los interiores, los acabados de los neumáticos, el chasis), a veces me era complicado creer que no fuera un vídeo con un coche real grabado. De no ser por algunos detalles que dejaban claro que era un modelo tridimensional, resultaba complicado distinguir el McLaren P1 real que tenía enfrente mientras jugaba del modelo en 3D que estaba en la pantalla.

A la hora de ponerse a los mandos la cosa es incluso mejor. Ya comenté en el artículo sobre los mandos de las nuevas consolas que los gatillos de Xbox One no tienen la vibración sólo por tenerla. De nuevo, en la mano de Turn 10 está demostrar por qué las novedades del mando tienen sentido, y lanzar la primera cuerda hacia el futuro. Así como el resto de juegos no me impresionaron demasiado, Forza 5 me dejó totalmente boquiabierto por cómo mezclaba maestría técnica con buenas ideas de diseño, y todo de una forma tan rotunda, tan sólida y tan incontestable que parece increíble que sea este el juego con el que muchos estrenaremos la consola. Es un juego maduro, que se nota formado y redondo, sin las prisas y asperezas del principio de una generación; es un juego al que se le ve la mirada puesta en lo que está por venir, que no quiere redundar en lo que ya conocemos.