E3 2019: No hay motivos para enfadarse con la tibia conferencia de Xbox

Las conferencias del E3 no siempre son igual de agradecidas. Este año, con Sony ausente, todos los ojos estaban puestos en Microsoft; puede parecer una posición privilegiada pero también tiene sus inconvenientes: era el momento perfecto para hablar de Project Scarlett, su nuevo hardware, pero la distancia de la fecha de lanzamiento (finales de 2020) y una sabia predominancia de los juegos hicieron que la parte dedicada a la nueva máquina no fuera tan distinta a la del año pasado como seguramente habría gustado a mucha gente.

Menos explicaciones tiene lo de los first party, quizá menos catastrófico de lo que las reacciones viscerales de los fans pueden dar a entender pero aun así difícil de digerir. Halo y Gears of War, las dos grandes sagas de Xbox, tuvieron una presencia rara: la primera, con Infinite, emplazó al lanzamiento de Scarlett, de cuyo catálogo inicial será una de las estrellas, con un vídeo más impresionante de lo que pudo parecer en directo pero al que aun así se le podía pedir, no por capricho, algo de gameplay; a Gears 5 sí le habría ido bien enseñar alguna misión de la campaña y sin duda una partida, aunque no fuera entera, del nuevo modo Escape. Con todo lo que llevaron (se cumplió la famosa promesa de catorce juegos), faltó peso en la producción propia: muchos pensábamos que este sería el momento de empezar a ver el resultado de esa ronda de adquisiciones del año pasado, pero entre «viejos conocidos» y filtraciones casi todo lo que se vio supo a poco. En ese sentido, la gran sorpresa de la noche fue otra compra: Double Fine, el estudio de Tim Schafer, una compañía tremendamente interesante.

Por lo demás, la conferencia de Xbox fue de manual: con sus momentos para el recuerdo (el mejor de ellos esta vez protagonizado por Keanu Reeves), sus picos de interés, sus valles suaves en los que el ritmo baja… Microsoft le tiene bien cogido el punto a este tipo de presentaciones-espectáculo, e incluso cuando las buenas decisiones parecen no acompañar lo cierto es que consiguen reunir títulos para todos los gustos, desde grandes superproducciones como Cyberpunk 2077 hasta juegos independientes tan sugerentes como 12 Minutes.

En el terreno de los favoritos, por mi parte elegiré tres. El primero, claro, Elden Ring: lo nuevo de From Software viene con dos firmas de primer nivel (una me interesa menos que la otra, pero las dos pueden dar como resultado un juego tremendo) y aunque el tráiler fuera, de nuevo, un vídeo sin gameplay ni nada parecido me resulta imposible no rendirme ante la delicadeza y la potencia de las imágenes que se ven en él, tan distintas a la avalancha de testosterona y rebozado grasiento que solemos presenciar en este tipo de ferias. (Lo mismo pienso de Ghostwire: Tokyo, pero de eso ya hablaremos.) El segundo, Flight Simulator: a nivel tecnológico va a dar que hablar, pero me interesa sobre todo la manera en que podemos redescubrir este veterano simulador de vuelo como juego zen con el que relajarse, a la manera de los Truck Simulator a los que tanto cariño tenemos por aquí; además, creo que es uno de esos «juegos» marca Microsoft que enlazan con mucha gracia con el legado de la compañía en el mundo del PC.

El tercero, Game Pass: entre el desembarco en PC, los nuevos títulos que se suman al catálogo tanto con ordenadores como en consola (con ese Metro Exodus tan apetecible como adición más espectacular) y la unificación, por fin, de esta suscripción con el Gold necesario para jugar online, creo que es innegable que el formato Game Pass sigue haciendo méritos para ganarse a todo el mundo, tanto fans de la marca Xbox como jugadores de todo tipo que simplemente busquen una forma poco complicada de acceder a videojuegos de ayer y hoy, como se suele decir, sin complicaciones y con la cada vez menos ocasional alegría que dan los estrenos que llegan al servicio day one. Igual no es la gran noticia que se espera de un E3, pero yo voy a jugar a Metro Exodus, y los treinta y pico que están por venir, con mucha alegría.