El desarrollo de Metro: Last Light no fue precisamente un camino de rosas

El antiguo presidente de (la antigua) THQ, Jason Rubin, ha hablado en GamesIndustry, con un texto a medio camino entre el post mortem y la crónica de guerra, sobre las condiciones precarias del desarrollo de Metro: Last Light, creado por 4A en Ucrania. No fue un desarrollo sencillo. «El presupuesto de Last Light ha sido menor de lo que algunos de sus competidores se gastan en escenas cinemáticas, un simple diez por ciento del presupuesto de sus competidores más grandes», dice Rubin en el texto. «Aun así es laureado por su historia y su atmósfera. Está construido sobre un motor de segunda generación propio que compite con secuelas que han dejado de numerarse, con más ingenieros en su tecnología que los que 4A ha tenido en todo el proyecto». No sólo fueron presupuestarios los problemas de 4A: Rubin habla de cómo «el personal se sentaba en sillas plegables», de cómo era imposible comprar sillas de oficina no sólo porque tendrían que comprarlas de contrabando en Polonia, sino porque no entraban en el estudio (más pequeño que el gimnasio de las oficinas de EA en Los Angeles, asegura Rubin); habla de apagones eléctricos, «la norma para 4A», de sesiones de trabajo sin calefacción ni luz, trabajando con generadores; de kits de desarrollo introducidos en el país directamente desde Estados Unidos, en mochilas y a riesgo de que fueran robados por agentes de fronteras con una idea algo flexible de su trabajo. «Lo único por lo que 4A está llevándose más mérito del que merecen es su creatividad para los entornos terroríficos, oscuros y post apocalípticos del juego. He estado en Kiev de visita, así que sé que solo tuvieron que salir a la calle para tener referencias», dice Rubin, medio en broma y medio en serio. «Aunque cualquier jugador puede disfrutar de Last Light sin conocer esta historia», confiesa Rubin, «creo que conocerla hace que sea mucho más dulce. Es interesante que Pele fuera el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, pero es incluso más interesante saber que aprendió a jugar descalzo porque no tenía dinero para comprar zapatos», pone como ejemplo. «Si te importa el arte de hacer juegos tienes que preocuparte por más que el producto final. La lucha y el viaje forman parte de la historia. Como en el deporte, celebras que el desamparado salga adelante y triunfe contra todo pronóstico». Tomamos nota. Merece la pena leerse el texto completo, por cierto, aquí.