¿Es The Game Awards la gala de premios que los videojuegos necesitan?

El día 5 de diciembre se celebra en Las Vegas la primera edición del The Game Awards, una nueva fiesta del videojuego que busca premiar a los mejores del año. Nada nuevo, en teoría: los Spike VGA posteriormente llamados VGX eran el referente de cada año, los Oscar del videojuego, con todo lo bueno y lo malo que ese paralelismo conlleva. Pero si de algo se han ido quejando quienes seguían estas galas es de un claro sentimiento de autodesprecio, de quitarse valor, que parece haberse ido agravando cada año hasta el punto de hacerse entregas de premios casi improvisadas, frente a un panel de cartón entre entre entrevista y entrevista. Una estatuilla, una palmadita en la espalda, un whisky y a dormir. La sensación de que los VGX le interesan más a los jugadores que a sus propios organizadores ha estado siempre muy presente y esa distancia entre público y producción ha crecido año tras año. La imparcialidad discutible, el criterio del jurado o las influencias de las grandes compañías son un debate estéril que va de la mano con cualquier entrega de premios más o menos popular, y más en una industria tan obsesionada con la promoción; ese debate no es el que se origina de esta reformulación, sino algo mucho más a la vista de cualquiera y menos sujeto a controversias y conspiranoia: la ausencia de unos premios con más pompa, más grandilocuencia, más amor propio. Pese a cierta sensación continuismo con la conducción por parte del hombre sin alma Geoff Kighley al frente de la primera gala de los The Game Awards (una decisión algo cuestionable, para empezar) y el hecho de que aún no se sepa nada de un hipotético VGX 2014, el propio presentador y otros medios como Variety han hecho hincapié en que no se trata de un spin-off ni un cambio de formato de los premios emitidos por Spike TV, y de hecho ni siquiera aparece Viacom entre sus productores. Al contrario: estos premios parecen un nuevo proyecto, producido por casi toda la plantilla de la Entertainment Sofware Association y algunos más (Valve, EA, Sony, Microsoft, Kojima Productions, Rockstar, Ubisoft, Warner, entre otros), con la mirada puesta en una entrega de premios mucho más tradicional, una gala con números musicales y homenajes acompañando a los necesarios anuncios exclusivos y primeros tráilers obligatorios. La idea, a tres semanas y media de comprobarlo, parece corregir de una vez por todas ese déficit de autoestima de los Spike VGA/VGX: equipararse por fin a los Oscar, los Emmy, los Grammy o los AVN Awards, celebraciones de sectores distintos que se mimetizan entre sí y ponen la dosis de elegancia, consciente impostura y teatralidad necesarias para que los consumidores hagan un ejercicio de mitomanía, que se remueva un poco el cocido de la industria para que huela más, que se celebre el medio y que la gente que hace videojuegos tenga una pequeña meta más, una posibilidad de reconocimiento un poco más allá de la recaudación y las notas.