Rare incluye estrategias anti-toxicidad en Sea of Thieves

Parece un mal endémico. No hay multijugador en el que no se desarrollen en mayor o menor medida comportamientos abusivos dentro de la comunidad. El anonimato, unido al ambiente competitivo, la presión de grupo y la adquisición involuntaria de roles, están entre los factores que los expertos señalan como culpables de que una minoría perpetúe comportamientos tóxicos ante inacción de los demás. Bullying digital indiscriminado que los creadores de Sea of Thieves no solo reconocen sino que han tenido en cuenta en el diseño.

Durante una de las conferencias de Microsoft en la GDC —centrada precisamente en los problemas del modo multijugador—, Jerome Hagen, que se encarga de investigar la experiencia de usuario para la marca, comentó que entre las tácticas de Rare para evitar jugadores problemáticos se encuentra la inclusión de celdas en la parte inferior de las embarcaciones que pueden ser usadas a modo de castigo siempre y cuando la mayoría de los tripulantes voten a favor. Hagen destacaba que la medida da total libertad a la comunidad para autoregularse a la vez que combina perfectamente con la temática y ambientación del juego. Otras de las herramientas establecidas incluyen la expulsión definitiva, vía votación, de los marineros reincidentes y la posibilidad de «teletransportar» el buque a otro punto del mapa si están siendo acosados por trolls de forma reiterada.

Para Hagen todas estas políticas «no solo disminuyen un problema sino que añaden diversión al hacerlo». Mi visión, sin embargo, no es tan optimista. Dar el poder a la mayoría, cuando los jugadores problemáticos suelen ser precisamente los más temibles —a los que nadie quiere enfrentarse— podría agravar el problema que quería evitarse. Aunque es cierto que los usuarios tóxicos son un pequeño porcentaje muy ruidoso, si la comunidad estuviera dispuesta a plantarles cara y a no tolerar el abuso que, en muchas ocasiones, se dirige a los menos privilegiados, el problema se habría resuelto sin necesidad de implantar ningún mecanismo. No sucede así. Ni en los juegos ni en el mundo real. En mi opinión, el problema de la toxicidad y los abusos no debería ser combatido con herramientas de uso ambiguo sino con una política de cero tolerancia. Este tipo de mecanismos, sin control por parte de moderadores o jueces, podría convertirse en un instrumento para castigar a cualquier que no comulgue con el grupo. Una herramienta para la tiranía. 

No tardaremos mucho en ver cómo ha resultado este experimento que plantea Rare. Sea la solución o un agravante, sin duda será interesante para todos los desarrolladores deseosos de mejorar las comunidades online.