God of War Ragnarök se ha convertido en el lanzamiento más exitoso de la franquicia en Reino Unido, tal y como indican los datos de GfK publicados por GamesIndustry. Las cifras, importante aquí, solo tienen en cuenta las ventas en formato físico.
Según nos cuenta el mismo medio, parece claro que también se ha alzado como el juego número uno en las listas de ventas, un hito que se ha cumplido en varias ocasiones a lo largo de la saga: God Of War 2 superó al primero cuando se publicó en el año 2007 (para PS2, más tarde en PS3), de igual forma que lo hicieron God of War 3 en 2010 y la entrega que reinició la saga en 2018.
Los únicos GoW principales que no lo consiguieron fueron el primero de todos de 2005 (en el quinto puesto) y el God Of War Ascension de 2013, que se quedó en el segundo puesto solo por detrás del reboot de Tomb Raider.
Dorian Bloch, director de GfK, le recuerda a GamesIndustry que el God of War de 2018 era hasta ahora el título más vendido de la serie, y en el año de su salida «ocupó el quinto lugar por unidades e ingresos en los números de Sony». Con respecto a este Ragnarök, Bloch ha añadido que el 55% de las ventas de PS5 esta semana vinieron con el pack que incluía la consola con el nuevo título de Santa Monica Studio.
Lo único que falta aquí, claro, es saber qué proporción de ventas componen las copias de PS4 y cuáles han sido de la actual generación de Sony.
A pesar de que podía parecer que este nuevo God of War podría pasarse de complaciente y conformista, mi compañero Víctor Martínez destacaba en su análisis que consigue superar estas expectativas, con unos Kratos y Atreus que ganan más peso aún gracias a una secuela ambiciosa y compleja. En sus propias palabras:
God of War Ragnarök sabe no solo estar a la altura sino superar las expectativas. Sabe jugar la carta de la sorpresa sin resultar repetitivo; tiene la mano llena de sorpresas y sin embargo nunca sabes cuándo va a sacar una. Pero no es vulgar: es, de hecho, uno de los juegos más conscientes sobre su propio significado que he jugado en un tiempo. El buen pulso con el que dibuja a sus personajes es formidable; si una de las claves del God of War de 2018 fue atreverse a acercar la cámara, en God of War Ragnarök lo es que Santa Monica se atreva a acercarla más a fondo, permitiéndonos conocer mejor a esa gente con la que vamos a compartir tantas horas (quizá alguna más de la cuenta, si se nos atraganta algún paseo que otro), y también que haya aprendido a alejarla cuando hace falta. Eso, amigo Kratos, es crecer.
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Es siempre alentador que un trabajo bien hecho reciba buenas ventas. Ojalá haya GOW para rato.