Una competición épica: dos puestos de comida rápida luchan por la supremacía callejera, intentando atraer al máximo número de clientes a base de carteles luminosos cada vez más estrambóticos y llamativos. Esta es la premisa de Grab Them By The Eyes, el nuevo juego de Terry Cavanagh, creador de clásicos modernos como VVVVVV o Super Hexagon.
Es un juego cortito (merece la pena jugarlo entero: no dura más de 15 minutos) en el que somos Jay, un tipo de aspecto bonachón y posible trasunto cocinero de Super Mario. Mediante un sencillo minijuego de cartas, tenemos que ir diseñando nuestros carteles en cada turno, uno por día de la semana, e intentar que nuestro puestecito tenga más clientes que el de Filthy Burger, nuestros mucho más odiosos competidores.
Cada cartel se compone de varios elementos (mensaje, color, efecto, borde) que tenemos que combinar con la mayor efectividad posible: antes de la ronda de diseño, hacemos un paso por la tienda de carteles en la que tenemos que calcular cómo conseguir los mejores carteles, los que más clientes atraen, por el menor precio posible, y luego combinarlos de la mejor forma. Después toca poner nuestra estrategia publicitaria en marcha: los clientes irán pasando por el puesto que más les entre por los ojos, día tras día, hasta determinar cuál ha tenido más afluencia a lo largo de la semana, y por tanto cuál se queda con el privilegio de esa esquina: el veterano Jay o los recién llegados Filthy Burger.
Se entiende sin demasiadas explicaciones y no es un juego difícil, algo inesperado en Cavanagh. En este caso, más importante es el mensaje: en ningún momento importa la comida que sirven los puestos, y lo único que determina la victoria es la estridencia de la publicidad.
Acaba siendo un jueguecito muy triste, con esos consumidores grises y sin expresión que se guían como zombies exclusivamente por el movimiento hipnótico de las letras multicolor, esos profesionales de nueva ola que imponen su estrategia de marketing agresivo en un entorno que parecía libre de eso y el pobre Jay, forzado a entrar al trapo para intentar mantenerse relevante.
De Cavanagh hay que fiarse: no por nada hizo un Flappy Bird mejor que Flappy Bird, como quien se hace un sandwich para merendar.
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Como diseñador gráfico dedicado a la publicidad, I APPROVE.
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Joder, el puto Terry es un jodido genio. Acabo de pasármelo y es una joya como la mayoría de sus juegos. Mis dieses para este puto dios y a @chiconuclear, su profeta que nos ilumina descubriéndonos esto.
Otra joyita más de Cavanagh. Merece la pena revisar su blog de vez en cuando, hace varios juegos al año y de vez en cuando deja artículos muy interesantes al respecto.
Creo que este juego es una reflexión resultado de la competencia en el mundo del videojuego, un mundo en el que los indies casi se tienen que preocupar más de la promoción del juego que del desarrollo en sí y se convierte en una tarea ingrata.
Muy interesante esta entrada @chiconuclear y no lo digo por complacencia; en los medios que leo habitualmente no encuentro este tipo de notas informando sobre proyectos que, aunque pasen desapercibidos, resultan de gran interés para muchos.
Yo estudio marketing y he de decir que es un juegazo, aporta valor añadido al producto la luminosidad del cartel
A Terry Cavanagh lo admiro porque es un maestro a la hora de diseñar videojuegos arcade. VVVVVV y Super Hexagon me hicieron cambiar mi percepción sobre el neo-arcade. Sin embargo, me parece curioso que Cavanagh quiera hacer algo medianamente serio. Lo probaré a ver qué tal. Me parece una propuesto algo similar a Cart Life en el sentido de que es un juego que refleja una realidad social.