Esto es lo que hay con Hitman: Sniper Challenge

Hace años que no reservo un juego. Y no, que os veo venir, esto no tiene nada que ver con el hecho de que algunos nos los manden; sigo comprando, con ganas y en cantidades muy razonables, pero he descubierto que las cosas no se agotan con facilidad y simplemente no me compensa el esfuerzo adicional en concepto de planificación. Si alguien piensa que eso cambiará con una pistola dorada o una camiseta que, joder, no me pienso poner ni para dormir, que siga pensando. Que siga hasta dar con algo que tenga que ver con Bayonetta o con una experiencia independiente, planteada como una pequeña píldora contra el ansia. Eso es este Hitman: Sniper Challenge, el premio por reservar Hitman: Absolution que puedes descargar ya mismo con el código que te darán en la tienda. ¿No? ¡Que venga el encargao! Pan comido, la misión con la que el Agente 47 empieza a calentar. Tiene unas vistas privilegiadas de la fiesta en la azotea cercana y su objetivo, un pez gordo de la industria armamentística, llega siempre en su helicóptero por la izquierda. No hay que encontrarlo entre la multitud, no hay que identificarlo a partir de las pistas que Diana nos podría susurrar por el pinganillo. Esto no es Spy Party. En unos pocos segundos puedes eliminar al empresario y ver como enloquecen sus trece guardaespaldas. Pero eso no es Hitman: Sniper Challenge. Lo verdaderamente importante aquí son los puntos y el interés viene por la forma de conseguirlos. Para empezar está aquello del manual del buen asesino, lo de la discreción y la limpieza. Para cargarse a los 14 blancos sin que nadie se entere, añadiendo así un x2 al numerito final, es necesario tener algo de paciencia, estudiar un poco los movimientos del séquito y «esconder» los cadáveres siempre que puedas; vale, en ese sentido, hacer que caigan a la calle o en la fuente que decora la terraza. La inteligencia artificial no es prodigiosa, pero está bien como está, tieniendo en cuenta tu nulo margen de maniobra. Cuentan también la habilidad y los reflejos, claro. El eterno disparo en la cabeza o el acierto sobre un blanco que se movía en el momento de parar la bala vienen con unos pocos puntos adicionales, que pueden ser muchos cuando se hacen lo bastante rápido como para convertirse en rachas. Más importante, por dar especial sentido a la rejugabilidad, es el componente ¿Dónde está Wally?, un puñado de retos que exigen mirar bien en cada rincón para, por ejemplo, encontrar a un ninja o descubrir cómo se puede tirar a alguien por el hueco del ascensor. Son desafíos moderadamente variados y basta con realizarlos una vez para que se queden, para todas las partidas que vengan, subiendo el multiplicador. Entre esto y los piques en los marcadores ((1.800.000 y tengo yo, por si interesa.)), la cosa se puede estirar durante unas pocas tardes. Este canapé de Hitman es, pues, una iniciativa interesante y una apuesta decidida: una mezcla de misión normal, mini-juego y fase de bonus que se mueve con el mismo Glacier 2 que veremos en Absolution —las multitudes y las distancias no son muy amigas del detalle gráfico, pero se intuye algo técnicamente destacable— y sirve para desbloquear algunas cosas en ese título: el rifle de precisión y habilidades relacionadas como lo de contener la respiración y ralentizar el tiempo, que aquí se hace manteniendo el gatillo derecho a la mitad de su recorrido. Comparto opinión con Dan Whitehead, quien comenta en Eurogamer.net que poner esto a disposición de todo el mundo sería una forma mejor de reintroducir a un Agente 47 que lleva demasiado tiempo de vacaciones. Aunque para eso ya habrá una demo, suponemos, y prefiero esta técnica para intentar captar compradores al típico retraso a principios del año que viene.