Juegos para jugar con amigos (al lado)

En marzo del año pasado celebramos los 100.000 suscriptores del canal de YouTube de Eurogamer, y aprovechamos para estar un rato con los lectores y grabar un podcast. Fue un momento perfecto también para poner a prueba Nidhogg y Samurai Gunn, dos de esos couch multiplayers que tanto dieron que hablar en 2014: el año en el que jugar en la misma pantalla volvió a estar de moda. Si es que dejó de estar de moda en algún momento, claro. Los fans de FIFA o Pro Evolution Soccer podrán decir que no; yo mismo he tenido la suerte de haber podido dejar mi marca, en la tabla de tiempos y también en varios sofás de España, jugando a Mario Kart 64 ya con el de Wii en la calle. Uno de los motivos por los que Fight Night Champion caló tan hondo por aquí fue por lo mucho que se prestaba al multijugador local: mete unos cuantos amigos y apuestas y tienes la noche hecha. La oferta ha ido disminuyendo, pero lo de compartir pantalla para cooperar o competir es algo que nunca se ha terminado de ir. 2014 fue un año especialmente bueno para los que saben que compartir es vivir; impulsados por la ola de frescura que ha aportado lo indie y las barreras de precio inferiores, los multijugadores locales están viviendo una feliz nueva juventud, más creativa y más llena de posibilidades que nunca. Los ya mencionados Nidhogg y Samurai Gunn son dos exponentes fantásticos de esta nueva ola de multijugadores locales independientes. En común tienen un planteamiento simple y un aspecto legible y atractivo; para que este tipo de juegos funcionen, saber cómo seguir e interpretar lo que ocurre en pantalla es tan importante para los espectadores como para los que tienen los mandos. Puede que Nidhogg no sea un party game por definición, pero, como pasaba con los clásicos de las recreativas, acaba siendo tan atractivo para los que están jugando como para los que miran: ver partidas de Nidhogg nos enseña a jugar, nos descubre nuevas estrategias, formas que no conocíamos de aproximarnos a algo tan simple como ir hacia un lado intentando dar esquinazo a un rival hasta lanzarnos de cabeza a las fauces de un monstruo, hacia la muerte, objetivo final del juego. Es un juego con un sentido del espectáculo fantástico, en buena medida por cómo gestiona el humor: la muerte, que en la mayoría de juegos representa el estado de derrota, es aquí el final victorioso, un giro cómico muy bien encontrado y que, como sabrá cualquiera que haya tenido la suerte de participar en una partida grupal a Nidhogg, siempre tiene algo de catártico y de humorístico, aunque lo hayamos visto mil veces. En el otro extremo están los que ni siquiera necesitan pantalla: incluido dentro de Sportsfriends (hace poco estuvo en la colección instantánea de PlayStation Plus), Johann Sebastian Joust es un videojuego casi de forma marginal. No tiene gráficos, solo sonido. Cada jugador tiene un PlayStation Move y su objetivo es mantenerlo recto, a la vez que intenta desestabilizar al resto; la música es lo importante, porque del tempo depende la sensibilidad del Move: cuanto más rápido sea el tempo, menos sensible es nuestro mando y más podemos permitirnos hacer movimientos bruscos para que nuestros amigos pierdan. Es el menos convencional de los juegos que incluye Sportsfriends, una colección realmente formidable de chifladuras multijugador. A pesar de que en la era de las redes sociales y comprar la ropa interior por internet haciendo un solo clic parezca cada vez más un lujo, el multijugador local sigue ahí. Por cada shooter en primera persona que ha dicho adiós a la pantalla partida en favor del online, hay un juego indie diseñado con las partidas con amigos en mente; muchos arcades de carreras ya prefieren ser jugados por internet, pero jugar a cuatro a Mario Kart 8 en la misma tele es una de esas cosas que le ponen a uno una sonrisa en la cara. La parte fea de la carrera tecnológica: exprimir una consola en el modo para un jugador va haciendo cada vez más difícil que las pantallas partidas sean posibles, y cada vez más jugadores prefieren aprovechar la mayor velocidad a internet para jugar desde su casa, comunicándose con sus amigos a través del micro. Pero el hambre está ahí; hilos como este de Reddit dejan claro que existe un interés genuino por el couch multiplayer, y no hay lobby de Call of Duty que pueda reemplazar el bullicio de tener a los amigos en casa, calentando el sofá y lanzando improperios a la pantalla. Aprovechad el fin de semana para desconectar el router, quedar con los amigos y jugar a algo. Os lo merecéis.