Kim Swift derriba el paraíso laboral de Valve

Nuestro gozo en un pozo. Parece que la gloriosa espiral de bondad profesional que se respiraba en el manual del empleado de Valve que nos trajo Pep —y que, en efecto, es lo puto mejor—, al final no vienen a ser más que monsergas, palabrería y promesas rotas. Lo que más llamaba la atención del manual era esa estructura tan particular en la que no había jefes, solo grupos orgánicos y continuamente cambiantes. Una oficina luminosa y perfumada con docenas de nerds correteando de un lado a otro tras un escritorio con ruedas. Pues dice Kim Swift, exempleada de Valve y mente pensante tras Portal, que ni de coña:

Supongo que Valve, como compañía, ofrece desde luego mucha más libertad para los desarrolladores que trabajan allí que muchas otras empresas. Pero disiento con la sugerencia de que no haya una estructura ahí. Claro que la hay. Hay jefes, hay una junta directiva y está Gabe Newell. Esos tipos están en el nivel más alto de la empresa y tienen opiniones sobre cómo deben hacerse las cosas. Puedes elegir el proyecto en el que quieres trabajar, pero hay mucha gente tras el telón tomando decisiones para la compañía. Para mí es normal. Si fuese una empresa sin estructura aquello se convertiría en una locura.