Mario Kart 8 estrena hoy su primer DLC

Se anunció en agosto y la primera parte ya está con nosotros: el DLC de Mario Kart 8 se puede descargar desde hace un rato, con sus tres personajes, sus cuatro vehículos y sus ocho circuitos. Se añade, además, la opción de amiibo en el menú principal; recordad que con los muñequitos de Nintendo se pueden desbloquear unos cuantos trajes para nuestro Mii, si es que podemos resistir la tentación de jugar el 100% de veces con Link y su moto.

Una vez actualizado el juego y descargado el contenido del DLC (ambas cosas deberían ser automáticas cuando iniciamos Mario Kart 8; la segunda tarda un poco más, eso sí), todas las novedades están abiertas para todos los modos de juego. Ahí están Link y las dos variaciones de Mario y Peach, con tanuki y con disfraz de gato, y los nuevos vehículos. ¿Os había dicho lo de Link en moto?

Tuve la suerte de poder jugar hace un par de días y de ir formándome una opinión sobre lo que se ofrece en este DLC. Es un momento raro, porque es quizá el primer caso de un contenido adicional tan anunciado y esperado en un juego de Nintendo, aunque no sea la primera vez que Nintendo experimenta con el DLC; se ha hablado mucho sobre la manera en que la compañía japonesa está llevando su relación con los pagos extra, y este primer paquete de contenido para Mario Kart 8 debería quitar miedos y dar esperanza a los que creen que es posible ampliar los juegos de una manera decente y significativa.

Potencia sin control no sirve de nada, en todo caso. Dos de los tres personajes incluidos son variaciones de personajes que ya estaban por duplicado en el plantel de Mario Kart 8; los vehículos son interesantes, en especial el Halcón Azul y el Rayo GTI, aunque el Kart Tanuki es bastante simplote y la Moto Hyliana tiene el handicap de ser una moto: tiene todos los contras de las motos de Mario Kart, y también todos esos pros no tan inmediatos de ver. Es en el detalle donde triunfan estas adiciones: con el uso se le coge el gusto al Halcón Azul, por ejemplo, y Mario Tanuki, un personaje que parece perezoso por ser básicamente Mario otra vez, enamora cuando vemos que a veces se convierte en piedra al hacer los saltos con turbo. (Peach Felina ataca a base de cuteness, pero se queda por detrás.)

Los circuitos son otra cosa. Están divididos en dos copas; la Copa Huevo se podría dividir en dos circuitos más clásicos y dos que exprimen al máximo las nuevas mecánicas del juego. El Circuito Yoshi y la Arena Excitebike van al grano: sin zonas de gravedad alterada y con muy pocos obstáculos, se centran en ir rápido y gestionar bien los objetos para evitar ataques. No los he podido probar en el online, pero tienen pinta de ser circuitos de escabechina: los típicos en los que las conchas rojas son mortíferas y es fácil pasar de ir primero a ir último en cuestión de segundos. El de Excitebike, por cierto, no es tan roguelike como parecía: sí, cada vez que jugamos las piezas del circuito cambian de posición, pero siempre son las mismas; en Contrarreloj hay un diseño cerrado que aparece todas las veces.

En Ruta Dragón y Mute City, los otros dos circuitos de la copa, la gravedad está alterada en todo momento. El primero es el más Mario Kart 8 de los circuitos del DLC: más allá del tramo mínimo al principio, todo el recorrido se hace en gravedad alterada, con mucho pivote para hacer acelerones y mucho salto para hacer pequeños turbos; especial atención a las ilustraciones de las paredes del primer tramo, en las que se ve a Lakitu haciendo kung fu. Mute City despeja las dudas de aquellos que asociaban Mario Kart 8 con F-Zero; el circuito inspirado en el clásico de carreras de Nintendo se centra en la velocidad, con bandas de turbo constantes y un detalle encantador en los exteriores de las curvas: las bandas que en F-Zero cargaban la energía de las naves aquí nos dan monedas.

La Copa Trifuerza, por su parte, se abre con dos viejas conocidas: la Mina de Wario del Mario Kart de Wii, una apuesta segura a la que el remozado visual le sienta muy bien (y que se aprovecha de las nuevas mecánicas para que el tramo de las vagonetas pueda ser aprovechado para choques con acelerón), y Senda Arco Iris de Super Nintendo, simplota y diseñada por Satanás en persona para que las partidas online sean un infierno, si me fío de la pinta que tienen un par de tramos especialmente estrechos y la ausencia de barreras a los lados del circuito. Base Polar, el tercero en cuestión, es un circuito nuevo en el que dos carreteras se separan, cruzan y vuelven a juntar a lo largo de todo el recorrido, con unos cuantos atajos con salto de los peligrosos cuando el riesgo de rayo es importante.

La joya de la corona es el circuito ambientado en Hyrule, a juego no solo con el personaje y la moto sino también con las ruedas y el ala delta con Trifuerza. Es Mario Kart 8 en sus mejores momentos: un trazado fenomenal, zonas variadas y detalles magníficos (las rupias que sustituyen a las monedas; la Espada Maestra, que nos da choque con acelerón si llegamos a ella en el momento en que la rampa con turbo que nos permite atajar está desplegada). No he hablado de la música hasta ahora porque es aquí donde destaca: todas las canciones están bien, pero es en la de Zelda, cuando los músicos de Nintendo caminan en la línea entre la épica de Koji Kondo y los covers metaleros de YouTube, donde el DLC destaca.

El primer DLC de Mario Kart 8 cumple con creces lo que se esperaba de él. Ocho circuitos nuevos son, según La Ciencia, un montón de horas más de frescura para un juego que sigue manteniendo toda la fuerza que tenía cuando se lanzó; entre los Grand Prix y las Contrarrelojes para un jugador y todo lo que pueda dar de sí en el multijugador (los que sigáis jugando a día de hoy sabréis que no es fácil cansarse de él), el pulso entre cobrar más y ampliar el juego con el mimo y la atención al detalle que ya sorprendieron en su momento ha acabado bien. Es un ejemplo de DLC bien hecho: uno que sale cuando ya ha dado tiempo de exprimir al máximo el juego base, y que encuentra un equilibrio razonable entre el material que ofrece y el precio extra que pide. Ahora toca atacar.