Markus «Notch» Persson no tiene ni un pelo de tonto, y sabiendo que con tres millones de copias de Minecraft vendidas sin salir de beta, y docenas de versiones en preparación para otros dispositivos incluyendo consolas y móviles, él y sus coleguitas de Mojang tienen la vida más solucionada de lo que jamás llegaron a imaginar. Así que el día que John Riccitiello, jefe supremo de EA, llamó en persona a su puerta y sacó el talonario, el orondo sueco bostezó, miró el reloj y le dijo «huy, qué tarde es, ¿eh?». Así fue como un emprendedor de éxito despachó a la mayor distribuidora de videojuegos del mundo:
EA vino a vernos. Creo que tenían planes, pero entendieron el mensaje. No han dicho más desde entonces; todo es muy de alta política. Yo juego a sus juegos, y ellos hacen grandes juegos, pero estamos demasiado lejos los unos de los otros. Ellos pueden hacer sus juegos y yo los compraré. Nosotros haremos los nuestros, y ellos pueden comprarlos. Pero no la propiedad [intelectual]; esa es nuestra. Aunque pueden jugarlos como todo el mundo.
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Cabrón con suerte, ha hecho realidad mi sueño: «John, ¿quieres mi juego? Pues cómpralo y juégalo».
Cojonudo, menuda respuesta!
Balls of steel.
Algo bueno tenía que tener, ya que tocarse las pelotas, se las toca y mucho.
Muy bien hecho, sí señor.
*suspiro de alivio*
¿Os imaginais Minecraft convertido en una franquicia anual?
Para eso tendría que haber ido Kotick con su séquito de abogados infernales y haberle robado el alma, la novia y el almuerzo.
Muy bueno, si señor!
Notch a cumplido el sueño humedo de muchos de los presentes, de eso no hay duda.