P.T. no necesita a Silent Hills para ser valioso

Hay algún spoiler, así que cuidadín.

Con Hideo Kojima todo está en los detalles. Es un tipo detallista, eso es algo que no se le puede negar; de alguna forma, tiendo a apreciar mucho a la gente que dedica tanto tiempo a pensar en las cosas pequeñas. P.T., la abreviatura de Playable Teaser que ha elegido esta demo o este teaser interactivo de su proyecto con Guillermo del Toro, que sirve de presentación para Silent Hills, tiene la firma de Kojima por todas partes; también de del Toro, pero me interesa más la parte de Kojima, por el momento.

Debo reconocer que no jugué a P.T. hasta ayer por la noche por miedo. No soy especialmente miedoso, la verdad, pero este me daba mala espina; aprovechando la neblina alucinante que se le forma a uno en el alma los viernes noche en casa, me puse manos a la obra. Tuve dejar de jugar un rato cuando no llevaba ni quince minutos; hasta el último puzzle de la demo, al que me enfrenté sin pausas ni interrupciones, esa fue la dinámica de la partida: jugar un rato, angustiarme y dejar que el juego reposara mientras yo me dedicaba a otras cosas. Toda la casa estaba a oscuras, y no me atrevía ni a levantarme para encender la luz. Estoy casi seguro de que si mi teléfono hubiera sonado mientras jugaba, no habría conseguido dormir en todo el fin de semana; ya me costó un poco conciliar el sueño después de jugar a P.T. sin más sobresaltos que los que esconde el propio juego. No son pocos.

Por si todavía no lo sabéis, P.T. nos pone, sin explicaciones y sin ninguna ceremonia, a recorrer eternamente el pasillo y las dos puertas, en una casa de la que no sabemos nada: empiezas en una habitación vacía y a oscuras, con una única puerta que da comienzo a la pesadilla de bucles que es este teaser. Su diseño es minimalista: el pasillo en forma de ele es todo lo que necesita para ser uno de los mejores juegos de terror de los últimos tiempos. El miedo a lo que hay al otro lado de la puerta. El miedo al sonido cuya procedencia no conoces. El miedo a la rendija. Lo que menos miedo da en P.T. es lo más evidente; impresiona, pero no da miedo: el llanto de lo que a veces parece un fantasma y a veces nuestra propia cabeza, los números que vienen de la radio, la incontrolable e incomprensible procesión de cucarachas que invade la casa.

El propio Kojima ha dicho que querían lanzar P.T. sin ofrecer ninguna información al respecto para que el mismo desconocimiento potenciara el miedo. P.T. es injusto en el sentido de que nunca está del todo claro qué demonios hay que hacer para activar el siguiente bucle; tiene que haber unas normas, lo sabemos, pero es fácil llegar a desesperarse después de pasear cinco veces por el mismo pasillo sin ver ningún cambio en el escenario. Durante el último puzzle, seguramente la parte más brillante y retorcida de todo el juego, tenemos que conseguir activar tres risas de niño para poder ver la escena con la que se anuncia Silent Hills; aunque llegado cierto momento no es tan difícil ver cómo conseguir resultados o cómo forzar ciertas cosas, como la posesión del espejo (voy a ser un poco críptico por si alguien no ha llegado todavía), tampoco es raro encontrarse con situaciones incomprensibles. Mientras ponía en marcha el proceso para conseguir terminar la demo, en cierto momento ocurrió algo que no me esperaba: sin origen reconocible y sin efecto aparente, me sobresalté por una voz que sonó al revés, una voz incomprensible y que dice, según he visto al darle la vuelta, «Su toque, frío como el mármol» (en el vídeo de abajo se puede comprobar). Un backmasking de toda la vida: tan simple y tan efectivo.

Entre puzzles y bucles trabaja Kojima para dejar su impronta. Se le suele echar en cara la incapacidad para mantener al jugador inmerso, por cómo rompe constantemente la cuarta pared o hace referencias a otros juegos, a películas o a lo que el mismo jugador está haciendo. Son esos momentos, sin embargo, los que hacen memorables a sus juegos: cambiar la ranura en la que tenemos conectado el mando en la batalla contra Psycho Mantis, cuando el Coronel llama a Raiden para decirle que igual lleva demasiado tiempo jugando, matar a The End guardando la partida y no volviendo a ella hasta una semana después. En Metal Gear Solid V: Ground Zeroes, uno de los coleccionables se consigue rodando por el suelo hasta que se nos despega; en P.T., volviendo al tema que nos ocupa, uno de los fragmentos de foto que podemos encontrar se consigue usando el botón de examinar, que hace zoom en la dirección en la que estemos mirando (pulsando el stick derecho, una de las poquísimas cosas que se pueden hacer en el juego) dentro del menú de pausa: el fragmento está dentro de la imagen que nos sirve para regular el brillo de la pantalla.

No sé hasta qué punto la fórmula de P.T. funcionaría en el formato más largo que se espera de un juego como Silent Hills; mi compañero Albert, en Eurogamer, cree que no deberían alejarse demasiado de este teaser de cara al juego final, y aunque yo creo que hacer una aventura algo más tradicional (dentro de lo tradicional que puede ser algo creado a pachas entre Guillermo del Toro y Hideo Kojima) sería bastante más apropiado, en el tono P.T. ha sabido ser muy fiel a Silent Hill. Como en aquellos, P.T. redunda en lo que ocurre dentro de la mente de su protagonista, por sus miedos y su culpa y lo que arrastra de su pasado, por los sentimientos no procesados que lo mantienen en un bucle representado en este caso por el pasillo de una casa, con una radio que da la noticia de unos asesinatos espantosos y las fotos de una familia y un teléfono descolgado. Y más. Al contrario que los first person walkers como Gone Home, sin embargo, P.T. no se resiste al experimento, a ser también un mecanismo con el que el jugador trastea para tratar de descifrar qué esconde, o qué puede esconder.

Esa es la firma de Kojima, y una de las cosas que más me gustan de sus juegos: extravagancias narrativas aparte, pocos diseñadores se las apañan para incluir tantas ideas en sus juegos, para experimentar con tantas cosas de una forma tan genuina. Algunas veces los experimentos le salen bien; otras, le salen mal. P.T. es un éxito rotundo: extraordinario como juego de terror, fenomenal como showcase de mecánicas, una incursión muy positiva dentro de los first person walkers y un ejemplo de marketing inteligente. P.T. significa Playable Teaser pero podría significar también Publicidad Tremenda. Eso es quizá lo que más miedo da de P.T.: me ha obligado a reconocer en público que me ha gustado mucho un anuncio publicitario.