Primeras impresiones del multijugador de The Last of Us

The Last of Us es, ante todo y sobre todo, la historia de Joel y Ellie. Eso lo sabemos desde que se anunció. Sin embargo, las pistas sobre un componente online también hace mucho que están ahí. Todos dimos por hecho que sería un complemento de poco peso, uno de esos que ahora se endilgan sin que nadie los haya pedido, aunque el silencio de Naughty Dog y Sony nos hizo pensar aquello tan peligroso de «Y si…». Pero no. Aunque más lento y reflexivo, Bandos —así se llama el apartado multijugador—, no es especialmente distinto a lo visto en los últimos Uncharted o Gears of War. Podría uno colocarlo entre ambos, de hecho; en lo relativo al control —quitando el salto de la ecuación— recuerda más al anterior trabajo de Naugty Dog, pero la mecánica del moribundo que gatea, a la espera de que venga uno de los suyos a reanimarlo o uno de los otros para ejecutarlo brutalmente, lleva el sello de Epic. Eso implica, como de costumbre, la necesidad de trabajar en equipo y la aparición de puntos calientes muy evidentes. Esa acción casi de trinchera encaja bien en mapas no especialmente grandes, pero que dan la sensación de ensancharse por su verticalidad y sus zonas interiores. Es lo más adecuado, probablemente, para enfrentamientos cuatro contra cuatro; sin respawn, en el modo supervivencia, o con 20 resurrecciones para cada lado. Supongo que os sonarán igual las clases predefinidas (asalto, apoyo, sigilo y francotirador) y el sistema para personalizarlas, parecido al de Black Ops II, con puntos a repartir libremente entre armas y ventajas de todo tipo. Afortunadamente, con lo de la progresión, los niveles y los desbloqueables —arsenal y equipamiento, pero también sombreros— acabo el repaso a todo lo que nos suena en exceso. La creación de objetos, que funciona exactamente igual que en la campaña, sí aporta algo de personalidad y puede llegar a definir el rumbo de una partida; muy fan del letal madero con tijeras enganchadas en la punta. Además, puedes invertir los puntos que consigues al reanimar un aliado o al cargarte a un enemigo en armas especiales, mejoras para las estándar, chalecos o munición, que también aquí escasea de mala manera. Por otra parte, diría que es más importante de lo normal conocer la posición de los enemigos y evitar revelar la tuya; el Modo Escucha, que se gasta muy rápidamente y se regenera con calma, más la posibilidad de marcar blancos para que aparezcan en el minimapa de tus compañeros, están precisamente por eso. Pero lo más interesante de este multijugador es, o como mínimo parece, el objetivo a largo plazo: debes sobrevivir y mantener tu clan durante doce semanas. Cada partida equivale a un día, de modo que el posible final feliz llega con la número 84. Si todo va bien, si encadenas victorias, añades NPC a tu grupo y acumulas recursos para que puedan ir tirando; de lo contrario, el hambre y las enfermedades se cuelan en tu campamento y reducen la población. No hay gestión de ningún tipo, y seguramente debería, pero sí es un acierto lo de aprovechar esto para introducir objetivos: consigue más de dos muertes lejanas durante las tres próximas batallas para alimentar y curar esa pobre gente. Necesito un buen puñado más de horas para conocer todos los detalles y ver todo lo que puede ofrecer esto, pero no para sacar una conclusión evidente: tanto secretismo no era necesario. La especulación no le hará ningún favor a un añadido lo bastante majete y trabajado, sin duda divertido, pero también familiar y conservador. En cualquier caso, podemos conformarnos con lo que no es: una distracción para la campaña. Más sobre eso el miércoles.