Hace unos días nos enterábamos de que Apple había introducido algunos cambios en las normas de la App Store, y uno de ellos parecía permitir explícitamente la entrada de emuladores en la tienda de iOS. En menos de dos semanas, sin embargo, ya hemos visto cómo se publican y se retiran dos emuladores: uno de Game Boy Advance y otro de NES, más recientemente. Pero, ¿por qué?
Lo primero es repasar los cambios en la normativa de Apple para entender qué ha cambiado para que ahora sí sea posible publicar emuladores. A principios de este mismo año, Apple abrió la puerta al juego en streaming después de que la Comisión Europea se metiera para asegurarse de que el gigante tecnológico se ceñía a a Ley de Mercados Digitales. Quizá os suenen estos cambios porque en su momento, en enero, se comentaron mucho en relación con dos de los frentes que Apple tiene abiertos actualmente: la de las tiendas de terceros, con Epic como principal contrincante, y la del juego en streaming, con Xbox como principal parte interesada, ya que tras estos cambios se abría la posibilidad de una app nativa de Game Pass, en vez de tener que recurrir a soluciones temporales navegador mediante.
La misma cláusula en la que entran estos contenidos, y todo lo que tenga relación con la ejecución de código no integrado en el binario de las apps (que también incluye minijuegos, chatbots o plug-ins, según las guidelines de Apple; punto 4.7), es la que se ha actualizado para explicitar el permiso para incluir emuladores; los juegos, o las ROMs que los contienen, sería ese código no integrado en el binario del que habla la cláusula. En el texto original de este punto ya se avisaba de que «tú eres responsable de todo el software ofrecido en tu app, lo que incluye asegurarte de que dicho software cumpla las presentes directrices y todas las leyes aplicables», así como el resto de puntos del acuerdo de Apple (para «preservar la experiencia que esperan los clientes del App Store y para ayudar a garantizar la seguridad del usuario», el principal argumento de la compañía para limitar qué tipo de software puede o no publicarse en su tienda); en la última actualización, a mayores, se añadió una nueva frase en la que se dice que «adicionalmente, los emuladores de consolas retro pueden ofrecer la descarga de juegos».
Por cómo está escrito, parece que la idea es que sean los propios emuladores los que distribuyan las ROMs. Existen muchos juegos homebrew desarrollados para sistemas antiguos, y que de hecho solo existen en este formato; también hay emuladores que de hecho incluyen mecanismos para distribuir estos juegos homebrew: es el caso de OpenEmu, por ejemplo, que incluye una sección desde la que explorar un catálogo de juegos no oficiales para distintos sistemas antiguos.
Pero luego está la otra forma de conseguir ROMs, que es la que más problemática puede resultar. Ahí es donde lo de las leyes aplicables y las directrices las mata callando, y donde el caso de estos primeros emuladores de la App Store se vuelve más complicado.
Anuncios, ROMs y miedo: los casos de iGBA y Bimmy
A finales de la semana pasada se empezó a hablar de iGBA, un emulador de Game Boy Advance, Game Boy y Game Boy Color que rápidamente se colocó en lo más alto del ranking de apps gratuitas de la App Store.
Tampoco tardó mucho en salir a la luz que iGBA era una copia de un emulador open source, iGBA4iOS, desarrollado por Riley Testut y publicado hace un buen tiempo, para iOS 7. Testut es también uno de los impulsores de AltStore, una alternativa a la App Store que aprovecha las nuevas guidelines para ofrecer apps fuera de los cauces oficiales de Apple; ahí es donde se puede conseguir también Delta, otro emulador de GBA desarrollado por Testut y que viene a ser el sucesor del iGBA4iOS original. Para colmo, el nuevo iGBA, desarrollado por Mattia La Spina, incluía anuncios que implican un seguimiento del usuario, y no se mencionaba por ningún sitio el iGBA4iOS original, algo que entra en conflicto con la licencia con la que se distribuyó el programa original.
En cualquier caso, iGBA acabó siendo retirado de la App Store por la propia Apple; según se lee en MacRumors, la compañía eliminó el emulador por no seguir las guías relacionadas con el spam y el copyright: aunque no las mencionan, seguramente las apps de Riley Testut, que celebró la retirada, tengan relación con la retirada. Existe cierta ambigüedad en el lenguaje de Apple, en todo caso, y no queda del todo claro si el copyright en cuestión es el de la app copiada o el de los juegos.
El caso de iGBA es interesante porque, revisando su ya desaparecida página en la App Store, se puede ver una tensión evidente entre lo que estos emuladores tienen de legal y de ilegal. Por un lado, en la descripción del programa se habla de «revivir recuerdos de la infancia» y de «sumergirte en tus juegos favoritos»; por otro, en las imágenes de la app se cuida mucho de no mostrar ningún juego real, ni siquiera su nombre (en la lista de juegos que se ve en alguna captura, los títulos están tachados). Uno de los juegos que se ven usa sprites de Pokémon, sin duda la joya de la corona en este tipo de emuladores de Game Boy, aunque no parece ser exactamente un juego de Pokémon. A nivel técnico, iGBA también permitió ver puesta en práctica la posibilidad de abrir ROMs usando el explorador de archivos de iOS, lo que permitía abrir cualquier ROM independientemente de su procedencia, y sin que la distribución corriese a cargo del emulador.
Ayer mismo, otro emulador apareció en la App Store: Bimmy, un emulador de NES que se presentaba como «un sencillo emulador para ayudarte en el desarrollo y testeo de juegos homebrew«; la diferencia con iGBA ya es notable. En la descripción de Bimmy se animaba a «jugar ROMs de dominio público y probar tus propias creaciones»; como el otro emulador, eso sí, permitía usar el explorador de archivos para cargar cualquier ROM.
Bimmy salió por 99 céntimos, aunque poco después su desarrollador, Tom Salvo, eliminó el precio y lo dejó gratis. Al rato, el emulador desapareció de la App Store, lo que llevó a mucha gente a preguntarse si Apple tenía algo que ver también con esta retirada.
Lo cierto es que el propio Salvo confirmó, en un post de Reddit ya eliminado, que lo había retirado él mismo, «por miedo», según sus propias palabras: nadie se lo había pedido, sino que había sido él mismo el que había tomado la decisión. En 9to5Mac llegaron a especular con la posibilidad de que tener «NES» en el título pudiera haber tenido relación con esta retirada, aunque parece que no es el caso.
¿Qué puede pasar en el futuro?
Es posible que sigamos viendo cómo llegan, y cómo salen, emuladores de la App Store; con todo, es sorprendente que las primeras experiencias estén siendo tan turbulentas, sobre todo porque no tendrían por qué serlo: da la sensación de que las guidelines de Apple son innecesariamente ambiguas, y que generan más problemas que otra cosa por no querer tratar ciertos asuntos que pueden resultar tabú. Es obvio que todo lo relacionado con las ROMs es delicado y complejo, pero este silencio raro no solo no ayuda a «preservar la experiencia que esperan los clientes del App Store y para ayudar a garantizar la seguridad del usuario», como dice la propia Apple, sino que genera las condiciones perfectas para que exista una mayor suciedad y confusión a la hora de encontrar estas apps y entender qué se puede esperar de ellas.
¿Podría existir, quizá, una app que sirva de escaparate para juegos homebrew? Es una posibilidad, desde luego. Seguramente sea menos atractiva que la posibilidad de jugar a Pokémon en el móvil, obviamente, pero es una oportunidad para abrir la puerta a nuevas formas de entender la escena retro y el desarrollo para sistemas antiguos. La catastrófica economía de los ecosistemas móviles, en cualquier caso, parece favorecer más casos como el de iGBA, una app publicada a toda prisa para arañar ingresos por anuncios sin hacer más esfuerzo que el estrictamente necesario.
Por último, y como pequeña idea conspiranoica personal, he llegado a pensar que lo de permitir que entren emuladores puede ser una forma pasivoagresiva por parte de Apple de escenificar lo que tiene de malo abrir su ecosistema: es una forma de abrirle la puerta a la piratería, al fin y al cabo. Es solo una impresión que se me ha cruzado por la cabeza mientras escribía esto, pero la verdad es que cosas peores hemos visto estos últimos años, en los que tantas veces hemos leído sobre los líos judiciales entre Apple, Epic, Google y otras grandes del sector tecnológico.
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