Australia se encuentra inmersa en su semana grande de los videojuegos y, de forma paralela a la celebración de la Melbourne International Games Week, el evento centrado en videojuegos más popular del país, se han entregado los Australian Game Developer Awards, los premios pensados para destacar las producciones más importantes dentro del panorama nacional. Los ganadores son todos títulos conocidos dentro y fuera de sus fronteras, que dejan constancia de que en Australia no solo se están haciendo muchos juegos, sino que el trabajo es de calidad.
El premio a juego del año el galardón más importantes de la noche, ha recaído en The Gardens Between, el juego de puzles intimista e inteligente que yo misma tuve la oportunidad de probar hace unos meses.
The Gardens Between dura solo cuatro horas, pero cada minuto rebosa talento, ingenio y, si no originalidad, sí mucha experiencia y pasión por el medio. Un videojuego magro donde, conscientes de que la gran cantidad de oferta contra la que compiten, se han concentrado en contar muy bien lo que quieren contar. Pero si recomiendo The Gardens Between no es solo por su duración justa ni por su habilidoso diseño, sino porque se han preocupado de crear una experiencia sensorial y muy estimulante que cualquiera, incluso los que no disfrutan de los puzles, podrá apreciar
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Team Cherry, por otro lado, se llevaba el otro reconocimiento estrella, el que, teniendo en cuenta su trabajo en los últimos 12 meses, los señalaba como el estudio del año del país. Para el jurado, el recorrido de Hollow Knight ha sido espectacular, especialmente después de que tras su lanzamiento en Nintendo Switch consiguiera posicionarse como el título más vendido para la consola en agosto, logrando una repercusión sin igual tanto para el estudio como para los títulos desarrollados en Australia.
Para acabar, la industria australiana entregó menciones especiales a otros ocho juegos que muestran de una u otra forma la diversidad de temas, géneros y estilos. Son Rumu, la historia de misterio protagonizada por el robot aspiradora de Robot House; la experiencia especial propuesta por OPX en Earthlight; el juego de mesa Paperbark, desarrollado por Paper House; The Adventure Pals de Massive Monster; el juego de acción para móviles Super Starfish de Protostar Games; el reivindicativo That Boy is a Monster de TimesNTroubles; la visual novel de temática queer, It Will Be Hard de Waving People y, por último, Florence, la visual novel desarrollada por Mountains.
Sobre este último juego Víctor escribía que su secreto se encuentra en ser extremadamente sincero. Tanto que hace muy fácil identificarse con lo que cuenta.
A través de una serie de pequeñas interacciones, mínimas pero tremendamente acertadas, Florece refuerza lo que cuentan sus imágenes y crea una colección de metáforas muy efectivas para transmitir cómo una relación entre dos personas va madurando hasta consolidarse: cómo se despierta la curiosidad por la otra persona, cómo la confianza va facilitando las conversaciones, cómo una vida hasta entonces ajena se entrelaza con la tuya. Aunque está en las antípodas de lo que se considera tradicionalmente un videojuego, o precisamente por eso, algunas de sus escenas consiguen que te identifiques mucho con Florence, y te meten sin esfuerzo en su papel.
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Menuda cantera de talento tan envidiable tienen en Australia.