Tim Langdell pierde su juicio con EA

Lo sé yo, lo sabes tú, y lo sabe cualquiera que le vea la cara: Tim Langdell es gilipollas. Lo mismo piensa el juez que ha dado la razón a EA: puede seguir usando la marca Mirror’s Edge ((Ahora ya puede sacar el 2 sin problemas, ¡¿no?!)) con toda tranquilidad, y al baboso de la foto se le ha acabado el chollo. Dice su señoría que el Langdell hizo declaraciones fraudulentas a la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos, que es un tipo «sospechoso» y que ha estado «troleando» ((Igual con «trolling» se refiere al método de pesca, pero no deja de ser graciosa la imagen de un tipo serio, con su túnica, diciendo esto.)) la industria del videojuego en busca de litigios y que que sus acciones igual acarrean «cargos criminales». Recapitulemos, por si las moscas. Tras cambiar el nombre a su compañía —Softek acaba siendo Edge Games—, el señor Langdell empieza a demandar como un loco a cualquiera que use la palabra «Edge», su marca registrada, en esto de los videojuegos. Tristemente, la cosa le funciona varias veces, pero casi siempre sin hacer mucho ruido. La cosa cambió con un juego para iPhone llamado, en principio, Edge; las malas artes de Tim fueron objeto de crítica en esta santa casa y en el resto de la red. Y la avaricia rompió el saco. Como muchos capullos de su calaña, Langdell se creció y decidió ir a por Electronic Arts. ¿Cómo se atrevían a publicar Mirror’s Edge si ellos también estaban «preparando» ((Evidentemente no.)) un Mirrors Edge? La genialidad protagonizada por Faith se quedó como estaba y EA le dio la vuelta al asunto en septiembre de 2009, pidiendo a la Oficina de Patentes y Marcas americana que cancelara varios registros de Edge Games. «Una medida desesperada destinada al fracaso», según el indeseable protagonista de esta noticia. Por lo visto, no ha sido así. Jódete, Landgell.