Zynga sigue perdiendo valor y pone a la venta su sede en San Francisco

Quizá sea moralmente reprobable alegrarse de la muerte de alguien, pero que me aspen si no me reconforta la idea de poder hacerlo de vez en cuando, aunque solo sea un poquito, en mi fuero interno. Con los cierres de empresas sucede algo parecido: no es bonito que un negocio se vaya a pique, sobre todo por la cantidad de trabajadores que se quedan en la calle, pero cuando una «Evil Corp» como Zynga las cosas empiezan a irle regular, hay una parte dentro de cada uno de nosotros que se toma un chupito y le sabe bien. Y no es que Zynga esté moribunda (aunque algunos expertos apuntan a que la metástasis está a punto de producirse), pero hay indicios evidentes de que la burbuja de ganar dinero a espuertas con juegos de Facebook estalló y el caudal de ingresos se ha reducido considerablemente. La última de estas señales es el hecho que Zynga haya puesto en el mercado inmobiliario el edificio que compró en 2012 en San Francisco para convertirlo en su cuartel general de operaciones. En la operación hay varios factores interesantes por analizar: el más evidente es que si una gran compañía vende sus oficinas cuatro años después de trasladarse a ellas es porque algo no va tan bien como estaba proyectado. Otra: el negocio es redondo, ya que el loquísimo mercado inmobiliario californiano ha disparado los precios en los centros urbanos y un edificio que costó 228 millones de dólares, pagando 340 dólares por pie cuadrado, podría alcanzar los 536 millones de dólares ahora que el pie cuadrado se tasa en unos 800 dólares. Dependerá de si al final venden la totalidad del chiringuito o solo una parte, pero está claro que esto tiene más pinta de negocio que de decisión logística. O dicho de otro modo, puede que Zynga se esté zambullendo sin darse cuenta en el negocio de la especulación inmobiliaria, que ya sería otra categoría superior de corporación maligna. Y un último dato de interés: el valor de la compañía estaba hace tres años en unos 750 millones de dólares, y en la actualidad a duras penas sobrepasa los 500 millones. Es quiere decir que, además de un descenso del valor en 250 millones, ahora mismo el edificio en el que trabaja Zynga vale más que la propia Zynga.