Esa época del año

Anualidad individual

La fricción entre las expectativas y la realidad a veces lleva a decepciones que, bien planteadas, puedes ser positivas. ¿Qué podemos aprender de ellas?

Diciembre. Finalmente, ha llegado la época de recapitular el año que despediremos en breve, porque, en cuestión de días, dejaremos atrás doce meses de suertes variadas. Valoraciones heterogéneas del tiempo finiquitado que, en gran parte, dependerán de a quién le preguntemos, dado que nada nos asegura una buena racha. Para mí, ha sido uno de los periodos más intensos de mi vida, tanto a nivel personal como a nivel laboral. En lo que respecta a ese último, parte de mis horas laborales (y otras tantas de mi asueto) han sido convalidadas en degustar toda clase de videojuegos. Desde independientes populares e ignorados, a doble y triple A en apariencia prometedores. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, por aquel vicioso pensamiento de que hay una probabilidad alta de hallar propuestas atractivas cuantas más opciones escojas, si he de definir mi año como jugadora, solo consigo articular una palabra: decepción.

El portal SteamSpy informa de datos tan esclarecedores como el número de lanzamientos mensuales y anuales en la plataforma de Valve. Hasta diciembre, se han publicado 10.001 videojuegos en 2022. Tomando esa cifra como un indicativo del panorama del medio, imaginaos mi estupor ante la sensación de desengaño que enlazo desde enero. De un calendario marcado con decenas de nuevos videojuegos que me ilusionaban, a anuncios huecos que me han retrotraído a generaciones de consolas atrás. Con esto no afirmo que ninguno de los títulos a los que he jugado no me haya despertado el ánimo, ni que haya renegado absolutamente de este pasatiempo. Al contrario, ya que os puedo recomendar mínimo 20 videojuegos que me han fascinado. Sin embargo, también puedo garantizar que, en el cómputo final, me ha invadido la desidia después de tantos chascos. 

A bote pronto, A Memoir Blue, As Dusk Falls, Stray, A Plague Tale: Requiem, Somerville, Shin-chan: Me and the Professor on Summer Vacation, Immortality, Tinykin, Valkyrie Elysium, Scorn… Son unos pocos ejemplos desalentadores que provienen de mi experiencia jugándolos. Como siempre digo, cada persona tiene la suya en lo que respecta a los gustos, por lo que mi postura no ha de ser un barómetro colectivo. Únicamente, es una declaración pública por mi parte de las emociones derivadas de que algunos títulos, por una razón u otra, no me han dejado huella y/o me han parecido tediosos. Las principales causas a las que achaco esas sensaciones, tras analizarlo, son las mecánicas aburridas u obsoletas, fallos técnicos graves, narrativas caducas y abordadas con poca o nula sensibilidad, experiencias casi contradictorias en comparación a los materiales previos, disonancia lúdica general y repetición de fórmulas desgastadas.

Stray

Puede que sea yo. Al final, videojuego y jugadore entablan un diálogo, algo que he abordado con anterioridad. Así, si una de las dos partes es obtusa, se genera un callejón sin salida, de ahí que analice mi propio estado personal como un origen de la apatía y el desencanto con los que juego, ya que, si bien pruebo a salir de mi zona de confort asiduamente como parte que soy de un sector que evoluciona a cada parpadeo, tengo un bagaje aun cuando no sea de las jugadoras que llevan más tiempo navegando el medio. Ese elemento imprevisible, el de la experiencia, hace que, al iniciar un videojuego, muchas veces vengan a mi memoria recuerdos de otros títulos que, antes que él, ya abordaron una estética, una mecánica o una narrativa que anuncian como innovadora. Haberlos, haylos, por supuesto, aunque tengo cada vez más la amarga sensación de no encontrar raras avis.

Igual que tenemos ese lado de la balanza, también se da el caso de aquellos que no han reformulado, aun cuando piensen que sí, y los que conservan una receta a la que le dan leves toques. Juego a ellos si me pica la curiosidad, puesto que hay una miríada de escalas entre los favoritos y los fiascos. Pero no sé si será porque no me apego a ningún género o que esas etiquetas me parecen un sinsentido en la hibridación evolutiva del medio, el caso es que me cuesta dispensar a un videojuego que únicamente copia la receta, ya sea a su predecesor o a un título de culto. Estaré encantada de jugar a distintos juegos de acción, aventuras gráficas o novelas visuales, siempre y cuando haya el toque del equipo creador. Es decir, la firma o la marca de que ese proyecto, más allá de emular elementos notorios, es una personalidad única. Como nota, eso no quiere decir que deba ser revolucionario o romper el medio. Solo que sea diferente.

Ahora bien, volviendo al punto principal, estoy decepcionada, y ni grandes ni pequeños se han librado de ello. Dicen que la decepción es una emoción producida, normalmente, por una discordancia entre las expectativas personales y la realidad. Cuando exploro el medio, lo hago desde mi yo apasionada y desde mi yo profesional, por lo que ambas convergen en puntos de vista aunque la evaluación que hacen no es similar. Mientras que en mi vertiente profesional procuro salir de mi zona de confort en tanto analizo el videojuego desde una mirada crítica, en la personal tiendo a escoger títulos sesgados por aquello que me apetece en el momento, mi estado físico y emocional y lo que casa con mis gustos. Sé cuándo un proyecto me apasiona porque resuena en mí, aunque puede que no sea mi elección si se trata de la voz que uso dentro de la industria. 

A saber, que adore un videojuego no me ciega a la hora de ver sus puntos a mejorar, cómo ha sido su desarrollo y qué posición ocupan en el sector y en el medio. Otro tema es que les de más o menos peso en función de a quién me dirijo, si a mí o a otra persona. Ni es la misma responsabilidad, ni el mismo juicio. Hay años que en lo íntimo no soy capaz de señalar un videojuego que me haya impresionado; en cambio, en lo profesional abundan los que me han entusiasmado. Mi criterio también evoluciona en los dos, en tanto hago lo propio en mí, dado que se alinea en facetas críticas para la comunidad, la industria y la sociedad, como los derechos de las personas, los abusos y la precariedad en los desarrollos, o la heterogeneidad de los títulos. Así pues, mis expectativas son desiguales, y hasta contradictorias en ciertos aspectos, en función de qué papel esté al mando frente a un videojuego. Por esa razón, me cuesta aceptar que en las dos posiciones la sensación sea tan agridulce al cerrar el año. No obstante… ¿tan negativo es que me sienta de esa forma?

Abordamos la decepción, ante todo, como si se tratase de una cuestión individual, cuando colectivamente debe haber y es sano que haya descontento. Del inconformismo, de la rebeldía, afloran ideas que, podrán o no medrar, pero a veces son el inicio de una revolución. De qué forman se lleven a cabo, es otro tema. Dicho esto, para mí hay una relación perjudicial entre el conformismo y entre la decepción, siempre y cuando esta última es entendida y usada solo como un asunto de le otre, siendo este sujete quien es tratado como le inusual, le culpable o le ignorante. Elogio y exhorto a que nos hagamos cargo de quienes somos y de las críticas y opiniones que lanzamos, así como del lugar del que emergen y de si nuestras expectativas son realistas o no. Empero, eso no debe anular que tenemos derecho a pensar, a analizar, a quejarnos y a expresar si sentimos un descontento con algo o alguien.

Pentiment

No debemos subestimar nuestras opiniones y desecharlas como si fuesen un foco de conflictos. Sí cambiar las tornas a este asunto para no caer siempre en una responsabilidad únicamente individual, en tanto evaluarnos, valorarnos y expresarnos con más asertividad. ¿Y si mis supuestas expectativas no son tan altas o imposibles? ¿Qué pasa si realmente el dilema está en que se me empuja mediante ese término a no reconsiderar y a no criticar, aduciendo que no tiene sentido o es intolerable lo que pienso? Además de conllevar una anulación hacia la otra persona, el posible inmovilismo que estaremos perpetuando acabará por bloquear otras opciones, proyecciones y perspectivas. Tener creencias, ilusiones o deseos puede ser la antesala a que se materialicen si ponemos de nuestra parte (Efecto Pigmalión) y asimilamos que son probabilidades, no certezas absolutas. 

En consecuencia, sentiremos frustración y decepción; aunque, aclaro de nuevo, no todo ha sido un fiasco, porque me llevo gratas sorpresas: Pentiment, Endling, Chinatown Detective Agency, A little witch in the forest, We Are OFK!, Beacon Pines, Card Shark, Norco, Cult of the Lamb, Kaichu – A Kaiju Dating Sim, How to Say Goodbye, Kirby y la tierra olvidada, Night & Day, Return to Monkey Island… Aun así, no por eso dejaré de querer que las problemáticas, los lastres y la exaltación de las viejas costumbres que todavía pululan, cual viejos fantasmas sagrados, en la industria, el sector y la comunidad sigan copando un medio con multitud de probabilidades de revolucionarse a sí mismo más allá de los avances tecnológicos. Confío en la capacidad de parte de quienes lo construyen para no resignarse, ya sea alzando la voz, exponiendo su opinión, llevando a cabo activismo y/o con el desarrollo de su trabajo. Por esa razón, digo públicamente, aquí y ahora, que el año ha sido decepcionante para mí.

¡Gracias a MrRostes por la ayuda con la cabecera!

Colaboradora

Apasionada de los videojuegos independientes y de la comunicación, no duda en hablar sobre videojuegos allá donde es bienvenida. La curiosidad me lleva a buscar respuestas en los lugares menos sospechados, así que siempre tengo preparadas algunas preguntas.

  1. molekiller

    Pues a mi me encantó el TinyKin. El Card Shark lo dejé a medias, soy demasiado torpe para este brain training camuflado por desgracia.

    Editado por última vez 20 diciembre 2022 | 17:47
  2. DarkCoolEdge

    Hablas de tedio e inmediatamente me ha venido Tinykin a la cabeza. Qué desaprovechado, una pena.

  3. Selinkoso

    1. El agotamiento de jugar tantos juegos no es normal en el publico tradicional que juega uno o dos por semestre. Pero a mi me ha pasado eso exactamente siendo publico tradicional: encontrar que los juegos totalmente nuevos siempre resultan maravillándome mas debido, posiblemente, a que crean nuevas conexiones mecánicas en mi cerebro. De pronto, eso te pasó a ti.
    2. La decepción es el paso previo para reducir las expectativas: las que nos llevan a esperar con un 10 algo que nos puede llegar en 8 y verlo malo, por que no fue un 11. Rebajemos las expectativas y pongámonos citas con las cosas y no con las ganas.
    3. La decepción permite entender por qué las cosas son malas y no revolucionarias, nos recuerda un fracaso con el que no queremos estrellarnos de nuevo.