Besitos a los haters: First Person Lover como bofetada al género

Parece el título de la última película de Nacho Vidal en el valle de San Fernando, pero First Person Lover es en realidad un original ejercicio de publicidad para la marca sueca de ropa Björn Borg. Ya hablamos un poco del juego cuando se anunció a finales de año, de sus altos estándares para tratarse advergaming hecho por encargo y sobre todo de su mensaje positivo y su réplica amorosa contra Hatred, el juego que busca convertirse en la encarnación de todo lo malo del ser humano.

Hoy quiero volver a hablar de First Person Lover porque, tras haberlo jugado, estoy convencido de que sus creadores quieren decirnos algo más que el amor lo puede todo y que Björn Borg es una firma súper guay que deberíamos comprar. Es evidente que los suecos de ISBIT Games, entre quienes trabajan responsables de títulos como Battlefield o Wolfenstein, han aprovechado el encargo para hacer una sátira del FPS comercial, para infligirle una sonora pero también cariñosa bofetada al género, para exigirle que haga algo más con su vida que lo mismo de siempre. Como dice Jess Joho en Killscreen, hace ya siete años desde que salió Portal y no parece que ninguna gran compañía este dispuesta a dar otra vuelta de tuerca a la primera persona, de intentar nuevas fórmulas.

Los autores de First Person Lover aseguran que detuvieron los dos proyectos que tenían en marcha cuando Björn Borg les pidió un juego para promocionar la marca que, y esto era requisito del cliente, se basara en las mecánicas del first person shooter. Si en ISBIT lo dejaron todo para dedicarse a este encargo no fue solo por el dinero o el poco margen de tiempo, sino porque vieron la oportunidad, segura y sin riesgos comerciales, de hacer una proclama muy sana: mofarse de varios de los tics y ramalazos de un tipo concreto de juego que en ocasiones tiende a tomarse demasiado en serio a sí mismo. O dicho de otro modo, zarandear el FPS como un género al que los altos ejecutivos con corbata tienen secuestrado y estancado, una fórmula demasiado rentable como para atreverse a tocar algo. Su propio éxito comercial como lastre creativo.

Obviamente First Person Lover no está pensado como esa aportación necesaria, no es innovador ni formula ideas; es un anuncio interactivo de veinte minutos y eso es lo que debía ser desde el principio. Pero su aportación no es tanto mecánica o estética como dialéctica: quiere meter al FPS, siempre tan tieso y suspicaz, en uno de esos laberintos de espejos que deforman el reflejo. Ridiculizarlo del mismo modo que el protagonista primero humilla a los enemigos desnudándolos literalmente, pero también despojándoles de su mal rollo y su aspecto gris, para después vestirlos de colores vivos y prendas alegres de Björn Borg, símbolo de que el capitalismo feroz y la búsqueda de beneficios no son incompatibles con el carácter inclusivo y el reivindicar el amor.

Al final del juego, un Vladimir Putin descamisado y a lomos de un oso grizzly se presenta como el epítome de la mala leche, la hombría a costa de aplastar a tus detractores con mano de hierro. El tipo que encarcela a sus opositores, que promulga leyes abiertamente homófobas y que sigue los dictados de un ideólogo partidario de elaborar listas de enemigos a depurar. El mal rollo hecho estadista, cabalgando al animal más feroz como gesto de dominio sobre la naturaleza, amenazando con lanzar un misil de mala hostia que erradique el amor del mundo. Es el hater definitivo. Cuando el combate termina, un Putin victorioso celebra que es inmune al amor, pero entonces su mascota de quinientos kilos cae víctima de nuestra munición de purpurina y arcoiris y, con los ojos en forma de corazón, se abalanza apasionadamente sobre su amo justo cuando las compuertas del cohete de amargura masiva se cierran para el despegue. Ya no hay marcha atrás, así que el protagonista se lanza al mismo núcleo del proyectil sacrificando su vida para convertir el misil de odio en un misil de amor.

Quizá alguna gran compañía debería hacer lo mismo que Agent Lover y, si no sacrificarse, al menos jugársela un poco. Dejar fluir eso que al fin y al cabo es lo que realmente mueve a la mayoría de mentes creativas de la industria. Exacto: el amor.

First Person Lover está disponible en su web oficial de forma gratuita.