El discurso alrededor de FIFA cada vez que se acerca el mes de octubre es cíclico: «otra vez el mismo juego, pero sumándole uno»; «no hay cambios» o «te cobran 70€ por actualizar las plantillas». Evidentemente, todas estas afirmaciones tienen un poco de exageradas; esas novedades, con el reglamento en la mano, realmente existían y todo siempre era un poquito mejor —los modos tendían a expandirse con alguna que otra nueva opción, el movimiento del balón y las animaciones de los futbolistas solían ser más realistas, acostumbraba a haber un mínimo de mecánicas nuevas para refrescar un poco la dinámica de los partidos—, pero la realidad es que todo el mundo, hasta los usuarios que están ahí day one año a año, somos conscientes de que lo que nos vendían como añadidos nunca podía justificar el lanzamiento anual de una nueva entrega a precio de AAA. Estas quejas, de hecho, han estallado especialmente con la salida en abierto de su último juego y una página en Metacritic que sufrió review bombing para dejarlo en un 3,1 por parte de los usuarios.
Es precisamente ahora, después de que la FIFA doblara el precio de su licencia y Electronic Arts decidiera renombrar su saga deportiva por excelencia con EA Sports FC 24, cuando la editora canadiense tenía todo a su favor (y hasta cierto punto, la obligación y la necesidad) para renovar una serie que llevaba muchos años sin convencer del todo a la mayoría. Parece claro que la falta de competencia, especialmente durante la década pasada, ha jugado un papel importante dentro de esa posición de comodidad incontestable de EA con un Ultimate Team que siempre ha funcionado solo y les daba esa legitimidad para seguir explotando a la gallina de los huevos de oro. La oportunidad era evidente, esa que pasa por acompañar el rebranding con novedades reales y un salto hacia algo nuevo, una oportunidad que, de hecho, desde sus comunicaciones oficiales decían que serviría para «crear, innovar y evolucionar». Aunque sobre el papel no hiciera falta, iba a ser «mucho más que un cambio de símbolo», una reinvención de todo lo que les trajo aquí hasta FIFA 23 para crear una experiencia con mucho más que ofrecer que lo que nos tenían acostumbrados. Y, después de todo, parece que no ha cambiado nada.
Resulta especialmente frustrante, ya digo, que las críticas habituales hacia el juego sigan siendo las mismas que apuntan hacia un exceso de continuidad; en ello, claro, se basan todas esas opiniones vertidas en Metacritic para que la nota de la comunidad se mantenga en un fuerte rojo pesimista. Lo mismo de siempre. Por supuesto que, también como cada año, los cambios existen, pero su mayor problema es que no han servido para escapar del círculo vicioso de microtransacciones de Ultimate Team, un modo con una premisa espectacularmente atractiva, lo que sí podría haber sido la experiencia definitiva de fútbol para los amantes del deporte.
Más allá de esa «falta de realismo» que se le achaca por parte de una pequeña parte de la comunidad por mezclar jugadores y jugadoras —la misma falta de realismo que implica poner como compañeros a Maradona y Ronaldinho—, los pocos añadidos en el modo por excelencia de la serie de EA Sports (las evoluciones, por ejemplo, se agradecen por la falta de rigidez en la valoración de las cartas) no son suficientes para romper esa dinámica de FOMO absoluto, probablemente más opresiva que nunca, donde incluso pasar por el aro de las microtransacciones ya no es suficiente para salir del laboriosísimo agujero que implica estar al día con los deadlines de todos los modos que con recompensas semanales (FUT Champions, Rivals y Squad Battles) y con sus objetivos. Habrá quien le reste cierta importancia, claro, por aquello de que «la culpa es de quien juega», pero no es noticia que las artimañas en los diseños tramposos de los juegos como servicio crean unas necesidades difíciles de sobrellevar, en especial para quienes llevan muchas ediciones asumiendo el bucle.
En cualquier caso, parece evidente que el modo de cartas de FC 24 era del que menos podíamos esperar, ya no solo porque está tan viciado que no tiene demasiado sentido pensar en que fueran a darle un giro, sino porque es en el que siempre ponen más empeño por expandir (al menos de cara a la galería) por ser lo que ya define al propio juego. En realidad, ya que hablábamos de «oportunidades», la renovación de la marca también les brindaba la ocasión perfecta para democratizar e igualar un poquito más el resto de modalidades que rodean a Ultimate Team. Es un deseo que no viene de ahora, ya digo, pero como con el juego en todo su conjunto parecía lógico pensar que si no lo hacían ahora tal vez no llegaría nunca. Se han lavado las manos, de nuevo, con aquello de cumplir un poco con todos ellos con los añadidos mínimos para que, sobre el papel, no se pueda decir que «es lo mismo» a pesar del mensaje tan evidente que mandan con ello: solo importa FUT, lo más rentable de forma directa. El Modo Carrera sigue sin avanzar (la mecánica cumplidora aquí viene de los estilos de juego y los entrenadores por posición), sus Temporadas Online siguen siendo exactamente lo mismo y Clubes Pro sigue funcionando más gracias a su propia comunidad que a ningún impulso por parte de FC 24.
Ni siquiera me preocupan tanto los bugs constantes (que también están, sobre todo y para más inri, en los modos fuera de FUT) como la apatía por intentar hacerlo mejor. Andrew Wilson, director ejecutivo de Electronic Arts, se recreaba durante unos comentarios hacia sus empleados en que esa licencia de FIFA había sido «un impedimento» para añadir nuevos contenidos de forma rápida, expandir su ecosistema y, en definitiva, hacer crecer a su franquicia de forma significativa. Más allá de los años de Mundial, decía Wilson, la licencia de la FIFA aportaba poco más que cuatro letras en una caja, y que es un nombre que tenía más entidad como juego de fútbol que como federación deportiva, coartando sus libertades para experimentar en el mercado y ser verdaderamente creativos, innovadores. Hablaba de que no podían siquiera llegar a acuerdos con ciertas marcas deportivas dadas las relaciones de la FIFA con Adidas. Después de todo, pues, lo consiguieron: se han desprendido de las cadenas de la entidad deportiva más grande del mundo, y están aprovechando su nueva autodeterminación creativa para poner un par de recompensas en Ultimate Team en colaboración con Nike. Game changer.
Por terminar rompiendo una pequeña lanza a su favor, la realidad es que tampoco cuesta demasiado encontrar analistas o, simplemente, a quienes forman su comunidad dedicándole unas palabras de amor a FC 24. Irónicamente, esos mensajes se centran también en cómo se siente a los mandos y en ese realismo que tanto nos venden desde EA Sports cada verano de cara a la nueva entrega de turno; confieso que hasta cierto punto estoy de acuerdo con esta opinión más allá de los cambios de siempre, los cumplidores: hay una sensación un poco distinta, un pequeño esfuerzo adicional donde sí se atisba ese amor al deporte del que tanto presumen. Y yo mismo me he encontrado con esa sensación más de una vez, con mis propias narrativas a través de mis equipos en el modo carrera y hasta dentro de los propios partidos, en las que parece que, por primera vez desde hace mucho, el mismo juego ha ayudado un poquito más de lo habitual. No es mucho decir, en cualquier caso, y parece claro que a EA le ha llegado el mensaje de que no basta con lo de siempre con más contundencia que nunca. La peor noticia, como siempre, es que habrá que esperar otro año más para saber si aprovecharán los mimbres de FC 24 para dar un salto real; es una esperanza verdaderamente ingenua después de tres décadas de FIFAs, y que es más probable que venga más de un anhelo imposible de que el «simulador» de fútbol más popular del mundo le haga honor al deporte rey.
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A mí esto me toca la fibra porque los juegos de fútbol eran mi género refugio. Me servían tanto para jugar en buenos días como para abstraerme de todo en malos momentos.
Con EA siempre somos demasiado optimistas pensando que ese título donde vengan con grandes cambios está a la vuelta de la esquina. Y sí, es cierto que lo más lógico era esperar que aprovecharan el cambio de nombre para dar un golpe en la mesa haciendo tal juegazo que estuviera en boca de todo «se han estado guardando los cambios para este año»
La cruda realidad es que no les ha hecho ni falta, la parte de marketing funciona genial y al final da igual FIFA o FC, ya está perfectamente asimilado el nuevo nombre.
Y ahora eso es FC, y lo era FIFA, un juego de licencias, marcas, colaboraciones. Sin ser un desastre en el campo sí que podemos decir que es el juego que necesita ser para el público al que se dirige.
Hace unos días veía un tiktok donde hablaban de malos jugadores y eran todos grandes jugadores pero que simplemente no son los más rápidos. Me di cuenta de lo fuerísima que estoy yo que disfruto de partidos cerrados con pocas ocasiones y que acaban 0-0.
Por otra parte que Efootball tenga sorprendentemente una muy buena jugabilidad, haya corregido sus errores más groseros y sea un juego divertido pero pasen absolutamente da añadir nada para un solo jugador porque quieren forzarte a pasar por el aro de los cromos es otra muestra más de como está el mercado.
Yo me bajé de los juegos de fútbol en los 32 bits. Nada como el Sensible Soccer y el Winning Eleven.
Como diría el gran Enrique Ballester, con el reglamento en la mano no pueden haber novedades porqué no se puede programar nada con el reglamento en la mano.
Ya me voy.
Es flagrante lo de los bugs no arreglados de un año para otro (por ejemplo: intentar sustituir a un jugador de tu 11 inicial que está sancionado desde la pantalla prèvia al partido. No te lo permite y tienes que volver al menú anterior, Dirección de equipo, ponerlo de reserva, jugar el partido y volver a dirección de equipo para ponerlo de titular). Cosas que llevan años arrastrando, que son minucias en muchos casos y restan calidad de vida al jugador (y calidad al juego).
Simplemente les da igual todo. Y lo entiendo. A mí me da igual mi trabajo y mi empresa, cobro mi cheque y hasta el mes que viene, y EA hace lo mismo. Pero que no me vengan con la milonga de la pasión, las ganas de mejorar o excusas de las ataduras de los partners. Hacer lo mínimo es garantizarte el cheque, nada más.