Cada mes, incluso cada quincena, comentamos las novedades que ofrecerán los servicios de suscripción de Sony y Microsoft. Si bien es cierto que ponemos el foco en los juegos que, además de engrosar el catálogo de PlayStation Plus o de Game Pass, elevan el nivel de la oferta de dicha plataforma, de vez en cuando la vista se nos puede ir a un rincón casi siempre olvidado. Tras enumerar títulos y fechas, ya cerca del final, suele haber una sección —algo ignorada quizá, pero damos más carácter noticiable a las incorporaciones— dedicada a aquellos videojuegos que desaparecerán pronto.
Un poco excesivo hablar de desaparición quizá, ya que su salida de Game Pass (por centrarnos en la plataforma que ha dado pie a este texto) no conlleva la imposibilidad de jugar en Xbox. De hecho, durante las últimas semanas de un juego en el catálogo de Game Pass es posible adquirirlo a mitad de precio para seguir jugando una vez llegue su fecha de caducidad gamepassera.
La semana pasada la ilusión de las novedades en Game Pass quedó en segundo plano ante la premura que generó lo caduco de los juegos que se marcharán la semana que viene de este servicio; juegos tan interesantes como The Wandering Village, Coffee Talk Episode 2 o Toem.
En la anterior tanda de entradas y salidas de Game Pass se sumaron juegos como Still Wakes the Deep, pero también desaparecieron otros como F.I.S.T Forged in Shadow Torch. ¿Jugué a estos dos títulos antes de terminar el mes por ganas genuinas o porque aparecían destacados en la página de Game Pass?
Hay algo perverso en todo esto. No es una práctica exclusiva del sector de los videojuegos, en otras plataformas de entretenimiento también encontramos una categoría destacada que nos presenta aquellas películas y series que pronto desaparecerán de su catálogo; un reclamo idóneo para que no dejemos pasar esa última oportunidad. Pero, ¿vemos esas películas y series porque queríamos verlas y aprovechamos la ocasión o porque ante la idea de que van a dejar de estar disponibles tenemos que verlas?
Justo ahí reside esta idea retorcida que mencionaba. ¿Por qué jugué a F.I.S.T Forged in Shadow Torch? Conocía el juego, en su día me había llamado la atención ver a un conejo armado con un brazo mecánico enorme, pero estaba lejos de ser una prioridad a la hora de hacerle un hueco en una agenda que suele estar copada. No obstante, el hecho de saber que pronto iba a desaparecer provocó que estuviera una tarde saltando y dando mamporros con este conejo rebelde.
Pese a esta perversión que puede atraernos hacia ciertos juegos como si de una sirena se tratara, también tiene su lado bueno; con la dosis cierta de optimismo incluso las malas prácticas del sistema que nos hacen tener que renunciar a ciertos productos culturales pueden encontrar un enfoque positivo. Puede que a partir de la semana que viene no podamos jugar a Toem a través de Game Pass, pero la premura de su marcha hará que muchos lo saquen de su lista de juegos pendientes y durante un par de horas o tres disfruten de un juego sobresaliente.
Es curioso como tener acceso a tantos juegos —de nuevo es algo que podemos encontrar en otros sectores culturales— hace que no juguemos a muchos de ellos. Toem es un juego que llevo años queriendo jugar, que hace tiempo —en 2022, creo— llegó a mis manos a través de PlayStation Plus y que ya estaba en Game Pass cuando me sumé a la familia xboxer, sin embargo, pese a querer jugarlo, no había pensado siquiera en instalarlo. Quizá tiene que ver con uno de los comentarios de Pep en el último Reload de la temporada.
Pep reflexionó sobre la diferencia entre los juegos físicos y digitales, entre mirar al estante y recordar de un vistazo qué juegos tienes pendientes o, sencillamente, cuáles tienes, mientras que los juegos que tenemos en una biblioteca digital son ocultados y relegados al fondo. La biblioteca digital tiene una profundidad inasible y una capacidad de alimentar nuestro backlog casi infinita.
Es útil ser consciente de las herramientas mercadotécnicas que pueden llevarnos a dedicar nuestro tiempo a obras que quizá no nos interesaban tanto, como ese juguete ignorado por un niño hasta que alguien decide usarlo. También está bien aprovechar las últimas oportunidades para, aunque sea con el peso de una cuenta atrás encima, disfrutar de juegos tan magníficos como Toem: A Photo Adventure.
Si no fuera por la presencia del juego de Something We Made en la lista de títulos que dejarán de formar parte de Game Pass muy pronto —el 15 de julio, aún tenemos una semana por delante— seguramente hubiera seguido alejado de una de las aventuras más cálidas, satisfactorias y adorables que he tenido el gusto de probar. Ante experiencias de este tipo resulta sencillo ver el lado bueno de las cosas, asumir que muchas veces detrás de ciertas luces en la oscuridad nos espera un tesoro y no una criatura abisal.
Por suerte la desaparición de un juego del catálogo de un servicio como Game Pass no hace que desaparezca, faltaría más. Podemos seguir comprando Toem y, de hecho, en Steam tiene un descuento del 80% —al menos durante las rebajas veraniegas— y podemos hacernos con él por menos de 4 euros. Me temo que voy a contribuir a engrosar la estadística sobre juegos comprados y no jugados, por adquirir Toem para rejugarlo en el futuro, sin prisa alguna.
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Justo estoy jugando TOEM y por el mismo motivo. Y es verdad, el juego es una absoluta delicia.
Respecto a lo que decía Pep del backlog físico respecto al digital, creo es sólo una fase. Como pecero abandoné las cajas tiempo ha y, es cierto, antes cuando me aburría miraba la estantería (y las tarrinas) pero ya nunca lo hago (aunque pervive la estantería). Ahora lo que hago es meterle un scrolazo al Steam. Como además te dejan hacer una lista con los «pendientes», te lo ponen fácil.
@gordobellavista
Qué fortuna haber podido contemplar el fenomenal Toem.
tal y como mencioné en la entrada sobre el backlog, lo que más incómodo me pone no es el que «me empujen» a jugar un juego que saldrá pronto de catálogo (que también), sino el tener que jugarlo con prisas.
Ver que aparece como «desaparecerá pronto» y correr a how long to beat para echar cuentas de si me compensa probarlo o no porque no me va a dar tiempo a acabarlo si me gusta. ¿en qué me he convertido?
@worm
Es curioso cómo nos condiciona.
Yo es que en el mundo de las compras digitales siempre he sido de pillar juegos en oferta (me niego a comprar en digital a precio completo) para jugarlo cuando el timing y las sensaciones me digan de jugarlo. Quizás dos años después de adquirirlo, pero ahí está. Es una de las razones por las que, a mí personalmente no me sirve un servicio de suscripción. Juego a lo que quiero a mi ritmo, sin que un servicio me diga cuándo puedo y cuándo puedo dejar de hacerlo. Y sí, puedo comprar el juego, pero en caso de ser miembro de un servicio así, lo soy para no gastarme más pasta en juegos, actitud que, creo, es la más común. Mi segunda razón es que no juego tanto como para andar pagando mes a mes. Y, diablos, que prefiero comprar y tener esa ilusión de propiedad, que el alquiler que supone Gamepass o PSplus. Ya tenemos más que perdida la batalla del formato físico (me incluyo, cada vez compro menos en este formato) y vamos camino de perder la batalla de propiedad.