Hotline Anait: A vueltas con Anita Sarkeesian

El otro día, Anita Sarkeesian estrenó al fin su serie, Women vs. Tropes in Video Games, fruto de una campaña de Kickstarter muy exitosa. Hizo un ruido infinito; no sólo aquí, en AnaitGames, sino en todos lados. pinjed y chiconuclear estuvieron charlando un rato al respecto, y esto es lo que salió de la conversación; un pequeño debate sobre mujeres, videojuegos, la creatividad y sus límites y muchas cosas más. El resultado de esta charla lo tenéis a continuación; esto es Hotline Anait.

chiconuclear: Menudo lío se armó a raíz del vídeo de Anita Sarkeesian, pinjed, menudo lío. ¡A ver si la chica va a tener razón y somos una pandilla de salvajes! Ya lo hemos hablado antes, pero espero que esta charla nos ayude a ordenar ideas: por mucho que no comparta la peligrosidad que Sarkeesian parece querer asociar al esquema de la damisela en apuros, creo que las reacciones de todo el mundo fueron desaforadas. Creo sobre todo que se mezclaron churras y merinas: lo que dice la chica en el vídeo ni es baladí ni poco importante ni le falta interés, pero creo que se tendió a descalificar todo su trabajo por el posible desequilibrio entre presupuesto y producción. Vale que tenía mucho dinero para hacer los vídeos, pero quién sabe qué habrá en los siguientes; y aunque sean todos así, no creo que el presupuesto sea algo a tener demasiado en cuenta. Ok, tenía 150.000 pavos y quería hacer una serie sobre las representaciones de la mujer en los videojuegos; imagino que el proyecto para el que pedía originalmente 6.000 dólares no era muy distinto a lo que estamos viendo ahora. ¿Qué debería haber hecho? ¿Cave of Forgotten Dreams? ¿Meter naves espaciales? ¿Llamar a Michael Bay?

pinjed: Joder, menudo cristo, sí. Yo mismo reconozco que me dejé llevar un poco por la mala leche cuando publiqué su nuevo vídeo y me puse de un condescendiente un poco insoportable. Espero que los lectores sepan disculparlo. Pero algo de razón tienen quienes despreciaron lo que ha hecho: no se trata solo de estar de acuerdo o no, sino de tratarlo con la seriedad y profundidad que se merece.

La Sarkeesian se limitaba a describir la fórmula de la doncella en apuros, subrayar su machismo y atizarle a juegos y a sagas sin ningún cuidado de una forma algo injusta y tramposa. Ya lo dijo Liberance: la fórmula en sí misma no tiene nada de malo y no creo que quien la use (desde los tiempos de la mitología grecorromana, como ella misma dice) tenga que estar forzosamente de acuerdo con la carga simbólica de la mujer como objeto frágil que luego, cuando la rescatas, se convierte en trofeo sexual. Hay un subconsciente ahí detrás, nadie lo duda, y es posible que todo tenga su origen en un machismo reprobable y fatal que infecta a la sociedad, pero esto es lo mismo que hace la PETA: atacar a los videojuegos (o el cine, o la televisión) cuando el verdadero problema está en los valores educativos y en la permisividad de los legisladores.

El tema del dinerico es el segundo problema de su plan maestro y también tiene su raison d’être, que diría la propia Anita: si solo quería 6.000 dólares podría haber devuelto lo que no gastó, esa es una fórmula que existe en Kickstarter cuando se cumple el plazo de entrega del proyecto. Tenía derecho a gastárselo en lo que le diera la gana, claro que sí, pero también tenemos derecho a acusar su actitud de deshonesta. En el momento en que 7.000 personas te dan 150.000 dólares en concepto de apoyo, adquieres una responsabilidad con ellos de hacer lo mejor que seas capaz de hacer. Y desde luego presupuesto había, no para poner efectos especiales o explosiones o contratar a Scarlett Johanson, pero sí para contratar a un realizador y para moverse y entrevistar, por ejemplo, a fundadoras o representantes del movimiento feminista, de preguntar a estudiosos del proceso narrativo, de hablar con teóricos del videojuego, con sociólogos, de hacer pequeñas encuestas o experimentos sociales, de investigar el origen de la fórmula de la damisela en apuros más allá de leer la Wikipedia en voz alta, de mostrar la opinión de historiadores y de expertos en la Antigua Grecia para tratar de buscar los cómos y porqués del nacimiento de este «plot device» y su tendencia a perpetuarse. Y eso, con tantísimo dinero, se podía hacer.

Y ahora, chiconuclear, te pregunto, ¿si no estás de acuerdo con esa peligrosidad infundada con la que concluye, cómo defiendes su proyecto?

chiconuclear: Lo defiendo porque no le veo nada de malo, punto uno, y porque a) creo que la desigualdad es un problema real y grave y que hay que atajar cuanto antes, b) no me parece que estos vídeos, ni la propia Anita, ataquen de ninguna manera los videojuegos, sino que se preocupa por su desarrollo como forma artística o comunicativa, y c) provocan. No es una provocación forzada, no es un niño diciendo culo y haciendo reír y enfurecerse a los adultos; es un detector de imbéciles. Me recuerda a las esvásticas de colorines que pintaba Arturo Vega durante la explosión del uso de imaginería fascista en los 70: como él mismo dijo una vez, «Los cuadros son un detector de nazis en el armario, ¿sabes? Sacan el nazi que hay en ti si eres un nazi en el armario, porque la gente que se va a ofender es la que tiene algo que ocultar.» No me atrevería a decir que todos los que han reaccionado tan a la tremenda con el vídeo de Anita sean «machistas en el armario», pero creo que sí nos deja una imagen de los problemas de desigualdad que existen, que están ahí. Esto se escapa totalmente de los videojuegos, claro, pero que las mujeres siguen estando algo jodidas, en general, es algo que está ahí.

Y ojo, que creo que esto ha servido para dejar en evidencia a ambas partes. Las radicales que se han puesto de su lado, las feministas extremas que odian el pene, las falofóbicas, estoy seguro de que tampoco son lo que busca Anita. En cualquier caso, y ya centrándome en lo que creo que es lo más importante del vídeo, o en lo que a mí me pareció lo más importante, más allá del retrato social que pueda sacarse de esta sobredosis de damiselas en apuros en los videojuegos también está la limitación artística, el cejijuntismo creativo. Se le pueden dar millones de vueltas al tema de la damisela en apuros, hacer diez mil retruécanos para que sea un punto de partida y no una jaula demasiado apretada para lo que viene después y lo que está alrededor, pero creo que no es el caso. Por ejemplo, en Django Unchained: es un caso de manual de damisela en apuros, pero se le dan las vueltas suficientes para convertirlo en una catarsis espectacular de la liberación de la raza negra, de la venganza de la raza negra contra los esclavistas. En videojuegos no suele ocurrir eso.

Entiendo que estamos en una época de poca luz, aún, y que la cosa evolucionará (está ya evolucionando) y se abrirán nuevas vías, y por eso creo que es interesante empezar a hurgar en la grieta, poco a poco. ¿No crees que es un poco tonto comparar a Anita con la PETA, cuando ella no sólo no ataca los videojuegos sino que reconoce llevar jugando varias décadas, y continuar haciéndolo? ¿Qué te lleva a pensar que esta señora tiene algún tipo de plan malévolo para derribar la Gran Torre de Ganchitos y Coca-Cola del Videojuego?

pinjed: No creo que la PETA tenga interés en atacar a los videojuegos, sino que simplemente dispara a quien está más desguarnecido. No creo que tengan nada en contra de los juegos: a menudo sus mensajes buscan mejorarlos a sus ojos. Anita no quiere jodernos el chiringuito, sino que quiere moldearlo a su gusto, eso solo es malo si lo hace por la vía del alarmismo social y bajo pretextos poco o mal justificados, tirando de argumentos parcialmente sesgados y hechos a medida, ignorando detalles importantes para que no se le venga abajo el tenderete. No hace falta que mencione Super Princess Peach, Metroid, Streets of Rage o los cien mil Mario Kart, ¿no?

Anita y la PETA tienen en común que ven un problema real e indiscutible pero canalizan mal sus esfuerzos. Si la desigualdad de género es un problema social, atajémoslo como un problema social y de valores, como un problema en la raíz de cuestiones como la educación o el mundo laboral. ¿Se puede hacer algo también en la cultura y por extensión en los videojuegos? Por supuesto, pero presentando alternativas, haciendo cosas. Thatgamecompany creyó que podía aportar otra visión de la narrativa, así que hizo su propuesta con Journey y ahí está. Si te parece mal lo que se hace a nivel creativo, implícate y cámbialo desde dentro. Haz propuestas, aporta alternativas. Fíjate en un curioso detalle, chiconuclear: el cliché de la damisela en apuros está en todos los medios narrativos, pero en ninguno se tiran piedras hacia su propio tejado sino que tratan de subvertir la auténtica realidad. Hay millones de obras arte, de teatro, películas, libros y discos que intentan cambiar este equilibrio podrido de las mujeres jodidas que mencionas y que existe, pero lo hacen retratando el problema que hay en la calle y buscan atacar a la raíz. Eso es porque saben que si hay películas machistas o tebeos machistas o publicidad machista es porque se está reflejando una realidad machista, y esa sí que hay que cambiarla.

Aquí el problema es que estamos confundiendo el machismo con la inmadurez de la industria. Ese cejijuntismo creativo al que te refieres. Estamos en un medio joven y con una demografía extremadamente masculina, del que además pende un negocio gordísimo. Y cuanto más grande es el negocio menos se quiere arriesgar. Todo eso forma un cóctel de mierda que termina derivando en un abuso de los estereotipos (incluidos los femeninos, pero no exclusivamente) y de los clichés que algún día tiene que cambiar y empezar a echar mano de esos retruécanos y de la verdadera creatividad genuina. O, como dices, ya está cambiando.

Me parece que no aciertas comparando con las esvásticas de Arturo Vega, por aquello como dices es una provocación no forzada, pero que venga una señorita y me diga que esto a lo que juego es pura mierda retrógrada (ella dice «regressive crap») que envenena las cabezas y que si no veo un problema en ello es porque soy parte del problema y un vejador en potencia, pues oye, me ofende y me duele y me parece injusto. Puede que no lo sepa y yo mismo sea un machista de armario, que diría Vega, pero desde luego no creo que los videojuegos tengan la culpa. ¿No has pensado que si todo el mundo trata de eliminar la parte que le ofende de un videojuego, el proceso creativo terminará adulterándose? ¿Qué haremos cuando una desarrolladora tenga que hacer sus juegos consultando un manual de lo que no puede incluir en su juego? ¿No crees que la corrección política es el mayor enemigo de la cultura?

chiconuclear: Estoy lejos de eso que dices. Te conozco y sé sobre tus gustos; ¿no crees que sería interesante un juego en el que tuviéramos que gestionar un campo de concentración? ¿No sería interesante un juego en el que fuéramos realmente un hombre machista? Quiero decir: entiendo lo que dices, y estamos de acuerdo, seguro, en que limitar la creatividad a lo que dice el libro de lo políticamente correcto es absolutamente nocivo. Si tu obra no repulsa a alguien estás haciéndolo mal, y todo eso: yo estoy cien por cien en esa carretera. Por eso creo que Sarkeesian ha tocado justo en el cable bueno: lo, entre comillas, políticamente correcto en videojuegos era la fantasía masculina de poder, lo que en Los Simpson satirizan a la perfección en menos de dos segundos con un «a fregar» de Homer que lo retrata, y nos retrata, como el inútil que cree que su condición de supuesto macho alfa es suficientemente importante como para reprobar cualquier propuesta que no esté perfectamente alineada con lo que él cree que es lo correcto. ¡Por supuesto que creo que hay que forzar los límites! Por eso me gusta Waiting for the man de la Velvet y por eso me gusta Joaquín el necio de Albert Pla; pero creo que parte del proceso de llegar a ser no una industria, sino una forma de expresión suficientemente madura como para poder albergar estas formas fronterizas de lo social, implica un proceso de reflexión, estudio y, quién sabe, denuncia que Anita hace sin aspavientos y con bastante buena mano. Recuerdo, hace bastantes años, ver un proto videojuego en el MUSAC de León en el que éramos un inmigrante ilegal que pasaba por todo el proceso, bien jodido, de llegar a España en una patera, colarse por la frontera como bien podía y demás. En videojuegos eso es muy difícil de hacer, pero creo que no es imposible.

El problema es que exige muchísimo del jugador, porque un juego que nos ponga en el pellejo de, pongamos, un violador, siempre será emocionalmente complejísimo; en cine, sin embargo, hemos visto sin ir más lejos al personaje de Antonio Banderas en Matador. O, si queremos llevar la cosa más al terreno de la exigencia del espectador, hace no demasiado Holy Motors puso a prueba a cualquiera que la vio; es otro tipo de puesta a prueba, vale, pero la cuestión aquí es la audiencia: alguien tiene que poner a prueba a la gente que recibe tu obra, alguien tiene que ser el primero. La reflexión sobre el asunto, insisto, es esencial; si queremos formar parte del engranaje cultural tenemos que comportarnos como agentes válidos, y no como frigoríficos o microondas. ¿No crees que sería interesante realmente ver una convivencia real, significativa y relevante del juego artístico, o como cojones quieras llamarlo, que intenta forzar las cosas, llevarlas un paso más allá, con el juego mainstream, aquel dedicado a complacer al gran público y a ser el McDonalds de las masas? Por mi parte, veo muchos Transformers pero demasiados pocos Djangos, y demasiados pocos Caninos, y demasiado poco de todo, en general.

pinjed: Claro, todo lo que sean alternativas y nuevas opciones es bueno. Recuerdo Angry Dad Rampage, una recreativa japonesa en la que tomabas el rol de un padre de familia cabreadísimo y debías lanzar por los aires una mesa. Ahí nos quedamos con el locurotes que suponía y no le dimos vueltas a las segundas lecturas, pero las había. También entiendo un poco a las acólitas de la Sarkeesian (¡es broma!) cuando les toca elegir personaje en el World of Warcraft o donde sea y la versión femenina siempre parece un clon de Carmen Electra. Es un problema de alternativas, de que esta industria lleva demasiado tiempo habitada casi en exclusiva por hombres, a ambos lados de la pantalla, y ahora nos damos cuenta de que faltan asideros para las mujeres, que las pobres entran en un mundo totalmente desequilibrado y de que durante mucho tiempo nos hemos olvidado de que ellas también podían jugar.

Y ahí viene el problema: reflexionar es bueno siempre y en cualquier dirección, desde luego, pero Tropes vs. Women tiende al alarmismo social y al reproche, y además lo hace con trampas y subterfugios argumentales. Te señala solo a los «malos» pero no habla de los buenos, no te da una visión ponderada y justa del panorama y comete el mismo error que ella misma denuncia en la industria: vuelca el plato lo justo para que todas las patatas caigan hacia el mismo lado.

Desde luego que los videojuegos tienen vicios, manías e insuficiencias. Hay mucho Call of Duty y poco Journey, que supongo que es lo que quieres decir, y supongo que eso tiene que evolucionar a medida que el medio vaya madurando. Ahí están los indies, que por mucho que ya se esté produciendo un quiste de propuestas iguales, también empujan los límites. El otro día jugué a Slave of God, un FPS psicodélico en el que vas tan cocidísimo y drogadísimo que a penas se distinguen las formas y debes explorar una discoteca en busca del amor de tu vida. Era precioso. Esto hace cinco años era impensable, así que efectivamente algo está pasando.

Que lleguemos a una convivencia equilibrada con los Battlefield of Duty va a ser complicado, porque la intelectualidad es por definición marginal en todos los ámbitos, pero si queremos equilibrar la balanza sexual en el lado comercial me temo que habrá que meterle mano a muchas otros factores externos. Porque lo comercial está pensado para adaptarse los gustos generales, son productos democráticos, así que los raíles los estamos poniendo nosotros en la escuela, en el trabajo, en casa y en la calle. Ahí es donde hacen falta cambios. Como ya dije en Twitter, hay que pensar en los juegos en un mero indicador de cómo están las cosas ahí fuera; no puedes culpar al termómetro de que haga mucho calor.

chiconuclear: El otro día estuve pensando en lo mal que llevo el hecho de que los videojuegos estén irremediablemente unidos a una industria que los explota y exprime como productos de consumo. La típica dualidad señor con traje versus chaval que tiene ideas y quiere expresarse a través de su obra. Si la industria musical quiebra y se dejan de distribuir discos en las tiendas, lo más seguro es que ahora, gracias a los avances tecnológicos, se puedan seguir grabando y compartiendo canciones; eso me tranquilizó, porque me di cuenta de que, si las consolas quiebran, si Nintendo y Activision y EA desaparecen, si Steam cierra y ya no hay una forma de que el establishment comercial distribuya sus productos, aún seguirá habiendo juegos, la gente todavía hará y jugará a juegos. Seguramente estarían entre esos supervivientes los que por fin cambiaran las cosas. Espero que no tengamos que llegar tan lejos, pero de todos modos querría cerrar con un arranque flamenco de educación old school: somos un medio joven, sí, casi en pañales, acepto; como se ha dicho toda la vida, una hostia a tiempo quita mucha tontería. Nosotros tenemos mucha tontería, todos.