Mi lista de pendientes nunca disminuye porque cada mes se añaden nuevos títulos que quieren ser los protagonistas de mis consolas. Darles salida es trabajoso, puesto que mi tiempo es limitado y, con demasiada frecuencia, la duración de los videojuegos incompatible con mi atareada vida. Pero mucho peor es el estado de mis deseados, que fluctúan en mi cabeza con cierta sensación de impotencia, inabarcabilidad y culpabilidad, porque es probable que de ellos me queden resquicios e información superpuesta en vez de la experiencia. Las responsabilidades ahogando mi ocio desde que los videojuegos solo los degustaba los fines de semana, cuando los alquilaba en el videoclub.
Ya entonces era trabajoso llegar a la mitad de algunos de ellos. Final Fantasy VIII o The Legend of Dragoon, como videojuegos de rol de la vieja escuela, podían extenderse decenas de horas. Intentaba por todos los medios, en dos días, llegar al menos a la mitad, sabiendo que quizás nunca volviese a jugarlos. Podía pasar que el fin de semana siguiente no tuviese dinero, no estuviese disponible o lo hubiesen vendido de segunda mano. Era incierto si habría un hilo rojo que nos conectase. Así que el ansia por ver más avivaba la rapidez, aunque no era suficiente. El tiempo no era solo para jugar, con lo que tampoco tenía 48 horas completas ni en esa edad en la cual dicen que todo es más simple.
Ahora, pasada la tercera década, el escenario es calamitoso. En mi cómputo total de horas diarias voy restando las ocupadas por el trabajo, mis necesidades básicas, las tareas y obligaciones restantes, compartir tiempo con mi familia, atender a mis peludas, relacionarme con otras personas, hacer deporte… A veces no veo el final. Ni qué decir sobre mis energías, que disminuyen con jornadas de entre las 12 y 16 horas. Desconozco si todas las personas tendrán horarios tan apretados como los míos, aunque espero por su salud que no sea así. Lo que intuyo es que, en general, los años nos regalan, queramos o no, quehaceres que no dejan de añadirse a los anteriores. Con poco cálculo que hagamos, nos damos cuenta de que el tiempo es un bien escasísimo y preciado.
En Gamelab 2018 estuve presente en una charla de Josep Fares, cineasta y diseñador de videojuegos. Hablando sobre la duración de los títulos, el creador de Brothers: A Tale of Two Sons y A Way Out dejó caer que incluso en títulos cortos como los suyos, de alrededor de 6 horas, el porcentaje de partidas acabadas era del 52%. Si tenemos dudas o queremos saber ese dato de otros juegos, podemos consultar los trofeos o estadísticas que las plataformas nos ofrecen. No obstante, la información no nos es ajena como jugadores, porque aunque hay personas enamoradas de adentrarse en obras largas y repletas de contenido para acabarlas en pocos días, más de un título o dos (o diez) han quedado abandonados en nuestras estanterías. Así, la viabilidad de duraciones largas o muy largas en videojuegos de un solo jugador se cuestiona cada vez más, tanto por los efectos en les jugadores como en los desarrollos.
Como jugadora, entrar por gusto en un videojuego de aproximadamente 30 o 40 horas puede ocuparme el ocio de hasta un mes. Eso requiere que organice mi tiempo consultando la página web How Long to Beat, donde aparece la duración media de cada título gracias a los datos de otros jugadores. Para mí, es una herramienta necesaria aunque incómoda, porque señala la batalla perdida de que juego a lo que puedo, no a lo que quiero, y siempre bajo la presión de las horas disponibles. Y es que no solo desecho una gran parte de propuestas porque no encajan en mi escaso tiempo, sino también una parte de las experiencias in game, sobre todo en títulos que introducen cientos de misiones secundarias. La sensación de caída al precipicio entonces es inmensa, porque en esas propuestas suele estar el mensaje contradictorio de que es posible omitirlas, pero a cambio perderás una parte de la historia, detalles del personaje, objetos valiosos o experiencia que te permitirá avanzar en buenas condiciones. No son sensaciones agradables para la persona que juega, quien a veces se siente «obligada« a entrar en los contenidos extra aunque sean repeticiones soporíferas.
No obstante, entendiendo que la duración y la sensación de paso del tiempo de un videojuego depende de múltiples factores y que no hay una tabla de medidas única, ciertos títulos tienen una duración singular como condición necesaria para un despliegue óptimo de la experiencia, de la jugabilidad o las mecánicas, no siempre relacionada con una gran cantidad de tiempo. Por ejemplo, mientras sabemos del escandaloso caso de las más de 150 horas que puede abarcar Persona 5, el icónico Journey muestra todo su potencial en solo 2 horas. De ahí que aumentar la duración a cualquier precio no es soportable para todas las propuestas, como tampoco lo es acortarlas demasiado. Podríamos decir, resumiendo de forma superficial, que cada título tiene sus propias necesidades y que saber gestionarlas puede resultar en una obra maestra. Hacerlo reiterando la moda del momento o el hábito de uno u otro extremo puede acabar con un juego célebre precisamente por ser tedioso o aburrido o tan breve que no conseguimos situarnos en él.
Aun así, la duración de los videojuegos no para de aumentar en los nuevos lanzamientos. Bien por decisión de las desarrolladoras para vender más copias u otorgar «valor» al videojuego, bien por los jugadores ávidos de amortizar el alto precio de los títulos, es común apelar a la rejugabilidad o la alta cantidad de contenido de un videojuego y el total de horas que cubrirá como reclamo. En los juegos abundan las segundas (y terceras) partidas, misiones secundarias, multijugador y coleccionables. Pero no siempre se incorporan de forma satisfactoria. Es habitual ver quejas de usuaries que sienten que hay mucho relleno o que la experiencia se alarga artificialmente en los títulos, algo que provoca fuertes rechazos entre les jugadores y creatives. Antes del lanzamiento de The Witcher III, en 2015, Jakub Szamalek, guionista principal del título, declaró sin tapujos que su equipo no había creado misiones secundarias vacías porque «Todos odiamos las misiones de ir a cierto lugar, coger 10 cosas y volver». Años después, es habitual ver lanzamientos con la misma carencia.
A este efecto, también encontramos que tradicionalmente hay géneros, como los videojuegos de rol o de gestión, que se presentan en un formato largo. En este punto, es curioso ver que el medio y les jugadores ratifican las características que los videojuegos o una tipología de estos, por costumbre, adecuación o mito, han de mantener. De esta manera, parece que desarrollar un título conlleva marcar casillas hasta encajar con el modelo predefinido, uno que hemos aprendido a lo largo de la historia y evolución de los videojuegos y nuestras experiencias como jugadores. Una de las propiedades de este prototipo es la duración. Así, se habla, se dice, se comenta, que una aventura de 35 horas «está bien», pero que para un título de rol son «escasas». En la comunidad hay cifras bastante similares en relación al género de los títulos, siendo probable que, en parte, estemos ante una costumbre, porque no todos los proyectos funcionan bien con ellas aunque compartan género entre sí. Entonces, la duda es si aporta algo positivo patronizar el medio, sobre todo en un aspecto clave del mismo. Recordemos que contamos con propuestas más que aptas que se salen del molde, como la franquicia Cat Quest, títulos de rol de unas 6 horas.
Es en esa especie de trampa sobre qué debe o no ser un videojuego o género, cargada de ciertos elementos inapelables, es donde hay cabida para deslices que no tienen tanto que ver con la idea original del título. Si seguimos pensando como jugadores que hemos de rentabilizar el precio final, que cada euro que pagamos debería ser una hora de juego, que les profesionales deben llenar a cualquier precio 50, 60 o 100 horas, estaremos allanando el escenario para que a menudo la prioridad sea la cantidad y no la calidad. A la vez, entramos en una especie de ciclo interminable, puesto que a mayor contenido, es más probable que se encarezca el precio final y peores condiciones tenga el equipo que participe en el desarrollo, iniciando otra vuelta que sigue por el jugadore que quiere pagar en función de las horas totales. El fenómeno está tan extendido que, a medida que los catálogos avanzan y las generaciones de consolas se suceden, exigimos más y más (gráficos, jugabilidad, duración, etc.), olvidando que cada proyecto es único. Esto nos lleva, en último término, a producir problemáticas mayores en la industria y el medio.
Cuando juego a Two Point Hospital en la comodidad de mi sofá es porque milagrosamente tengo más tiempo del habitual para gestionar mis hospitales. Lo normal es que los videojuegos que llenan mi tiempo libre sean cortos, de máximo 10 o 15 horas. Digo máximo, porque entre mis títulos acabados hay muchos que son de 5 horas o menos. Cada vez más. También es usual que combine un título corto con uno largo, de manera que se aligere la impresión de que no avanzo. Ambas son estrategias que me hacen más llevadera mi experiencia como jugadora, pero que he aprendido sola y a las malas. Además, a pesar de mi esfuerzo por seguir conectada al medio, conforme cumplo años me siento más desplazada de él porque mi tiempo no se expande, más bien se acorta. Evidentemente, disfruto de obras de duración media, y si el juego me gusta intentaré echarle todas las horas posibles porque no sentiré que es demasiado largo. Pero esa es una excepción dentro de la norma.
Por esa razón, creé una pequeña encuesta. La idea era conocer perspectivas y experiencias diferentes a las mías y las de mis círculos sociales sobre la duración de los videojuegos y averiguar si compartía el ahogo de no contar con tiempo suficiente para jugar. Hecha a grosso modo y con un total de 674 votos, me ofreció más información sobre lo que otres jugadores opinan al respecto. Con cuatro opciones, divididas por franjas de duración (5-10 horas, 15-20 horas, 30-35 horas y más de 35 horas), el 45,7% votó por un término medio, es decir, las 15-20 horas. Pero lo más interesante es que varias personas se animaron a comentar el hilo, e iniciaron un intercambio de impresiones sobre la falta de tiempo en sus vidas, la multitud de videojuegos mensuales y la duración de los géneros. Hubo quien también mencionó la sensación particular del tiempo en relación a la experiencia que proponen algunos títulos, del relleno excesivo de otros y del provecho que querían sacar por el precio total del videojuego. Esta amalgama de ideas acerca de algo tan intangible como sustancial que es el tiempo dejó al descubierto las inquietudes, carencias y contrariedades de la relación entre les jugadores y la duración de los videojuegos.
El debate sobre la duración parece, más que perdurar, extenderse y dilatarse en el tiempo. A medida que las generaciones subimos de nivel, ganando años a cambio de perder tiempo, al contrario que el medio, que gana duración a cambio de años, es forzoso preguntarnos sobre si el estamos preparados para afrontar tantas propuestas que requieren de un esfuerzo, espacio y atención que implica rechazar cientos de juegos, abandonar a medias los elegidos y, en última instancia, no jugar jamás a algunos, y si es justo que el medio siga apostando por duraciones cada vez más extensas a pesar de todos los inconvenientes de hacerlo. Porque el choque entre lo que queremos, lo que creemos que queremos y lo que pedimos como jugadores, y entre lo que acabamos jugando debido a nuestro escenario, lo que la industria nos ofrece y el uso de la duración en los videojuegos por parte de las desarrolladoras, hay todo un despliegue de esperanzas, malabarismos y sueños rotos.
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Sobre el Wishlist: a mi el añadir juegos a la lista de deseados se ha convertido en parte «del juego». Me gusta meterme en la e-shop y añadir aquellos juegos que me parecen interesantes y aquellos que son un must para, con el paso del tiempo, ir eliminándolos sin dolor alguno cuando entiendo que en realidad no voy a jugarlos. Esto da paso a un meta videojuego simulador de curación de contenidos que me resulta súper entretenido y satisfactorio: es una forma de consumir esos juegos en los que no voy a adentrarme pero de los que dispongo la suficiente información, como bien dices, para sentir que los he consumido, como si de un fumador pasivo me tratase.
El Howlongtobeat tiene doble filo, oscilando entre ayudarte a decidir a qué jugar en equis momento o quitarte las ganas de algo. Ambas caras me parecen fantásticas, es como ese colega que te aporta cierta verdad cuando estás a punto de meterte en un lío. En mi caso no es un «Jo, me gustaría darle al Persona 5 pero es que no tengo tiempo» sino un «Jo, me gustaría darle al Persona 5 pero es que no tengo el cuerpo para 100 horas de los mismo» o, en el mejor de los casos, «Jo, el puto Persona 5, 100 horas… va, ok, me apetece darle así que me acabo este indie al que le estoy dando y luego me pongo con él»
Y si, el bendito capitalismo y la actitud del consumidor de hora de juego por euro invertido nos está dañando muchísimo, alargando experiencias por el mero hecho de coincidir con esos moldes clásicos. ¿De verdad necesita Persona 5 unas 100 horas para ser disfrutado y contar su historia? ¿podrían acortar el juego y orecer una experiencia similar en unas 40? Ojo, quizá no sea posible, pero es importante cuestionárselo.
Creo que el tema es hacerse más selectivo, casarse con un juego y hacer caso omiso al bullicio actual, ir una generación por detrás. Tengo una mente muy dispersa que intenta (como muches) picotear todo lo que puede, por el zeitgeist, por el fomo, por ansiedad capitalista: en mis hábitos de lectura, de leerme cuatro o cinco libros a la vez, me he centrado en uno que, gracias al howlongtobeat cultural y el boca a boca del paso del tiempo he sabido que era (es, y será) un pozo de horas: Infinite Jest. Llevo con él mes y pico, y estoy viendo que va a ser mi libro del 2020 (y parte del 2021)… y me parece bien. Voy a hacer el esfuerzo que requiere de mí con gusto y con el tiempo que me lleve. Planeo llevar esta actitud con los videojuegos, y estoy esperando a que saquen Disco Elysium en Switch para centrarme en él con calma.
Pero sí, estoy en un punto en el que agradezco sobremanera juegos como A short Hike, algo cortísimo que poder jugarte de una sentada (en mi caso, dos minisentadas en casa y un vuelo de avión). Y va a sonar a tópico, pero es que gracias a los indies estamos disfrutando de esas experiencias más concisas. Y volvemos de nuevo al capital(ismo): estoy seguro de que una de las razones principales de que los indies creen este tipo de experiencias es por la falta de recursos económicos con respecto a juegos AAA: ¿qué ocurriría si tuviesen la misma pasta? ¿crearían las mismas experiencias con ciertas mejoras gráficas y jugables, o comenzarían a crecer hasta poder competir con los AAA, mutando en horribles criaturas deformes?
@deborah yo me siento ULTRA-identificado con este artículo porque es que me sucede exactamente igual. Me considero un «hardcore gamer» de toda la vida, desde los tiempos de la Atari y el Spectrum. Pero ahora calzo 38 años, vida en pareja y con una peque de 3 años y medio…
…¡¡¡y no me da la vida para todo!!! Tengo un síndrome de culpabilidad por todas las películas, libros, series, cómics y videojuegos que estoy frito por jugar…
Pero es imposible. Por mucho que te organices, el tiempo de ocio es limitadísimo y yo mismo me «censuro» los juegos que puedo jugar porque odio empezar algo y no acabarlo de manera que intento tirar siempre a cosas de 15 horas para abajo y procuro no meterme en movidas de más de 20 salvo que sea algo muy especial. Por eso los AAA enormes de mundo abierto son cada vez menos para mí, incluso cosas como FF7 Remake (uno de los juegos de mi adolescencia), que me lo prestaron hace 1 mes y todavía no lo he empezado porque «no encuentro el momento».
Por todo ello, cada vez cojo más asco a cuando un juego trata de «hacerme perder el tiempo» con chorradas o rellenos, porque lo valoro tanto y le tengo tanta estima que lo que antes era «jo, qué coñazo, otra misión de recadero» ahora es «me cago en ****** a la siguiente ***** de dar vueltas quito el juego y lanzo el disco por la terraza».
Me siento muy identificado. En esta ecuación de juegos + duración de los mismos + tiempo disponible, el formato de la plataforma en la que te plantees jugar influye y mucho según tus circunstancias y hábitos. Un formato portátil/hibrido, en mi caso, me permite plantearme jugar y dedicarle tiempo a ciertos juegos que en una sobremesa descartaría totalmente (RPG’s, Roguitos, FPS incluso). Es más, si no existiera ese formato, dudo mucho que siguiese jugando a videojuegos…
La historia de mi vida.
Yo creo que el problema está más en nosotros que en la duración de los videojuegos. Vivimos en un mundo donde nos domina el FOMO, en el que estamos constantemente preocupados por lo que se va a anunciar, por lo que va a salir, por lo que está de moda, por lo que está de oferta. Esto nos crea la necesidad de jugarlo TODO para estar siempre «en la onda». Y esa necesidad hace que, finalmente, no disfrutemos de los juegos. Nos lo pasamos para poder quedarnos tranquilos de habérnoslo pasado o jugado y pasar al siguiente.
Lo que yo creo es que las 150 horas de Persona 5 Royal no tienen nada malo. Lo único malo es el jugador si piensa que por jugar 150 horas a ese juego no va a poder disfrutar otros. Imaginaros que lo juega alguien que no lee nada sobre videojuegos y no le interesa la actualidad o lo que va a salir o ha salido. Si lo único que piensa es en esas 150 horas, aunque ese juego le lleve pasárselo 7 meses, no pasa nada, lo habrá disfrutado y degustado en su debido tiempo sin pensar que no ha podido jugar a otras cosas. Una vez lo termina juega al siguiente que le apetezca y ya está. Pero eso es difícil ahora, estando rodeados de tanto ruido que nos pide que juguemos constantemente a cosas nuevas porque si no nos dará tiempo antes de que estemos muertos.
En mi opinión creo que deberíamos leer menos, informarnos menos, pasar menos tiempo en redes sociales, ver menos conferencias y disfrutar más de los juegos que a uno le apetezcan, sean largos, cortos o medianos, hayan salido este mes, hace 2 años o 15. Eso es lo que yo, por lo menos, estoy intentando (y no es cosa fácil).
@tomimar
Chapó. Has sintetizado lo que quería decir de una forma más limpia y precisa. Debemos ser esa persona que se pega 7 meses con el Persona 5 y que tiene cero problemas con no jugar a otras cosas que van saliendo y que está mega contenta con jugar a lo que le apetezca cuando le apetezca.
Es una movida porque es una actitud tóxica exclusiva de los videojuegos. No conozco a nadie con FOMO por leerse todas las novelas contemporáneas que van saliendo, al contrario, lo más habitual es leer clásicos e inercalarlos con cosas más modernas: hablo de la lectura porque es el hobby que me parece más similar al videojuego en cuanto a tiempo requerido.
Acabo de mirar en «how long to beat» cuanto dura el snowrunner y pone que completar el 100% son 126 horas. Y me las voy a gozar toditas. Sin embargo, juegos como Horizon y TLOU2 que me duraron 30 y pico horas deseaba que se acabaran.
Tengo poco tiempo para jugar y no puedo desperdiciarlo en medianias. Juegos del montón si, pero que duren poquito, por favor.
@kyle
xD Pensé algo parecido. Igual considero que es un tema que no deja de ser interesante, bastante incluso.
Pero que la premisa para pensarlo sea tan autobiográfica no me parece la adecuada.
Y eso vale para los comentarios también xD
@kyle
No entiendo la premisa del comentario, lo comparto claro, evidentemente cualquier queja de gamer comparada al sufrimiento que se puede dar en el mundo, es una nimiedad, pero oye… ¿que hacemos en un foro de videojuegos sino hablar de videojuegos?
Este párrafo me define totalmente
Es un tema con muchas aristas.
Cuando te gastas 70€ de rigor es complicado no sentirte «estafado» si te lo terminas en un finde y tiene 0 rejugabilidad.
Pero ese mismo juego por 40€ te parece de una duración de la hostia.
Y esto a derivado en la falsa creencia de mas horas mejor.
Que ha mutado en mas horas de relleno.
Impotencia es la palabra clave en todo esto; deseamos algo, no lo hacemos y si logramos hacerlo ese algo nunca es.
Creo que cada persona se va poniendo sus propias trabas. En mi caso la duración podrá empeorar las cosas pero tengo claro que no es de los motivos principales de mi problema, puedo enfocarme en títulos pequeños, que se terminan en dos tardes, y son tantas las propuestas que se lanzan (cada vez mas atrevidas y variadas) que mi lista de pendientes se alarga de igual forma.
La necesidad de jugarlo a todo, de ser parte, y no querer aceptar que en esto de los videojuegos, como en la vida, hay que elegir.
Yo sobre este tema me vienen varias ideas. La primera es que como dice @kyle, este es un problema de pijos. O para para precisar más, yo diría que esto es un problema de la prensa. Es un lamento constante de los críticos y de los flipados que nos creemos que lo somos y que pretendemos estar al día de todo un mundillo que es inabarcable por géneros y por producción.
La seguna es que, aparte de plantearse lo de jugar a todo, habría que plantearse también si hace falta «acabarse» un juego para considerar que se ha disfrutardo y conocido. Entiendo que en un Bioshock sí, ok, el final es parte fundamental de la experiencia. Pero en un Witcher, una persona que tras 50 horas jugando llega a Skellige y lo deja, ¿de verdad no ha disfrutado el juego completamente? Yo al Two Point le metí 70 horas y lo «acabé». Pero si lo hubiera dejado a las 35 lo consideraría aprovechado igualmente. Y si hubiese buscado todas las estrellas y me hubiese ido a las 120, pues igual. Por que a lo mejor llega aquí también la sombra del cine y creemos que la obra tiene que empezar y acabar, cuando la mayoría de los juegos no son así. Son mundos. Plazoletas a las que ir a jugar el tiempo que te apetezca hacerlo, sin más.
Sobre los RPG y los juegos de mundo abierto, por supuesto que tienen que durar decenas de horas. No es un problema de convencionalismos ni es un selling point ni es que los jugadores queramos grasa. Es simplemente que estos juegos lo que proponen es darte un mundo que explorar y crearte la ilusión de que es enorme y de que tienes libertad para para hacer en él lo que quieras. Es casi la razón de ser de estos géneros. Si luego alguien quiere hacer otras cosas como ese Cat Quest, pues guay. Pero si el próximo Baldurs a las 20 horas resulta que lo hemos visto todo, pues le meteremos fuego a Larian y tendremos razón.
Y por último, y por darle otro palito a la prensa, tengo la sensación de que con este tema hay cierta hipocresía. En el sentido de que siempre están criticando que «los juegos son demasiado largos» pero luego no hay huevs de concretar. De coger a un juego y señalar lo que le sobra y bajarle la nota por ello.
@gordobellavista
Sepa usted que acaba de bajar a Tom Hardy del puesto numero 1 de la lista de los hombres con los que tendría intercambio sexual, a pesar de ser yo retrógradamente heterosexual xD
@gordobellavista
Me permito sumar a lo que comenta de RPGs y mundos abiertos que, en muchos de esos juegos, puede obviarse el contenido hiperbólico que portan y dedicarse solamente a la trama principal.
@telvanni
Exacto. Y no solo eso. Yo digo que también es perfectamente acertado pasar de la trama principal y dedicarse solo a hacer secundarias o vagar por el mundo hasta que se canse uno.
Yo que gustó AC Origins, lo bueno que recuerdo fué eso. Andar por ahí a mi bola viendo el mundo. La historía principal ni la recuerdo, sería una gilipollez. No la hubiese seguido y hubiese sacado el mismo disfrute del juego.
(He tenido que buscar quién era ese Tom Hardy. La verdad, está mejor que yo… xD )
@gordobellavista
Es lo que comentas, la verdad.
Tenemos esa sensación de que para saber de videojuegos debemos jugar a todo y eso crea este tipo de dramas estúpidos en nuestras cabezas.
Llega un punto en el que podemos incluso supeditarlo al disfrute: el tengo por encima del quiero. No sé, es un poco lo de siempre, el lloro del que tiene la posibilidad de tenerlo todo.
Seguro que cuando éramos pequeños y nos tirábamos dos o tres meses jugando al mismo juego no sólo no éramos menos felices sino que lo éramos más.
Pero porqué nadie dice nada de que esto esté escrito en lenguaje inclusivo de los cojones?
Menudo atentado contra el sentido común, el lenguaje y la inteligencia humana….
@zauner
El sentido común es algo muy sobrevalorado, en gran medida está construido de manera artificial y responde a intereses que poco tienen que ver con el bien común. Por no hablar de la gran cantidad de prejuicios que lo sedimentan.
El lenguaje está «vivo» y en constante mutación.
Y la inteligencia humana es algo que sigue sin probarse de manera concluyente.
@telvanni
Hahaha bravo Howard
@telvanni
Últimamente estás para enmarcar.
@carrington
¿Lo has notado? Imagina si supiera gramática… ( Ay! )
@telvanni
Te amo.
@zauner
Porque estás en Anait y más allá de la postura, o adopción, que se pueda tener con respecto al lenguaje inclusivo, el odio que despierta en algunos habla más de la mentalidad del ofendido que los supuestos problemas que conlleva. Mejor ahorrarse eso de la inteligencia humana, las razones para ir en contra del lenguaje inclusivo son ideológicas.
Por cierto, ya que te veo muy preocupado por el lenguaje: los puntos suspensivos son tres y «porqué» va separado cuando se usa en su forma interrogativa. Yo también escribo mal pero no ando corrigiendo a los demás.
Deborah escribe en inclusivo, creo que cualquiera puede entender el texto independientemente de eso. A partir de ahí, el único atentado sería exigirle a la escritora no escribir como ella desee.
@zauner
Cuanto antes aceptes que van a escribir mal de manera consciente y que comentarios como el tuyo refuerzan su postura, antes aprenderás a que te dé igual. 2020.
Yo no creo que sea un «problema de primer mundo» al menos no más que cualquier cosa que podamos debatir aquí.
Quiero decir, si te querías comprar la PS5 y de pronto Sony la pone a 2000€ también sería un problema irrelevante a cosas vitales importantes en tu vida. Pero desde luego algo debatiríamos al respecto.
Sobre el tema en si creo que es algo constante que surge porque se trata de un tema generacional que a muchos nos está tocando por primera vez.
Quiénes hemos sido aficionados a esto desde niños teníamos esa sana costumbre de jugar a casi todo lo imprescindible o al menos intentarlo.
Pero los que estamos ya en los 30-40 nos damos cuenta de que simplemente es imposible, no ya por la cantidad de juegos que salgan sino por la duración de los mismos.
Yo estos últimos años por primera vez he empezado a descartar muchos juegos por duración, como el mismo Persona 5 que me encantaría haber jugado, o me he encontrado buscando listas de juegos cortos.
Supongo que dependerá de como enfoque cada uno su ocio, como dicen por ahí habrá quién pueda estar meses con el mismo juego y esté tan agusto, a mí personalmente eso me cansa y me desmotiva.
Y el tema tiene miga porque al mismo tiempo que se da esta situación seguimos inmersos en esa espiral de que los juegos son caros, ergo tienen que durar mucho o se les tiene que sacar mucho jugo.
Porque queremos experiencias cortas pero si te clavan 70 euros por un juego de 4 horas igual no hace tanta gracia.
Lo cuál lleva a juegos que tienen tramos que se notan muy alargados, incluso en obras maestras, contenido de relleno, misiones irrelevantes, modos online con calzador…
Lo peor es que todos nos pasaremos a la siguiente generación de consolas teniendo una media de 5-10 juegos que no nos hemos pasado o ni empezado. Yo porque no tengo Steam, pero eso sí que debe ser un drama. La de amigos con sus interminables listas de juegos que saben que no van a jugar nunca.
El resumen perfecto de nuestra sociedad actual es la de un amigo cuando me dijo que se iba a comprar un juego a 2,50 solo por tenerlo, sabía que nunca lo iba a jugar. Pero bueno, esto ya es más cosa quizás de la sociedad de consumo que de el tiempo en sí que tenemos. Gran logro el de hacernos comprar cosas a pesar de tener todas las que tenemos.
Creo que a todos los que tenemos cierta edad nos pasa esto. De repente podemos permitirnos cuantos juegos nos apetezcan, pero no tenemos tiempo para ellos.
En mi caso, he conseguido superar esa idea perniciosa de que hay que “terminar” los juegos. Por largos que sean y por contenido que te falte por ver, no has dejado de disfrutarlo ni lo valoras menos que otra persona que haya exprimido todos los logros. ¿Da pena dejar juegos a medias? Mi postura es que si los dejo a medias es porque me apetece más jugar a otra cosa. Ni lo lamento ni tengo que disculparme.
F por todes nosotres que no nos da la vida para más.
También matizar un detalle importante, que es el hecho de las acciones que puedes realizar en ‘x’ tiempo, es decir, pongo un ejemplo simple, Monster Hunter, me encanta, pero desde que tengo al peque no lo he vuelto a jugar, porque es un titulo al que mínimo le tienes que echar 40 minutos o 1h para hacer cualquier cosa, luego tenemos Assassins Creed, el cual le echas mínimo 5 minutos hasta que cargas partida y ya ni hablemos de si quieres hacer un viaje rápido… a diferencia de los Dark Souls por ejemplo, los cuales tienen una duración de entre 30 y 60h pero ojo, tu entras 10 minutos y los amortizas, no se, quizás el hecho de tener poco tiempo nos hace fijarnos en este tipo de resquicios o nimiedades, pero oye, me parece importante, otro ejemplo que estoy gozando es el nuevo THPS1+2 , con sus partidas de 2 minutos y bien aguston.
Los juegos son tan tan tan largos que la gente decide moddearlos y sacar contenido extra gratis para seguir jugando al mismo juego. Y me vale EUIV, terraria, TBOI o hasta el long war de Xcom.
Menos samba e mais trabalhar.
Bastante identificado con lo que has escrito, el maldito tiempo es determinante en nuestro bonito vicio y es el juez que nos tiene maniatados. Enhorabuena @deborah por el artículo que te has marcado, me ha encantado y te lo agradezco mucho !!!
Yo es ver que el juego se repite o tiene relleno…
Mirar HowLonGtoBeat para saber cuantas horas más de relleno me quedan…
Si horasDeRelleno > 4 = DropearJuego.
Un buen tema Deborah, un tema eterno que repta con nosotros durante todas nuestras vidas, pasan las décadas y en la noche aún se escucha el frufrú de la fría escama sobre la arena – «No te has pasado aún el DMC4»- sisea la sierpe maldita, «Te falta el DLC de Dark Souls 3» susurra con la bífida lengua.
Yo hace tiempo que sólo invierto el tiempo videojueguil en los juegos que sé que me van a gustar. Y picoteo alguna cosa que me pueda ofrecer el PSN plus, o me llame la atención, el último de esos fué Blasphemous y lo adquirí a los tres meses o así de su salida.
No compro un juego el primerito día desde el Vanquish con esa portada holográfica traída directamente de un futuro mejor que este.
Cero remordimientos por ello. Más con el tema de las reediciones, si no lo juego el año en el que lo sacan, pues ya lo cazaremos de saldos, o en su reversión HD o una década después en un recopilatorio en otra consola, en otra televisión, en otra ciudad y otro mundo.