Uno de los nichos más interesantes que han anidado en el videojuego desde la eclosión de lo indie fue también en sus inicios uno de los más atacados: juegos como Depression Quest o Dys4ia no encajaban en el concepto de juego cuya pureza algunos defendían a capa y espada. No eran divertidos porque no pretendían serlo, y a día de hoy existe quien todavía es incapaz de arrancarse el diccionario de debajo del sobaco y abrazar la capacidad expresiva del videojuego como obra, sin limitaciones ni reglas más allá del formato.
Al final supongo que ganaron los buenos y esos proyectos en busca de la empatía no se convirtieron en flor de un día; abrieron el camino para propuestas muy distintas entre sí pero con la mímesis emocional como elemento vertebrador: This War of Mine, Papo & Yo, Papers, Please o That Dragon, Cancer son algunos de los ejemplos más conocidos, ya sea conciliando la idea de la concienciación con algún tipo de mecánica estimulante o renunciando al entretenimiento como parte del ejercicio mismo de experimentación previo a la reflexión. En esta última corriente se enmarcan por ejemplo los juegos de Nonny De La Peña, grabaciones reales de conflicto y tragedia (normalmente sacadas de llamadas de emergencia) que sirven como epicentro para reconstruir la vivencia en realidad virtual, como recuerdos ajenos clonados a partir de células incompletas.
Esta semana me he topado en Steam con otro título que forma parte de ese nicho, otro juego con la empatía como leitmotiv: We Are Chicago pretende ilustrar la vida de quienes residen en el barrio de Englewood, uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad de Chicago, que es a su vez una de las que sufren un mayor problema de segregación racial.
Tomamos el rol de Aaron, un estudiante de instituto que vive con su familia en el barrio de Englewood, y enseguida el juego nos expone a los conflictos propios de su vida. En las noticias hablan de sueldos cada vez más bajos, del enésimo fracaso por legislar la tenencia de armas de fuego y de convictos que acaban de salir de la cárcel tras años encerrados por crímenes que, se ha demostrado, no cometieron. En la calle, su primo el gángster empieza a insistirle cada vez con más agresividad para que se una a su pandilla. En el trabajo, Aaron entrega los pedidos de comida rápida por debajo de una ventanilla de cristal antibalas. En casa, después de llevar a cabo tareas cotidianas (sacar la basura, cocinar algo de pasta, poner la mesa), su madre le recuerda que debe proteger a su hermana pequeña de los peligros que acechan en el barrio —la hermana pequeña de un amigo de Aaron, se empeña en recalcar con miedo, murió por culpa de una bala perdida en un tiroteo entre bandas—. En clase, su sueño de ir a la universidad y salir de aquel pozo se aleja con cada examen final en el que Aaron es incapaz de concentrarse por culpa de la presión, de la angustia que se deriva de la supervivencia rodeado de miseria y delincuencia.
La voluntad de We Are Chicago es hacernos partícipes del día a día de su protagonista combinando el tedio de sus tareas con los momentos en que el entorno hace evidente las dificultades de un habitante de Englewood para prosperar, para romper de una vez por todas el ciclo de pobreza.
Uno de los mayores riesgos de hacer un juego cuyo meollo recae totalmente en los diálogos es que se necesita un trabajo importante en la elaboración del guion, y aquí es donde el We Are Chicago tropieza. Su búsqueda de la empatía, su obsesión por hacerse comprender le lleva a ser demasiado explícito, a dejarlo todo en manos del diálogo entre los personajes, que se ven obligados a decir obviedades y describir sus videas de maneras inquietantemente gratuitas. Hay cosas que se entienden mejor cuando uno las atestigua o las vive que cuando se las explican, y aquí el juego se olvida de sacar provecho a las virtudes que posee el medio para la expresión. Cuando un personaje nos dice «únete a mi pandilla o te van a matar» es menos interesante que si las circunstancias adecuadamente alineadas hacen que el jugador observe, juzgue, y llegue por sí mismo a la conclusión de que quizá los jóvenes se agrupan y delinquen como una manera de defenderse del sistema, de escapar de la rueda de hámster laboral que la sociedad les ofrece y de tener un poco de autoestima. Incluso si el juego logra comunicar esta faceta de Chicago, da la sensación de que se olvida de otros muchos matices y detalles que ilustran de manera clara la situación desesperada y opresiva que vive la gente de los barrios bajos, desde centros escolares precarios, masificados y mal equipados, hasta la decadencia urbanística, las obras abandonadas y los efectos visibles de la crisis en uno de los puntos estratégicos del Rust Belt, con su industria casi paralizada y su bioma obrero condenado. Ni siquiera algo tan de actualidad como la problemática del racismo sistémico en los cuerpos de policía norteamericanos, con un largo historial de abusos en Chicago, aparece por ningún lado en We Are Chicago.
We Are Chicago es un ejemplo necesario de que los juegos de empatía no son algo que cualquiera puede hacer simplemente contando sus problemas o los de un grupo de personas. No todo vale, por muy buena que sea la intención del desarrollador. Del mismo modo que Super Mario Bros. no es solo un juego en el que corres y saltas sino que detrás hay un concienzudo diseño basado en la iteración exponencial que da como resultado una serie de experiencias (la diversión, la adicción, el aprendizaje…), un juego que quiera encender la chispa de la comprensión profunda en el jugador también depende de un buen diseño de las mecánicas, de cierta maestría en la escritura o de dar con una idea brillante que sirva para cumplir el objetivo: hacer que el jugador participe virtualmente de una realidad que no es la suya. Leyendo esa definición de empatía, no parece que el videojuego sea algo tan distinto.
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Pos no tiene mala pinta del todo
¿Cuál es el objetivo del juego? Quiero decir, si el personaje da todos los pasos correctos ¿el juego dónde te dirige? Si la meta a alcanzar es salir del gueto, ¿este juego no está reforzando el sistema?
@morelli
Salir del gueto significa ir a la universidad y formarse para llevar una vida más digna y, si puede ser, mejorar la sociedad: el gueto.
Todos esos activistas de barrio bajo, entrenadores y tutores que intentan apartar a los niños de la delincuencia, salieron del gueto para volver después a él.
El juego no llega ni mucho menos tan lejos, se queda a medias no solo en intención sino también en las conclusiones.
@pinjed
sÍ, claro. Me refería a la visión de la sociedad como ascensor social. La supervivencia a través de los únicos caminos que plantea el sistema en donde se mantienen las clases sociales. No sé, podía crear una asociación de ayuda mutua por ejemplo; abrir más caminos que el salir para luego desde una posición social más alta tener la opción de ayudar o no. Bueno, me estoy liando un poco, tengo la idea más clara en la cabeza. La idea de la empatía en los videojuegos es un gran concepto.
@morelli
En todas las sociedades en situación de pobreza la delincuencia se dispara. La educación es el primer neumático que se va a tomar por culo cuando no hay dinero (o cuando hay que trabajar 14 horas para sobrevivir), y sin educación es muy difícil generar un sentido del civismo. Imagínate cuando eso sucede durante generaciones. Y, además de lo obvio, la pobreza genera adicciones, disfunción emocional y enfermedad mental.
@pinjed
Eso es irrefutable. Enhorabuena por el artículo, por cierto.
Grande @pinjed, joder. Muy grande.
Por cierto, algún fragmento del artículo me ha recordado a la peli Comanchería. El diálogo final me pareció lo más destacable, sin duda.
@matthewmurdock
@yayo
Yo pensaba que era más bien porque el término «Territorio Comanche» ya era el título de otra película (basado en la novela de Perez Reverte), y ese creo que es el sentido que tiene en la peli, jugando con lo de los comanches que mencionan en la peli y el significado en español como lugar peligroso u hostil.
Pregunta seria: ¿GTA San Andreas entraría en el saco?
@matthewmurdock
@yayo
@dagorlad
Lo de comanchería viene de lo que dicen en la peli, pero a mí no me la vendió nada en su día. No hay traducción literal de Hell or high water (la expresión; ir palabra a palabra sí XD), pero creo que lo más parecido habría sido «Venga lo que venga». Y no habría quedado tan mal como título.
Estupendo, pero que tipo de juego es?
El Black on Black Crime no es una narrativa sino una realidad que una minoría del 12% cometa más de la mitad de los crímenes violentos. Afirmar que eso se debe a la naturaleza innata de la raza negra es muy poco honesto, ya que sin duda habrá gente que afirme eso pero no la gran mayoría y tampoco niega la validez de la discusión que debería tener lugar para buscar las causas y soluciones.
Por ejemplo, todo apunta a que los principales motivos son culturales, y sobre todo la ausencia del padre como figura de autoridad hacia el infante durante un momento crítico del desarrollo de su personalidad, algo que cuenta con una correlación muy fuerte (independientemente de la raza es mucho más probable que un hijo sin padre mientras crece termine cometiendo crímenes violentos). En cambio, por ejemplo las comunidades hispanas inmigrantes o blancos, además de menor tasa de madres solteras, cuando ocurre suelen tener una mejor red social de apoyo (familia, amigos) para educar a los hijos, sobre todo en los casos en los que la madre debe de trabajar para salir adelante y no puede dedicar casi tiempo a los hijos.
Cierto que la pobreza sin duda influye mucho, pero por ejemplo los hispanos partían desde más abajo que la minoría negra y ahora están por encima. Así que no es solo pobreza.
Y no es nuevo. Ya lo decía Martin Luther King Jr.:
“Do you know that Negroes are 10 percent of the population of St. Louis and are responsible for 58% of its crimes? We’ve got to face that. And we’ve got to do something about our moral standards,” Dr. Martin Luther King Jr. told a congregation in 1961. “We know that there are many things wrong in the white world, but there are many things wrong in the black world, too. We can’t keep on blaming the white man. There are things we must do for ourselves.”
Es un pinball.
Say no more!
Ahora tienen mi interés!
Y los chinos, tanto en los EEUU como en otros paises.
Cierto, no solo mejor que los negros sino también que los blancos o muy muy cerca al menos (por ahora). Además de que los asiáticos en general suelen tener menor tasa de crímenes que los nativos en todos o casi todos los países donde son inmigrantes.
Ni los chinos ni los hispanos eran esclavos primero y ciudadanos de segunda después. Hay un bagaje histórico muy jodido en Estados Unidos entre blancos y negros que no se puede sacar de la ecuación.
@emedepan
Puede consultar la historia de España desde 1.492 hasta mediados del siglo XIX para conocer como esclavizamos a hispanoamérica.
Los chinos sí lo fueron, al menos los que construyeron los ferrocarriles en EEUU vivieron en condiciones de semiesclavitud y también fueron ciudadanos de segunda clase después. Los primeros esclavos que llevaron los británicos en el nuevo mundo fueron irlandeses, durante mucho tiempo después relegados a los peores trabajos junto con otras minorías. Y los inmigrantes hispanos han sido explotados también y de forma mucho más reciente con trabajos que ni los negros querían hacer, pero sin embargo han perseverado y sus hijos, o los hijos de sus hijos ya viven mejor que los negros.
También le recuerdo que la esclavitud ya existía en África antes de intervenir los blancos. Los pigmeos, entre otros, eran esclavizados (comidos también, pues se les consideraba animales) por parte de otras etnias.
Y de todos modos eso no justifica la elevada tasa de crímenes violentos por algo que ocurrió hace más de cien años. Como dice Luther King Jr. no se puede culpar de todo a los blancos. No olvidar, nunca olvidar, pero tampoco siempre con esa narrativa de victimismo que creo es contraproducente, esa mentalidad de anular toda responsabilidad personal y descargarla en algo que estuvo muy mal pero que pasó hace bastante.
El tema es que estáis comparando a los negros con inmigrantes chinos e hispanos y no (o con toda Sudamérica y la puta China ¿?). Son estadounidenses, pero con otro color de piel. Con la misma puta cultura, la misma historia, los mismos años en ese país. Ya es una mierda que te consideren de segunda por ser inmigrante, pero es lo que hay y tragamos con ello, pero debe reventarte la puta cabeza sentirte así en tu propio país.
Que no se puede decir que los negros no han perseverado (Hola Obama) . Que me parece hasta racista, por cierto. Que negros, los de África? Los de Brasil? Los de Cuba? Que puta cultura en común tienen los negros?
Pero ya no son ciudadanos de segunda clase, los negros tampoco.
Esa afirmación no era gratuita, he dado razones para ello. No lo han hecho cuando se puede comparar objetivamente con otras minorías que partían en peor lugar, que llegaron con lo puesto, menos que la minoría negra que ya estaba (que tenía muy poco pero más que los que llegaron), y ahora se encuentran mejor, mucho mejor en el caso de los chinos. Y cometiendo menos violencia, mucha menos en el caso de los chinos. ¿Las comunidades negras no tienen ninguna cultura? ¿Te refieres a una única cultura?, porque los blancos e hispanos tampoco la tienen. ¿Crées que los negros inventaron el blues y el rock de casualidad, que fue coincidencia y pudo haber sido cualquiera, que su cultura no tuvo nada que ver, que no tenían sus propios códigos?.
Y sobre Obama, sin duda es un buen ejemplo de que los negros ya no son ciudadanos de segunda porque aunque sea mestizo se le percibe como negro y ha conseguido la presidencia en un país de mayoría blanca, pero no es un buen ejemplo de perseverancia. Su caso no es el resultado de trabajo duro de varias generaciones de negros. Su madre era blanca de familia rica y él fue educado como corresponde para su clase social, en las mejores universidades.
@danko9696
Creo que la comparación con los chinos no tiene sentido. ¿Que peso tienen los chinos en Estados Unidos? Un 1%y eso contando los de primera o como mucho segunda generación? Y la mayoría en nueva York o California. Viven mejor que los negros y son menos violentos? Y seguramente mejor que la media de los blancos.
En cuanto a los hispanos, primero tengamos en cuenta que hay hispanos negros. Segundo, que en general a los de varias generaciones se les considera blancos y pocas veces se menciona su ascendencia latina (o se hace para bien, como los irlandeses o los italianos). No así a los negros, que son negros y punto.
Que ya no son ciudadanos de segunda? Vale, al menos no explícitamente como hace no tanto. Que en general aún lo tienen más jodido por su color de piel? Me parece evidente.
Aunque fuesen un 1% no invalidaría mi punto anterior (partieron de más abajo y ahora van mejor). De hecho debería reforzarlo, ya que serían todavía más minoría. Pero no es el caso, siendo cerca de un 5% los asiáticos (no todos chinos, claro) son un poco menos de la mitad de negros, no tan insignificantes como dabas a entender.
Los negros no son negros y punto. El 12% de negros hace referencia explícita a negros no hispanos, lo mismo que el 63% de blancos hace referencia a blancos no hispanos (y lo mismo con asiáticos, indios americanos, etc…). Estos van en una categoría aparte junto con los latinos.
A mi no me parece evidente. ¿En qué lo tienen más jodido por su color de piel?, porque al contrario sí se puede argumentar que hay políticas de discriminación positiva que favorece a un negro pobre, por ejemplo, frente a un blanco pobre. Muchas empresas se pirran por contratar negros, por pura cuestión de imágen.
Que las empresas contraten negros por pura cuestión de imagen es una señal de que las cosas muy bien no están eh, XDDDDD. Vamos, eso es como un cartel gigante con luces de neón señalando un problema.
¿Qué problema? ¿en qué lo tienen más difícil cuando a similar nivel de experiencia y formación lo tienen más fácil para encontrar trabajo, y en muchos casos les vale con menos?.
Si acaso el cartel de neón lo que indicaría sería que el problema está más que superado, hasta tal punto que para algunas empresas es una forma de proclamar a los cuatro vientos que son tan tan tan antiracistas que sí se fijan en el color de la piel cuando contratan, pero solo para favorecer negros o hispanos (que no sean blancos, claro), en lugar de valorar a todo el mundo exclusivamente por sus méritos sin tener en cuenta su tonalidad de piel, que sería lo lógico.