No me cuentes más cuentos
Ciegos de claridad
Dragon Age: The Veilguard es el último cómplice del mal de la cultura actual: el de los mensajes inequívocos. Todo está dicho. Todo está delante de nosotras. No hay nada que pensar.
Dragon Age: The Veilguard es el último cómplice del mal de la cultura actual: el de los mensajes inequívocos. Todo está dicho. Todo está delante de nosotras. No hay nada que pensar.
Marta Trivi y Alberto Corona reciben a Juan Salas y Clara Doña para hablar sobre el juego de Obsidian, profundizando en algunos temas del monográfico y abriendo líneas nuevas a medida que avanzan las dos horas de conversación.
El juego de Obsidian nos engaña desde el comienzo. Para transitar sus ingeniosos recovecos, debemos abandonar nuestra habitual posición de poder.
La preocupación de Pentiment por la Historia va mucho más allá del rigor y la recreación de una época, atendiendo a un grosor filosófico de enorme valor en nuestro presente.
La unión de la comunidad sirve como pieza fundamental para destruir la naturaleza laberíntica del trauma, propiciando el cuidado de los individuos que la forman.
La dulzura del hermano Piero perfila Pentiment como un juego de base humanista en el que caben la injusticia y el prejuicio, la pobreza y la riqueza, pero que mantiene en su centro la misericordia.
Aunque fijar la Historia sea un privilegio, controlar las historias del pueblo sería como frenar un río con las manos. Transmitirlas y, con ellas, transformar el mundo no parece tanto un poder como una maldición ineludible.
Los hay mejores, pero siempre les sobrevuela Dragon Quest.
Joseph Gribbin lanza una secuela de manual de su juego de plataformas de 2022, en la que las novedades no eclipsan ni sustituyen la intención de mejorar y pulir el original.
Dragami Games recupera un clásico semiperdido de Grasshopper Manufacture con una remasterización pobre y algo aprovechada, que parece no entender del todo lo que hacía interesante al original de 2012.