Decía Nae hace unos años, ese Nae muy afro, soltero y alocado, que Costume Quest tenía mucha influencia de la saga Mother a.k.a Earthbound. Sabiendo que además era de Double Fin y que el mismo Tim Schafer había puesto su granito de arena en el guion, muchos nos lanzamos a por él y nos lo pasamos bomba jugándolo, aunque no fuese lo mejor que han hecho.
Ahora, cuatro años después (casi clavados, por cierto) llega su secuela, Costume Quest 2, con un sistema de batallas «más profundo y más jugoso», en palabras de Schafer. De momento ya está disponible en Steam, pero en consolas no debería tardar mucho más.
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Jo, me da muchísima pena que acabe de salir y casi no se esté hablando de él.
El primer Costume Quest es un juego especial; una simplificación brillante del RPG por turnos con unos personajes absolutamente adorables.
Hay muchos juegos que te tratan como a un niño, y algunos que despiertan tu energía infantil. Pero existen muy pocos que te devuelven a la infancia de verdad, la que te hacen sentir como un personaje de cuento simplemente por respirar la hierba cortada en verano o correr por la noche entre los conos de luz de las farolas de tu calle. Eso sólo está al alcance de juegos realmente inocentes, como Animal Crossing o el mismo Earthbound. Y Costume Quest es así, te provoca las mismas sensaciones que tenías cuando pasabas una tarde entera buscando tesoros imaginarios con tus amigos o inventándote que el perro con mala ostia del vecino era en realidad un lobo legendario presa del hechizo de una bruja.