La primera media hora de Mother Russia Bleeds nos deja intuir sus claves

Ayer se publicó Mother Russia Bleeds, el yo contra el barrio de Le Cartel que mezcla la filosofía de un Streets of Rage (estás tú, y está «El Barrio», no el cantante gaditano, sino el concepto mismo de barrio materializado en distintos tipos de maleantes) con la sensibilidad de Hotline Miami. Fran ya está metido hasta el pescuezo en él, y todos tenemos las mismas ganas de leer lo que tenga que decirnos sobre él; de momento, recupero este vídeo con la primera media hora del juego, porque nunca es tarde si la hostia es buena.

Últimamente estoy jugando mucho a dos juegos: Streets of Rage II, mi yo contra el barrio preferido, y God Hand, mi yo contra el barrio preferido. ¿Cómo puede darse esta extraña circunstancia de que dos juegos sean mi algo preferido al mismo tiempo, y que resulte totalmente natural? Podríamos llamarlo magia, pero yo prefiero pensar que los caminos de Shinji Mikami son inescrutables, y seguir con mi vida. A lo que voy es que hacer un beat ‘em up (nombre científico) en condiciones es extraordinariamente difícil, y me remito a los hechos: en el mejor de los casos, son de esos juegos que «molan si juegas con los colegas», como si dentro de ese subgénero no estuvieran también todos los demás. God Hand es un buen beat ‘em up porque sabe en qué rango de generosidad trabajar con sus buenas ideas: el mundo delirante en el que se desarrolla es la válvula de escape de unas mecánicas más o menos contenidas y sencillas, que se mueven poco a poco, que no dan pasos en falso.

Me he acordado de God Hand viendo esta media hora de Mother Russia Bleeds porque parece recordar más a Streets of Rage II, pero en realidad tiene algo de esa apertura de miras del juego de Mikami (y, para el caso, de otros beat ‘em up que también han arriesgado: quiero que se entienda que menciono estos dos porque da la casualidad de que los tengo recientes). Una de las cosas que más me impactaron de God Hand en su día es algo que viene de Resident Evil 4, juraría: la patada que tira al suelo a los enemigos. Aquí viene aderezada con la posibilidad de pisotear al enemigo en el suelo; el cuerpo de los macarras tiene muchas más posibilidades que de costumbre, y a menudo puede ser una herramienta inestimable, como cuando lo arrojamos a toda velocidad con una patada voladora hacia otro grupo para desestabilizarlo y frenar su avance.

En Mother Russia Bleeds veo algo de esa flexibilidad de God Hand. El momento de calcular cuánto puedes apurar el ensañamiento en el suelo mientras otro par de goons se acercan para robarte el dinero de la merienda me encanta; la posibilidad de arrojar los cuerpos al aire y hacerles un suplex a tres metros del suelo o lanzarlos encima de sus propios compañeros es muy agradecida; parece que el pinchazo de la jeringa que sustituye al martillo en el icono del juego también proporciona unos segundos de furia homicida infinita, como en, ¡ja!, God Hand.

Tiene buena pinta, en fin. A su favor tiene los años y el screenshake, un truco que sus antepasados no se podían permitir, aunque también tiene riesgo de repetir más errores de esos años de los que se puede permitir. Con esta media hora es difícil saberlo, imagino, pero el homenaje que Mother Russia Bleeds propone parece sentido y razonado; espero que sepa abrazarlo y hacérnoslo llegar, pero que no se olvide de que también hay que mirar al frente. Ahí es donde Mikami estuvo rápido, creo yo: a día de hoy nadie ha sabido traer al presente la esencia del yo contra el barrio igual que God Hand (quizá porque nos permitía, como un simulador de coches, modificar la experiencia haciendo cambios inclusos en las piezas más pequeñas: las hostias estándar del botón cuadrado), y tampoco pasa nada si Mother Russia Bleeds no lo consigue. De momento, yo ya he tragado saliva un par de veces con alguna ejecución: creo que ese camino también es importante para sus creadores.