Lo último de Roll 7 ya lleva un par de semanas entre nosotros: no hay momento mejor para mirar la serie de vídeos, publicados por Devolver en su canal de YouTube, en los que el equipo habla sobre la concepción, desarrollo y publicación de su disparatado arcade Not a Hero.
El primer capítulo, que tenéis arriba, habla de los inicios; es un vistazo muy curioso a parte del trabajo previo de John Ribbins, el director creativo del juego. El tono del documental queda bastante claro desde el principio, cuando destrozan un ordenador con un bate de béisbol. Así es Not a Hero: no entiendes qué está haciendo, pero entiendes que lo tiene que estar haciendo por algún motivo.
La segunda parte toca un tema muy interesante: la elección de las voces de los personajes, muchos de ellos con acentos británicos muy reconocibles. Lo de los acentos y los localismos en videojuegos es algo que me parece menos explorado de lo que debería; es una de las cosas que más me gustó de Not a Hero, aunque se use con distintos niveles de buen gusto.
El diseño de sonido ocupa la tercera parte de la serie. Es una extensión interesante de la anterior parte, también: una buena parte está dedicada a la grabación de las voces.
El final lo marca la promoción de la figura de BunnyLord como parte de la campaña de marketing del juego: una forma original y bastante bien hilada de dar a conocer Not a Hero, una tarea difícil y generalmente aburrida que Roll 7 decidió afrontar con el mismo sentido del humor que el propio juego. Es un caso interesante para desarrolladores que tengan que conseguir la atención de medios y jugadores en el futuro; no todo el mundo tiene a un BunnyLord, pero sí ayuda a ver la importancia de la promoción en el éxito y notoriedad de un videojuego, tan sujeto o más que otras producciones culturales a las asfixiantes cadenas del turbocapitalismo.
A mí, Not a Hero no me parece nada del otro mundo, aunque es un juego realmente interesante que puede encontrar su público sin problemas. Muy especial, muy delirante; no es plato de gusto para todo el mundo, pero desde luego es uno con sabores muy fuertes y muy contrastados.
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Cuanto daño ha echo el «artisteo» y el culto a la imagen. Los verdaderos genios suelen ser descuidados y en muchos casos FEOS, ya sea porque su genética y su vida (en mayor medida que lo anterior) se han centrado en sus capacidades y desarrollarlas aún cuando no eran talento natural.
Mola más tener el carisma de un actor y la genialidad de un científico, pero eso solo es ficción. No todos pueden ser Gordon Freeman, que no es más que una copia mejorada del Charlie Sheen de The Arrival (Han Llegado, una de mis pelis frikis de la adolescencia y de las pocas que sigo teniéndole cariño, más que el decadente personaje-persona alcohólica y hedonista que es ahora)
Vivimos en un mundo de cartón-piedra, importa más lo que proyectas que tu esencia real.
Te entiendo, ir de indiestar es lo que se lleva desde Phil Fish y demases. La actitud lo es todo hoy en día, como las estrellas de pop. Es uno de los males de la popularidad y querer ser relevantes como sea, que te vuelve gilipollas.
No te quemes, no podemos cambiar en mundo fácilmente. Al menos no en poco tiempo.