Habrá quien piense que hay segundas intenciones en el hecho de que Oculus VR, ahora criticadísima propiedad de Facebook, haya donado una unidad de su casco virtual a una enferma terminal —por ejemplo aplicarse un lavado de imagen un poco populista—, pero aquí quizá lo importante es quedarse con el gesto en sí y aplaudirlo sin reservas porque, además, todo esto sucedió el pasado otoño, mucho antes del revuelo corporativo, y ni Palmer Luckey ni el CEO de la compañía lo aprovecharon para darse publicidad.
La beneficiaria era Roberta Fristenberg y fue su nieta, una artista que trabaja en diseño de videojuegos, quien tuvo la idea de hacer la solicitud a VR Oculus cuando su abuela le dijo que lo único que quería era poder salir a pasear fuera de su casa. Aunque sea solo virtualmente, Roberta pudo «salir» y explorar los mundos digitales que incluían las demos disponibles para Oculus, usarlo como una terapia paliativa. Su nieta, Pris, planeaba desarrollar un entorno lleno de las cosas favoritas de su abuela con la ayuda de algunos amigos, pero Roberta empezó a debilitarse hasta no poder usar el casco y falleció un mes después de grabarse este vídeo.
Tal como dicen en VG247, es una historia que demuestra que la realidad virtual (sea de Oculus o de quien sea) puede servir para muchas otras cosas más allá del entretenimiento de consumo, y que el lado más humano de sus funciones debería ser uno de los elementos que propulsen su progreso tecnológico.
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@pinjed
«Enferma virtual»
@lockeric
Gracias. Vaya día llevo… 🙁
@lockeric
Ahora conocida como «muerta real» 😈
Algunos a veces sois un poco capullos por haceros los graciosos.
Igual es porque vivimos en España, pero en EEUU éstas cosas son lo más normal del mundo.
Con todo lo malo que tienen, también son muy de ayudar cuando pueden.
Un ejemplo absurdo aquí.
@octopene
¿La parte anglosajona tal vez? Lo veo en la prensa de por aquí con cierta regularidad (Alemania)